Observador ciudadano/Enrique Bautista
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OBSERVADOR CIUDADANO
PRODUCTOS PESQUEROS Y ACUICOLAS A LA CANASTA BÁSICA
En días pasados el Comisionado Nacional de Pesca, Raúl Elenes Angulo, anunció que con el fin de fortalecer la autosuficiencia alimentaria el organismo que encabeza establecerá una alianza con el organismo Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) para distribuir atún y sardina a bajo precio para los consumidores (https://m.excelsior.com.mx/nacional/los-nuevos-productos-que-integraran-la-canasta-basica/1302100) . Dijo así mismo que se buscará incentivar a acuacultores de tilapia, productores de escama y maricultores para participar activamente en esta estrategia que impulsa el gobierno del país.
Sin lugar a duda la intención del gobierno de la República, anunciada por el Comisionado de Pesca y Acuacultura es bien recibida para quienes se dedican a esas actividades, particularmente quienes practican el cultivo de diferentes especies, tanto en aguas marítimas, en embalses y presas de aguas continentales, y en instalaciones expresamente construidas para tales fines.
De acuerdo con las previsiones de la Organización Mundial para la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) cada día que pasa el volumen de pescados y mariscos que se consumen en el planeta provendrá en mayor proporción de la acuacultura y la maricultura que de la pesca (ver: http://www.fao.org/3/y7300s/y7300s08.htm).
Sin embargo, no bastará con que el gobierno procure incorporar una mayor proporción de alimentos de alto valor alimenticio y proteínico provenientes de la pesca y la acuacultura a la canasta básica para ofrecer a la población consumidora y a los pescadores y acuacultores ser beneficiados con esta medida.
Resulta urgente que la Cofepris y las secretarías de salud, agricultura y economía revisen el tema de la importación de especies que se producen en otros países bajo condiciones de dudosa calidad sanitaria y con subsidios directos o indirectos a la producción, generando, por un lado, una oferta al consumidor nacional de productos potencialmente contaminados con residuos tóxicos con los riesgos que esto implica, y por el otro, afectando a los acuacultores nacionales con una competencia desleal ya que en el país no se subsidia hasta ahora esta actividad.
Tal es el caso de las masivas importaciones de tilapia y basa congeladas que se hacen de algunos países de Asia de manera discrecional y a precios ridículamente bajos, que son obviamente subsidiados en los países de origen.
En México existen importantes reservas de aguas continentales en las que la acuacultura puede ser practicada eficientemente, ofreciendo a los consumidores productos frescos y de excelente calidad y a los productores una forma digna de ganarse la vida, siempre y cuando los precios a los que pueden vender sus productos cubran sus costos, incluido un rendimiento justo. Es por ello urgente que las autoridades en la materia revisen los términos de las importaciones y la calidad sanitaria y nutricional de los productos que están entrando al país.
En cierta medida sucede algo similar con la importación masiva de salmón congelado que se hace de diversos países. Resulta que en México se produce en acuacultura un salmónido de la especie Oncorhynchus Mykiss, conocido como trucha Arcoiris, que es exactamente la misma especie con que se cultiva y se engorda en el mar en Chile el salmón que se importa de esa nación. Solo que al salmónido mexicano se le denomina trucha Arcoiris y al salmónido chileno salmón, con el agregado de que los precios que se pagan por un kilogramo de filete de trucha pueden oscilar entre los 200 y 250 pesos el kg. y los del salmón chileno entre los 350 y 450 pesos el kg. Además, el filete de salmón importado puede traer una congelación de entre dos y seis meses, mientras la trucha Arcoiris mexicana normalmente tendrá como máximo entre una y dos semanas de haberse cosechado, antes de llegar a la mesa del consumidor.
Dado que el salmón tiene la imagen de ser una especie más fina que la trucha en algunos países, el gobierno chino, mayor productor de acuacultura en el mundo, autorizó a través de la Alianza de Procesamiento y Comercialización de Productos Acuáticos de China que, para “estandarizar la industria”, se considere que el salmón es el “nombre genérico” de los “peces salmónidos”,(ver: https://www.eluniversal.com.mx/cartera/negocios/china-permite-que-se-venda-como-salmon-un-pescado-que-no-es-salmon).
En ese contexto, en el ánimo de buscar apoyar a los productores mexicanos de trucha Arcoiris convendría que las autoridades mexicanas analizaran la posibilidad de que esa especie pudiera ser también designada como salmón, trucha salmón o salmón mexicano.
De la misma manera sería deseable que las autoridades mexicanas establecieran la obligatoriedad para que los comercializadores al detalle (en pescaderías, mercados, pero sobre todo tiendas de autoservicio) informen al consumidor sobre el origen, fecha de cosecha, y tiempo de refrigeración o congelación de los productos que expenden.
Otro tema que resulta procedente analizar es el de generar un esquema de tributación y seguridad especial para los acuacultores comerciales del país, que tienen una carga económica excesiva cuando se les compara con los acuacultores tradicionales, ya que mientras los segundos no contabilizan muchas veces el costo de la mano de obra empleada en los procesos acuícolas, pues cuentan con el apoyo del trabajo familiar, los acuacultores comerciales, además de cubrir los salarios de Ley, deben cubrir las prestaciones correspondientes, que ascienden en conjunto a un costo adicional de entre 30 y 40% por encima los costos salariales.
Como se puede ver, el trabajo pendiente que se debe hacer para mejorar la calidad de los productos pesqueros que llegan a la mesa del consumidor y otorgar mayores estímulos a los acuacultores del país son variados. Estos son parte de la herencia de gobiernos anteriores que el actual deberá enfrentar en un ánimo de ser más equitativo y justo, tanto con los consumidores como con los productores.