Observador ciudadano/Enrique Bautista Villegas
Dualidades en la visión del país
En días recientes se celebró en Washington, capital de los Estados Unidos, las reuniones de Primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. En las mismas estuvieron presentes entre otros y Agustín Carstens, Gobernador del Banco de México, y Christine Lagarde, directora del FMI. Ambos funcionarios se refirieron satisfechos a los logros de la economía mexicana durante las últimas décadas, pero en particular durante los períodos en que ambos funcionarios han estado al frente de sus respectivas instituciones
Carstens dijo que a México le ha ido muy bien en materia económica; la integración financiera y el avance tecnológico, han permitido sacar a millones de personas de la pobreza y mejorar sus niveles económicos, aunque reconoció que hace falta una mayor crecimiento. Por su parte la directora del FMI señaló estar muy de acuerdo con el conjunto de acciones solidas en materia de política económica tomadas recientemente por el Banco de México y la Secretaría de Hacienda, prueba de ellos es las medidas tomadas para contener los brotes de inflación ante los incrementos a los precios de la gasolina.
Ante este tipo de declaraciones alegres el ciudadano común no entiende si los funcionarios mexicanos en materia financiera y monetaria y los altos funcionarios del FMI se refieren a México, o están en realidad pensando en otro país.
En los mismos días en que se celebraban las reuniones referidas en la capital estadounidense, en el Senado Mexicano tenía lugar el foro: Necesidades Forenses en México frente a las desapariciones forzadas”. A la inauguración del mismo irrumpieron familiares de desaparecidos para exigir justicia y denunciar que el gobierno federal nada hace para ayudar a saber del paradero de sus familiares.
Durante el desarrollo del foro el representante adjunto de la Oficina del Alto Comisionado de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos, Jesús Peña señaló que el problema de la desaparición forzada de personas está tomando dimensiones aterradoras en México, con el hallazgo de fosas clandestinas y cuerpos por todo el país. Allí se señaló que de acuerdo con cifras oficiales, hasta el año pasado el registro es de 29 mil 917 desaparecidos, con un aumento importante en 2016, cuando se reportaron 3 mil 803 casos, más de 10 cada día.
En otro ámbito, pero no fuera de este contexto, d acuerdo a notas publicadas el día de hoy en diversos diarios, el fin de semana anterior, jornadas violentas en Sinaloa, Guerrero, Veracruz y Michoacán, dejaron casi medio centenar de víctimas en enfrentamientos y ajusticiamientos entre grupos criminales.
A primera vista las festivas noticias financieras nada tendrían que ver con las relativas a las desapariciones forzadas y los fallecimientos por enfrentamientos violentos entre grupos delincuenciales, y ejecuciones. Sin embargo, tienen en común que ambas se refieren a México.
En la perspectiva de quien esto escribe esa dualidad se deriva de la carencia de una visión integral por parte de quienes gobiernan el país desde hace casi cuatro décadas. De la falta de políticas públicas que orienten el desarrollo económico de manera equitativa para todos los mexicanos y garanticen su acceso a niveles de bienestar, ya no satisfactorios, sino aceptables. Del obvió y claro desconocimiento u omisión de lo que sucede en el Mexico real por parte de quienes hacen la política financiera y monetaria, cuyo objetivo exclusivo pareciera ser que México siga apareciendo ante los ojos del mundo como un país estable económicamente, con condiciones optimas para la inversión.
La realidad es que ni el señor Carstens, ni la mayor parte de los funcionarios de los gobiernos que han manejado al país durante las últimas décadas se han preocupado o hecho un esfuerzo sostenido y coherente para generar lo empleos, debidamente remunerados, que el país requiere.
Si eso hubiera sucedido, y se hubiese logrado por lo menos al ritmo en que sucedió durante el periodo 1934 a 1982, con todas las contradicciones que se puedan señalar, seguramente los índices de violencia y delincuencia que hoy padece el país, incluidos las desapariciones forzadas y lo enfrentamientos entre bandas delincuenciales y ejecuciones, serían mucho menores como sucede en cualquier país medianamente equitativo en sus indices de desarrollo.
Por todo lo anterior urge un cambio para Mexico, dotarlo de un gobierno de compromiso con todos los mexicanos y que priorice la equidad en la distribución del bienestar. Ya no es solo una necesidad sino una condición necesaria para superar la crisis estructural en que los últimos seis gobiernos han sumido al país.