Observador ciudadano/Enrique Bautista
El programa de becas de López Obrador
Entre los anuncios que ha hecho Andrés Manuel López Obrador, virtual Presidente de México a partir del próximo 1º de diciembre, tras su contundente triunfo electoral del primer domingo de julio anterior, en torno a los programas de apoyo a grupos vulnerables de la población, destacan por su contenido social y potencial de alto impacto los de becas para jóvenes y el incremento de la pensión para adultos mayores, para los cuales en conjunto ha planteado un presupuesto de alrededor d e150 mil millones de pesos anuales.
Con relación al programa al que ha designado como “Jóvenes Construyendo el Futuro”, se pretende becar a millares de jóvenes en el país para que se capaciten para el trabajo en empresas productivas, negocios y talleres.
El objetivo es contratarlos como aprendices, para que estén trabajando en ese tipo de actividades a cambio de un sueldo; y que los dueños de las empresas participen como tutores, contratando a los jóvenes y estando pendientes de su formación.
Con este programa el nuevo presidente destinaría aproximadamente 110 mil millones de pesos para beneficiar con un salario mensual de $3,600 pesos a alrededor de dos millones quinientos cincuenta mil jóvenes, de los que aproximadamente 80 mil serían michoacanos.
El programa de becas a jóvenes para el trabajo y para el estudio pretende ser el más ambicioso del gobierno de López Obrador, teniendo como uno de sus resultados, además de ofrecerles una oportunidad de preparación e ingreso, la inhibición de su participación de en actividades delincuenciales y de violencia, a las que en muchos casos se enrolan por necesidad y falta de oportunidades de desarrollar actividades productivas, y no por vocación. El lema de este programa lo ha resumido López Obrador en el propósito del mismo: “becarios sí, sicarios no”.
Sería de esperarse que en el caso de Michoacán y otras entidades afectadas por la depredación del medio ambiente, el programa de becas para jóvenes, por sí solo o combinado con otros programas, contribuya a la recuperación del medio ambiente.
Es el caso de la deforestación brutal de que han sido objeto grandes extensiones de superficies boscosas, ya sea para un aprovechamiento irracional de la madera o para cambiar el uso del suelo a sembradíos de temporal o a huertos de frutales, en especial de aguacate en tiempos recientes. Fenómeno que además ha traído consigo la reducción en el nacimiento de aguas superficiales y en los volúmenes de agua bombeada de pozos profundos, derivados a su vez de la reducción de los flujos de agua subterráneos ocasionados por la evaporación y la poca capacidad de absorción de los suelos por la falta de bosques y su erosión; un verdadero ciclo perverso.
Con el diseño de programas multianuales para la reforestación y cuidado de los bosques pensados de manera racional y entendiendo al bosque como una fuente de riqueza renovable, sería viable hacer del mismo una importante fuente de ingresos y trabajo para los habitantes de regiones con vocación boscosa, como la Meseta Purépecha, y las regiones montañosas del Oriente y la Sierra Costa, tal como se hace en otras naciones con un grado de desarrollo económico similar al nuestro, como Chile o Sud África, o en países desarrollados como Estados Unidos, Canadá o Noruega.
En el caso de la Meseta Purépecha se estaría contribuyendo a recuperar la viabilidad del desarrollo económico de esa región de acuerdo a la vocación de sus tierras y a la cosmovisión de la Nación Purépecha.
Lo mismo pudiera hacerse con la siembra de árboles frutales en regiones con condiciones adecuadas pero actualmente desaprovechadas para tales fines, como grandes extensiones de la Ciénega y el Bajío michoacanos, entre otras, ocupadas actualmente por selva baja caducifolia y matorrales.
Además, estos programas inducirían a los jóvenes incorporados a los mismos a prepararse para el desempeño de actividades productivas y el aprovechamiento de sus productos de manera permanente. Vinculándose al desarrollo de sus propias comunidades y regiones, ofreciéndoles la oportunidad de mantener un nivel de vida satisfactorio, sin el riesgo que significan las actividades delincuenciales.
No debe pasarse por alto que el incremento en las actividades delincuenciales ha estado aparejado de la falta de oportunidades de estudio y trabajo remunerativo para los jóvenes. En la medida en que se recuperen estas alternativas, seguramente habrá una disminución paulatina en el crecimiento de las actividades delincuenciales y la violencia que la caracteriza.
Para el éxito de este tipo de programas será de gran importancia la participación de los empresarios dedicados a las actividades de la fruticultura y la agricultura comercial y de exportación, de las diferentes regiones del estado, en donde ha habido un desarrollo desigual, que ha afectado al medio ambiente por la falta de planeación y un aprovechamiento excesivo y unilateral, o de sobre explotación, de los recursos que ofrece la naturaleza.
El reto no resultará sencillo, pero si alcanzable en la medida en que exista la participación de la ciudadanía y de un gobierno que garantice los apoyos necesarios, y de permanecía multianual del programa para la consolidación de sus objetivos.