Nula credibilidad en campañas políticas/Eusebio Pacheco Castro
Las campañas políticas se han vuelto un mero trámite de promesas y mítines a los cuales el ciudadano de a pie, o común, no creen más, no asisten a menos que sean acarreados por vecinos, amigos, familiares a cambio de algún beneficio personal, a pesar que éste sea una gorra, una playera o esta propaganda a la que ya estamos acostumbrados. Campañas políticas repletas de bots, de espectaculares, y talvez lo más efectivo en todo este circo que deja sin sentido, sin oxígeno y sin esperanzas a la sociedad de entrevistas por radio y televisión que según expertos, es lo más efectivo para lograr ganar votos.
Se tiene una dinámica que cae completamente en un círculo vicioso, donde los ciudadanos creemos que un buena promesa política es el joven bien vestido, bien portado, con buen tono de voz, buenos ademanes y una correcta manera de expresarse; características que cualquier político corrupto podría compartir e inculcar a sus hijos para seguir haciendo del financiamiento público un negocio familiar.
El 5 de mayo, día en que se recuerda la Batalla de Puebla dirigida por Ignacio Zaragoza en el tiempo de la presidencia de Benito Juárez, momento que se celebra con gran gloria a pesar de haber sido una batalla que se ganó y una guerra que al final fue para los franceses que impusieron a Maximiliano de Habsburgo y así como celebramos estas batallas ganadas, pero guerras perdidas, se asemejan a los triunfos electorales de políticos que han sido promesas y que significan una batalla ganada, pero que se vuelven peor que los viejos políticos, terminando así en una guerra en la que el pueblo queda devastado.
Pareciera ser verdad que los mexicanos no tenemos memoria, que olvidamos todos los abusos y dejamos que los políticos nos sigan marcando de heridas permanentes, así como Denise Dresser lo explica en su libro El País de Uno. Llegamos a un punto en el que los mismos simpatizantes y militantes de partidos políticos se ponen la camiseta para apoyar a sus candidatos al parecer por el solo placer de decir que ganaron, que ellos formaron parte importante y que conocen de primera mano a los ahora políticos electos por la sociedad, ya que beneficio alguno para ellos, para su colonia, o para su localidad y/o municipio no se ven claros en la realidad.
Será necesario ejercer el voto de castigo, apoyar desde todos los estados las propuestas de Kumamoto, reducir el financiamiento público a partidos políticos, y esperar, que estos se preocupen un poco más por elegir buenos candidatos y no escoger a los más adecuados para los interés de la institución, pero esa es una pelea que tienen que dar los ciudadanos contra los partidos políticos.