El Observatorio Político/Leovigildo González
Han pasado cuatro años de que Hipólito Mora con un grupo de pobladores de la tenencia de Felipe Carrillo Puerto en el municipio de Buenavista Tomatlán, tomaran rifles y pistolas para desarmar a policías municipales, el 24 de febrero de 2013 pasará a la historia como el surgimiento de las autodefensas en el corazón de la Tierra Caliente de Michoacán, sitio que era bastión de criminales.
Luego de que inició el movimiento armado, Mora ha sido detenido en dos ocasiones, por el delito de homicidio, uno de sus hijos fue ultimado en diciembre de 2014 luego de un enfrentamiento armado.
Uno de los hombres representativos fue el médico José Manuel Mireles Valverde, quien terminó por ser el vocero de los que integraban a quienes se autonombraban autodefensas, con el liderazgo que mostró logró prácticamente conquistar 35 municipios, unos muy cerca de la capital michoacana como Acuitzio del Canje y Pátzcuaro.
Mireles amenazó al entonces comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán, Alfredo Castillo Cervantes, de que el movimiento que terminó por encabezar llegaría a Morelia y de ahí podría hacerse incluso a nivel nacional, lo que fue determinante para que lo detuvieran al tratar de ingresar al puerto de Lázaro Cárdenas.
El médico de Tepalcatepec, ha estado en prisión más de dos años, su salud según afirman sus familiares es crítica, debido a que padece de hipertensión y diabetes, enfermedades que aumentaron luego de que tuvo un accidente en avioneta en medio de la lucha por el territorio michoacano a finales del 2013, cuando crecían las autodefensas.
Desde que inició el movimiento armado fue estigmatizado de estar infiltrado por delincuentes, que sólo velarían por intereses de quedarse con “La Plaza”, en su momento todos se encargaron de negarlo, posteriormente fue imposible no aceptarlo, hubo preguntas que siguen sin responderse, ¿cómo llegaron las armas que portaban a sus manos?, ¿quién realmente ha estado detrás de este movimiento?, ¿qué injerencia tuvo el Ejército o la Policía Federal que actuaban de la mano de las autodefensas?, eso a cuatro años sigue sin responderse, pero sobre todo, ¿de dónde llegaron los recursos para ‘conquistar’ Michoacán?.
El surgimiento de estos grupos paramilitares, estilo Colombia, se dio luego de que el Estado dejó de funcionar en la Tierra Caliente de Michoacán, en su momento se exhibió que delincuentes cobraban cuotas de absolutamente todo, carne, tortillas e incluso a beneficiarios de programas sociales operados por el Gobierno Federal.
Las corporaciones de seguridad de Michoacán, no sólo fueron infiltradas por delincuentes, eran los brazos armados de los grupos criminales, que lejos de salvaguardar la integridad de los michoacanos eran los que la propiciaban al no mover un dedo para evitar abusos.
El vacío de poder dejó que unos cuantos sometieran a pueblos enteros, las extorsiones se daban prácticamente en todo el estado, el Estado no funcionaba en lo absoluto, presidentes municipales que tuvieron que acatar las reglas cárteles, que imponían a los directores de Seguridad Pública y policías.
Hoy, ese panorama parece quedar en el pasado, actualmente quienes están dentro del Mando Único deben aceptar que a los municipios llegué un director de la Policía que es impuesto por la Secretaría de Seguridad Pública, los uniformados son evaluados constantemente y en la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) según el procurador, Martín Godoy, fueron procesados y dados de baja más de dos mil policías por sus nexos delincuenciales.
Los resultados son favorables a cuatro años del surgimiento de las autodefensas de Michoacán, movimiento extinto, del que queda un recuerdo de cruentos enfrentamientos, de una población que quedó en medio sólo viendo pasar los convoyes de delincuentes y de personas que decían que luchaban por un estado libre.