Observador ciudadano/Enrique Bautista Villegas
MOVILIZACIONES MASIVAS DE MIGRANTES EN LA FRONTERA
En el curso de la semana anterior llegaron en caravana a Tijuana, B.C. varios grupos de migrantes, principalmente hondureños, sumándose a los que lo habían hecho previamente, con la intención de cruzar a territorio estadounidense para solicitar asilo político y autorización para residir en ese país. Lo migrantes referidos argumentan que decidieron abandonar sus países por sentirse perseguidos por las autoridades gubernamentales, y en muchos casos por grupos delincuenciales, así como marginados del derecho de acceder a una vida digna.
El tema desde luego no nos resulta ajeno, pues es parte de la historia de miles de mexicanos que han buscado refugio en los en el vecino país del Norte, ya sea por la vía de los hechos, internándose sin documentos migratorios de formas a veces inimaginables, o en casos aislados mediante solicitudes formales de asilo al gobierno estadounidense, y aún al gobierno de Canadá.
El tema de las caravanas de centroamericanos, sobre todo hondureños, se ha venido comentando con amplitud en los medios de comunicación, tanto de México como de los Estados Unidos, y de otros países, desde que el fenómeno se inició hace ya más de un mes. Su tratamiento por parte de las autoridades mexicanas ha sido complejo, ya que por un lado se busca asumir una actitud humanitaria, diferente a la que nuestros paisanos sin documentos migratorios padecen en territorio estadounidense, pero por otro lado, hay conciencia de la incapacidad que como país tenemos para ofrecer una alternativa viable a los grupos de recién llegados, cuando ni siquiera hemos podido ofrecerle una alternativa digna a los nacidos en nuestro territorio.
Mucho se especula de los orígenes de este peculiar movimiento migratorio que en cuestión de semanas ha significado el ingreso a territorio mexicano, y el establecimiento en campos de refugiados de Tijuana, Mexicali y otras ciudades de paso, de alrededor de diez mil ciudadanos centroamericanos, de acuerdo a algunos cálculos de observadores y autoridades locales.
En algunos medios y en las redes sociales se especula si este movimiento está propiciado desde el gobierno que encabeza el Presidente estadounidense Donald Trump, con el propósito de lograr que la opinión pública de su país, escandalizada por la amenaza de llegada de miles de migrantes pobres de Centroamérica, presione al Congreso para que otorgue a Trump los recursos necesarios para la construcción del muro fronterizo que tan vehementemente ha venido demandando. Se dice también que el fenómeno pudiera estar inducido por grupos de poder político y económico mexicanos que intentan dejarlo a quien asumirá la Presidencia de la República formalmente el 1º de diciembre entrante, para complicarle el inicio de gobierno y generarle un problema mayor, que le impida contar con las condiciones para impulsar los cambios que viene anunciando y que ven con temor integrantes de los grupos señalados.
Cualquier que sea la explicación real, el problema que se empieza a presentar adquiere visos preocupantes, y desde luego que constituirá una papa caliente para Andrés Manuel López Obrador y el gobierno que habrá de encabezar.
Al momento de escribir estas líneas, el que esto escribe ha recibido reportes e imágenes de amigos tijuanenses y del periodista Alfredo Álvarez, a través de redes sociales, que dan testimonio de una grave situación viviéndose en diversos puntos de la franja fronteriza y en las garitas del Chaparral de Tijuana con San Ysidro, del Condado de San Diego: cientos o miles de hombres, mujeres, jóvenes y niños, corriendo sobre los drenes del rio Tijuana, intentando llagar a los cruces fronterizos, o tratando de escalar el muro metálico que divide los linderos de los dos países; enfrentamientos con grupos de agentes antimotines mexicanos que intentan disuadir a los presuntos centroamericanos en su intento de acercarse a la línea, y las imágenes aéreas del cierre de la supervía que da acceso a territorio estadounidense, ya dentro del territorio de ese país: el icónico free-way 5.
Por su parte, la población de Tijuana está cada vez más alarmada, ya que reporta que los movimientos masivos de recién llegados está afectando fuertemente las actividades económicas, como el turismo, el comercio, y los servicios médicos que demandan pacientes estadounidenses de loa centros hospitalarios locales, que han hecho del servicio médico a extranjeros una floreciente actividad remunerativa, entre otros, y que han caído en forma drástica durante las últimas semanas a niveles críticos. En este ámbito cabe señalar que el intercambio comercial entre Tijuana y San Diego fue en 2017 de más de 230 mil millones de dólares, según lo ha expresado la Cónsul General de México en Estados Unidos, la Embajadora Marcela Celorio. Por su parte, el presidente del cluster médico de Baja California, Víctor Ricardo Vega, comentó que la semana pasada el 70% de las consultas provenientes de Estados Unidos se cancelaron, y esta semana la cancelación se incrementó a 85%.
Los hechos escenificados este domingo, incrementan la preocupación de autoridades y habitantes locales, quienes no alcanzan a prever como pudieran evolucionar las cosas.
Seguramente el Presidente Trump reaccionará de manera enérgica ante los hechos y amagará, sino es que no ha ordena ya, el cierre temporal de la frontera, demandando además al Congreso los recursos presupuestales para llevar adelante su muro fronterizo.
Seguramente también las noticias derivadas de estos hechos recorrerán el mundo, colocando la mirada de los estudiosos del tema y de la opinión pública internacional sobre México y la actitud que habrá de tomar el nuevo gobierno para neutralizar esta crisis migratoria.
Sería de esperarse que el gobierno mexicano convoque a sus contrapartes de Estados Unidos y los países centroamericanos, en los que se están organizando estos flujos migratorios, a una estrategia conjunta, con un ingrediente humanitario y recursos económicos que permitan reducir estos flujos y dar solución definitiva al problema en el mediano y largo plazo. El reto que se enfrenta es complejo y requiere la participación organizada del concierto de las naciones.
En lo inmediato el gobierno de México, con su contra parte hondureña, debe iniciar un censo preciso de quienes son los integrantes de las caravanas que han ingresado hasta ahora al país, y en lo posible lograr su repatriación o reubicación en el corto plazo, de manera que su presencia masiva en la frontera de México no constituya un riesgo para la estabilidad económica, la paz social, y la seguridad nacional.