Observador ciudadano/Enrique Bautista Villegas
OBSERVADOR CIUDADANO
HUACHICOLEROS: UNA RAYA MÁS AL TIGRE
Enrique Bautista Villegas
Aunque no existe en el diccionario de la Academia de la La Lengua Española el término huachicol, de acuerdo a la concepción popular mexicana originalmente significaba: bebida destilada adulterada con alcohol de caña; después fue adoptada por conductores de tráileres para referirse al hidrocarburo hurtado. Actualmente se define a los huachicoleros como aquellas personas que se dedican al robo de combustible mediante la ordeña de ductos propiedad de Petróleos Mexicanos (Pemex).
El término se ha venido haciendo más conocido en la medida en que la actividad del robo de combustible de los ductos de la paraestatal que cruzan el país se ha generalizado. Se dice que en la actualidad el epicentro de esta actividad es el llamado “Triángulo Rojo” en Puebla, integrado por los municipios de Tepeaca, Tecamachalco, Quecholac y Palmar de Bravo, aunque sabemos que también se da con intensidad en Aotras entidades como Guanajuato, Veracruz, Tamaulipas, entre muchas más.
Los enfrentamientos en un par de operativo entre fuerzas federales y huachicoleros suscitados la noche del pasado 3 de mayo en el poblado del Palmarito, dejaron un saldo de 7 personas fallecidas, 4 de ellas soldados, y una decena de heridos. Estos hechos, que fueron seguidos al día siguiente por un bloqueo de cinco horas de pobladores de la zona sobre la autopista que comunica a Puebla con Orizaba, en el Municipio de Palmar de Bravo, Puebla, se han convertido en noticia de ocho columnas, no solo en México sino el extranjero.
Después del niño ahogado el gobierno de federal anunció que ha dispuesto enviar dos mil efectivos federales a apaciguar la zona, imponer el orden y contrastar el robo de combustibles a los ductos de Pemex.
De acuerdo al portal digital de Animal Político (http://www.animalpolitico.com/2017/02/robo-combustible-ductos-pemex-gobierno-pena/), “en los primeros cuatro años del sexenio de Enrique Peña Nieto, Petróleos Mexicanos perdió 97 mil millones de pesos por fugas y robo de combustible en sus ductos, una cifra 55% superior a las pérdidas registradas los últimos cuatro años del sexenio anterior.
“Combinados ambos periodos (2009-2016), el Estado mexicano ha acumulado un daño en sus finanzas públicas de 159 mil 957 millones de pesos por el combustible perdido. La cifra es equivalente a lo que la Secretaría de Educación Pública federal ha destinado a investigación científica y desarrollo tecnológico en ese mismo lapso.
“En volumen, lo perdido asciende a 14 mil 652 millones de litros, que implica hasta 250 pipas de combustible cada día.”
Esta es solo una más de las actividades en las que se ha diversificado la delincuencia organizada en el país, y a la que ha integrado a miles de personas que por la falta de alternativas de empleos remunerados e ingresos suficientes se han venido sumando. De allí las protestas generalizadas de ciudadanos y los bloqueos carreteros como el suscitado tras los operativos del Palmarito.
La “ordeña” a los ductos de Pemex no es nueva. El que esto escribe recuerda haber testificado desde hace más de 30 años como pipas se colocaban sistemáticamente por las noches junto a una válvula de seguridad del gasoducto Salamanca-Lázaro Cárdenas en un cruce carretero, cuestión que en su momento se reportó a la paraestatal.
Lo sorprendente es porqué una actividad que en su momento fue asilada, se dejó crecer hasta los niveles actuales, como viene sucediendo con muchas otras actividades ilegales y contrarias al interés nacional y de la sociedad mexicana en su conjunto.
No puede uno dejar de preguntarse en este caso: ¿acaso Pemex no contó durante su época de mayor bonanza económica con los recursos necesario para prevenir este tipo de ilícitos?
La respuesta pareciera ser que mas que falta de capacidad técnica o económica para hacerlo, lo que faltó fue voluntad, por desinterés, o por la existencia de contubernio entre los delincuentes “huachicoleros” y funcionarios de la propia paraestatal.
Es esta solo una arista o punta del iceberg de la inmensa corrupción e impunidad que prevalece en el país y que es necesario contrarrestar, para recuperar el rumbo de un desarrollo nacional ordenado y coherente con las demandas de la inmensa mayoría de los mexicanos.
Todo indica que este gobierno dejó ir su oportunidad de combatir de fondo a la delincuencia, evitar la corrupción, y terminar con la impunidad; los tiempos se le acabaron y no se vio voluntad política para combatir tan graves vicios. Garanticemos que el gobierno que habrá de llegar a partir del 2018 tenga la capacidad y sobre todo la voluntad de hacerlo.