Observador ciudadano/Enrique Bautista
Hace unos día el Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, en un acto público en Tepic, Nayarit, señaló que había la posibilidad de que su gobierno no estuviera en condiciones de cumplir todo lo que la ciudadanía está demandando, dada la situación de bancarrota en que se encuentra el país; porque está atravesando una situación económica y social muy difícil, sin embargo, dijo, vamos a cumplir todo lo que ofrecimos en campaña.
Aun cuando el tema se ha debatido ya ampliamente en medios, considero apropiado hacer algunos comentarios respecto al mismo:
Como han señalado algunos especialistas en materia financiera, y otros no tanto, el estado mexicano no está en bancarrota ya que cubre puntualmente con sus compromisos ante terceros, y bancarrota implicaría la incapacidad de hacerlo. Ciertamente el gobierno mexicano ha sido tristemente excelente ejemplo internacional en el cumplimiento de sus obligaciones financieras durante las últimas tres y media décadas; “primero dejar de cumplir ante los mexicanos, que hacerlo con sus acreedores”, pareciera ser su lema.
Entiendo, como lo ha señalado el escritor y comentarista Héctor Aguilar Camín en su columna del diario Milenio ” (http://www.milenio.com/opinion/hector-aguilar-camin/dia-con-dia/la-prensa-y-la-bancarrota) que López Obrador “…usó la palabra “bancarrota” como sinónimo de “muy mal”, no como una descripción técnica financiera de la situación que hereda. La discusión que siguió en la prensa borró el contexto y concentró las baterías en la “bancarrota”
Sin embargo, aceptando que de acuerdo a la terminología financiera el gobierno no esté en bancarrota, queda preguntarse como lo señaló el economista Sabino Bastida en la edición del martes 18 del mes que corre del programa “La Hora de Opinar” que transmite el cana Foro TV, ¿cómo se puede llamar a un país donde 53.4 millones de personas (43.6 por ciento de la población nacional) de acuerdo con el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) viven en situación de pobreza (ver: http://www.elfinanciero.com.mx/nacional/disminuye-pobreza-extrema-pero-aumenta-numero-de-pobres-en-mexico-coneval)? En otra palabras, en el que por lo menos esos 53.4 millones de ciudadanos si están en bancarrota, porque es obvio que si no tienen siquiera un ingreso suficiente para alimentarse y vivir dentro de los mínimos de bienestar, menos tendrán para ser sujetos de crédito y cumplir puntualmente con sus acreedores.
El académico Lorenzo Meyer por su parte, en una impecable reflexión en su columna del periódico El Universal (http://www.eluniversal.com.mx/columna/lorenzo-meyer/nacion/el-color-del-cristal) señalo que “Desde la óptica de la banca, en México no hay bancarrota. Pero con otro cristal, la respuesta es otra….”Lo de ruina económica depende desde donde y con qué cristal se le mire. El crecimiento del PIB para 2017 se calculó en 2% y el per cápita en un raquítico 0.75%. En contraste, las utilidades de la banca crecieron “sin precedentes”: 137 mil millones de pesos, es decir 28.4% más que las del año anterior, (fuente: CNBV). Si el PIB en conjunto creció apenas un 2%, pero el del sector bancario creció 14 veces más entonces debe haber sectores económicos que no avanzaron o retrocedieron, como el industrial, que lo hizo en 0.6% respecto al 2016(El Economista, 28/08/18)”.
Respecto a los ingresos tributarios, con los que López Obrador quiere mejorar la situación de los pobres, Meyer señala que: “si bien (estos) han pasado de un bajísimo 8.4% del PIB en 2006 al 12.8% en la actualidad, siguen siendo inadecuados, pues el promedio de recaudación en los países de la OCDE, es de 34.3% del PIB, y si para ser realistas solo tomamos el del subconjunto de los países latinoamericanos, la cifra es de 22.7% (Revenue Statistics in Latin America and the Caribbean 2018).”
Pero no son los bancos las únicas empresas a las que les disgusta que se hable de que el país están en bancarrota, o en una situación de insolvencia, tampoco coinciden en esta visión buena parte de las más grandes empresas de este país, y que debieran contribuir con el pago de sus impuestos sin exenciones y beneficios especiales a mejorar los niveles de recaudación, y por esa vía contribuir a mejor las perspectivas de desarrollo y atención a los grupos marginados de la población.
El columnista Alejandro Sánchez del periódico El Heraldo (12/06/12) refiere que en las redes sociales se ha viralizado un video donde un grupo de milenials, entre ellos Luis María Alcalde, designada por André Manuel López Obrador como futura Secretaria de Trabajo y Previsión Social de su gabinete, explican con peras y manzanas como 30 grandes empresas son beneficiadas por la Secretaría de Hacienda mediante la condonación de impuestos (ver: https://www.youtube.com/watch?v=wRAter-yTec&feature=youtu.be)
La grabación muestra como esas empresas pagan en promedio sólo 4% al fisco, cuando por ley deberían pagar 30%, pues reciben una ayuda denominada régimen de consolidación fiscal, una figura que permite que las grandes empresas no paguen impuestos individualmente si no que puedan contar las pérdidas de otras empresas de las que son dueñas o accionistas mayoritarias como pérdidas propias.
“El beneficio que obtienen estas megaempresas es verdaderamente escandaloso”, señala el video, ya que gracias a la consolidación fiscal, Hacienda ha perdonado a 422 grupos empresariales más de 850 mil millones de pesos anuales.
Como se puede ver, ciertamente el gobierno mexicano no está en bancarrota, tampoco lo están los bancos que operan en el país ni las empresas más grandes que viven del consumo de sus productos que hacen los ciudadanos, aunque si lo están cuando menos el 43.6 % de los mexicanos, de acuerdo al CONEVAL, y seguramente muchos otros lo harán si no se toman acciones para detener esta situación, como parece ser la intención del nuevo gobierno encabezado a partir del próximo 1º de diciembre por Andrés Manuel López Obrador.