Observador ciudadano/Enrique Bautista Villegas
ALTO A LA SIEMBRA DE AGUACATE EN SUELOS BOSCOSOS
Enrique Bautista Villegas
El pasado 27 de julio el Secretario de Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Territorial de Michoacán, (SEMACCDT), Ricardo Luna García, señaló en una entrevista con la reportera Grecia Ponce del periódico Cambio de Michoacán que el 50 por ciento de las 18 mil hectáreas sembradas con aguacate en el Municipio de Uruapan son ilegales.
Días antes, el 22 de julio, Cecilia Sierra reportaba en Quadratin que “la producción ilegal del aguacate amenaza con terminar con el bosque de la sierra de (los municipios de) Tácambaro y Madero si no es detenida; las autoridades buscan replantear la producción del aguacate, pero sin afectar los bosques. Desde la comunidad de Copitero, municipio de Tacámbaro, se observa el resultado del cambio ilegal del uso de suelo en más de 2 mil hectáreas que un día fueron bosques. De acuerdo a cálculos de expertos en la materia de la Unidad Ambiental de la Policía Michoacán, las más de 2 mil hectáreas hoy son ocupadas por un aproximado de 300 huertas de aguacate, pequeñas y grandes”.
Este tipo de notas se repiten a diario en los medios de comunicación, no solo a nivel estatal, sino también en el ámbito nacional e internacional. Ponen nerviosos a los productores tradicionales del fruto y a las autoridades estatales a partir de que si se sigue atentando contra el medio ambiente el hecho pudiera desembocar en que algunos países importadores del fruto restringieran sus envíos desde Michaoacán.
El asunto es grave y paciera que no se revertirá de manera fácil si no asume el gobierno en sus diferentes niveles una posición enérgica para evitar el cambio de uso del suelo boscoso a huertas de aguacate y otros cultivos comerciales de alta demanda en los mercados internacionales; cultivos que se dan con relativa sencillez en Michoacán dadas las adecuadas condiciones climáticas y de calidad de suelo.
El tema, además de ambiental, tiene implicaciones económicas y sociales. No debe ignorarse, como lo señala el Secretario Luna en su entrevista, “que los terrenos con vocación boscosa producen agua, capturan carbono, produce aire limpio, contienen los suelos, generan biodiversidad y cuando se desmonta el bosque para sustituirlo con aguacate, todo ese impacto desequilibra”.
Los precios al productor que han alcanzado el aguacate y las llamadas frutillas exceden en mucho a otros cultivos, brindando una alta tasa de retorno a quien se mete en el negocio. Pero adicionalmente, no resulta sencillo esperar que en un territorio en el que la pobreza y el desempleo siguen siendo lacerantes, campesinos que cuentan con algún predio boscoso no vean en su cambió hacia el cultivo de aguacate una forma de superar la pobreza. Por si fuera poco, la presencia de individuos sin escrúpulos, a los que no les merece preocupación alguna el medio ambiente y los males que trae consigo la deforestación indiscriminada, se han metido en la actividad del cambio de uso del suelo de bosque a huertas de aguacate o frutillas, ya sea como negocio agrícola o para vender los predios ya sembrados a incautos que se quieren hacer de una huerta barata.
Es justo reconocer que el Gobierno del Estado de Michoacán, a través la SEMACCDT y de la Secretaría de Seguridad Pública, ha hecho suyo el tema y ha venido ejecutando acciones para recuperar suelos boscosos que habían sido convertidos a huertas de aguacate de manera ilegal, y evitar así que este tipo de conductas se continúen desarrollando. Desafortunadamente no se puede decir lo mismo de algunas de sus contrapartes federales, a las que corresponde en primera instancia vigilar que la Ley en la materia se cumpla. Tanto la Procuraduría del Medio Ambiente como la Procuraduría General de la República han venido durmiendo el sueño de los justos y brillando por su ausencia en esta materia.
No se trata de evitar que las actividades agrícolas con alto rendimiento se sigan desarrollando en Michoacán, cuya población requiere de empleos y actividades bien remuneradas, pero sí de que ese desarrollo no se haga a costa del medio ambiente y las regiones forestales del Estado, que año con año se ven disminuidas, con todo lo que ello implica. Inversionistas, agricultores ricos y campesinos con vocación aguacatera o de otros cultivos comerciales, debieran estudiar la experiencia de los sectores aguacateros y frutícolas, israelís, chilenos y peruanos, que han convertido eriales en verdaderos vergeles a base de trabajo y esfuerzo; mejorando la calidad del suelo y construyendo obras de irrigación para hacer esos suelos fértiles.
En Michoacán hay mucha tierra semiárida y ociosa que con algo de inversión y trabajo pudiera convertirse al cultivo del aguacate, las frutillas y otros cultivos rentables, sin necesidad de afectar los bosques y el medio ambiente.
Desde luego que además del esfuerzo de los productores se hace necesaria la participación y el estímulo por parte del gobierno con esquemas de apoyo económico a través de la Sagarpa y de obras hidráulicas para dar acceso al riego. Sería de esperar la suma de autoridades y productores para hacer posible una vía de esta naturaleza.