Opinión/Bryan LeBarón
El Presidente Andrés Manuel López Obrador ha convertido a México en un gran cuartel militar: Bryan LeBarón
• Está gobernando el país con las armas en sus manos
Hoy en el país están desplegados más de 80 mil elementos castrenses, cifra que representa la más alta desde 2006, cuando el entonces candidato aseguró que no deberían estar en las calles. Van tres años de mandato, comienza la segunda mitad y nada ha cambiado, al contrario, la inseguridad está a tope, y el número de elementos militares en las calles está en números sin precedentes.
Esta situación evidencia que el hoy presidente, el otro candidato, no tenían el diagnóstico correcto para el país, no tenía la forma de cómo atender sus retos, ni como disminuir la violencia; y utilizó el brazo armado del país para poder completar su visión de gobierno.
Para seguir deslegitimando su posición, el presidente cada vez involucra más a las fuerzas armadas en tareas que no le corresponden, están construyendo sus obras insigne, ahora resguardándolas por haber sido declaradas de “seguridad nacional”, está militarizando la vida pública, de forma alarmante.
En su actuar, está gobernando el país con las armas en sus manos. Es criticable la falta de transparencia que trae el resguardo de las obras por cuerpos militares, pero la barrera principal que separa al ciudadano de conocer el manejo de sus recursos, es la fuerza no la razón.
Si la estrategia de mantener al Ejército en las calles, y aumentar su presencia, hubiera dado resultados, no habría voz capaz de criticar al presidente; sin embargo, los índices de violencia son históricos, hemos pasado por las jornadas más violentas desde que se tiene memoria, y el panorama no resulta promisorio.
Esta forma de aferrarse a sus obras del presidente López Obrador, es similar a la de los líderes populistas, como en su turno lo hiciera Donald Trump, quien incluso puso sobre la mesa la posibilidad de declarar una “emergencia nacional”, con tal de tener los recursos para construir el muro que dividiera su frontera sur. Así que el hecho de defender sus obras insignes va más allá que una construcción, sienten que es la forma de legitimar un gobierno que a todas luces, adolece de operación eficaz.
En febrero del 2006, el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador dio señales por primera vez de pretender regresar el Ejército a los cuarteles, aseguró que era “una institución que debemos cuidar todos… su encargo es defender la soberanía nacional… una nueva Policía Federal debe ser la que se haga cargo de la seguridad pública del país… No debe seguir exponiéndose al Ejército, ni socavarlo, regresarlo en la medida que se va profesionalizando la policía y eso nos llevará seis meses”.
Siete años después, desde Coahuila, López Obrador pidió al que era titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos (hoy impune de cualquier señalamiento criminal), que los militares regresaran a los cuarteles, le exigió muy enfático "No continuar con la política coercitiva, pues no se resuelve nada con el uso del Ejército, Marina, policías, cárceles, amenazas de mano dura… "
Así que todo indicaba que el primer día que tomara posesión, se daría la instrucción de que el Ejército regresara a prepararse para proteger la soberanía nacional desde sus cuarteles. Aunque si su visión era convertir a México en un gran cuartel, los soldados están en el lugar correcto.
Faltan tres años para que salga el presidente, y sin duda la historia lo juzgará y quedarán sus palabras cimentadas en la memoria de los mexicanos. Espero que en cualquier momento dé un vuelco impresionante y a todos los que criticamos, nos quedemos asombrados. Mientras, la presencia del Ejército en las calles crece, al mismo ritmo que los homicidios, el desplazamientos, y la violencia.