Nuevo novelón político
Los partidos políticos no son otra cosa más que la asociación de personas en torno a un proyecto, principios y valores para alcanzar el poder político. Así nacieron todos y quienes han fundado a cada partido han perseguido siempre ese objetivo. Pero hoy no existe uno solo de ellos que pueda reclamar pureza absoluta. Todos los partidos existentes han sido un mezcla de la evolución del sistema político mexicano, pasando de una etapa a otra y configurándose de acuerdo a la conveniencia de las circunstancias. Sus integrantes, con todo y la historia que cada quién carga a cuestas, son el partido mismo. Por eso es muy complicado cuando metemos a un corral a todos quienes participen en un proceso simplemente por que traen la marca de un parido. Malos, corruptos, ineptos, traidores y oportunistas los hay en todos los partidos, al igual que se pueden encontrar buenos, honestos, trabajadores, leales y congruentes.
Desafortunadamente, ponerse una u otra camiseta, como en los partidos de fútbol, convierte automáticamente a quien la porte en enemigo de quienes están en otro equipo. Aunque a decir verdad, existe más lealtad y afición de corazón en el fútbol que en la política. El caso es que, lamentablemente para México, el oportunismo es el signo de nuestros tiempos. Cada partido se conforma hoy por una mezcla de tránsfugas de otros partidos, personajes que no tuvieron el éxito o las oportunidades que esperaban en el momento en que las esperaban y pasaron a donde les ofrezcan un mejor futuro personal. Claro que siempre se disfraza de floridos discursos donde reclaman la traición del partido a ellos, a los valores, a los principios y otros ingeniosos argumentos para justificar que se van con otro partido que simplemente les beneficia más. En realidad, todo lo que implica ideología, congruencia y proyecto es lo que menos importa cuando por una vil calentura personal se van con otra (institución política).
Morena es la hija descarriada y rebelde del PRD. El PRD sugió de la escición de los “democratizadores” del PRI en colusión con la izquierda histórica de México en contra del sistema. El PAN, con todo y su puritanismo partidista, hoy es más pragmático que dogmático, con sus correspondientes pugnas internas y deserciones. El Partido Verde ha bailado con todos y no le hace el feo a ninguno, siempre y cuando estén en el poder. Movimiento Ciudadano es lidereado por un encumbrado expriista que en su momento se ha aliado con otros diversos partidos y que se ha integrado con todo lo que se ha desprendido de todas las otras instituciones políticas, con mucho tino para capitalizar la popularidad de la deserción, el resentimiento y el desprecio. Los demás partidos, habidos y por haber, existen por rupturas, alianzas y contubernios con los grupos en el poder, más todo lo anterior. Por su parte el PRI ha alimentado a todos los partidos, es el origen de los males del sistema, a quien se le debe mucho de lo bueno y casi todos los vicios de la política mexicana.
La esperanza, siempre se ha dicho, está en la juventud. Esa inquieta y políticamente virginal juventud. Sin embargo la decepción alcanzó también a los menos pervertidos por la política y el poder. Si los políticos más experimentados sucumbieron en el actual régimen a sus añejos “ideales” con ofertas de embajadas, era difícil que las jóvenes promesas no fueran devoradas por la seducción del sistema. Primero Pedro Kumamoto, el independiente que hace algunos años fue tema nacional por demostrar en Jalisco que sí se pueden hacer cosas fuera de los partidos, pero bastó el encono con el gobernador actual para que se aliara con los partidos que tanto combatió. Ahora Samuel García, quien parecía emerger como una alternativa a los partidos tradicionales, terminó tropezándose con su misma ambición, con sus promesas inclumplidas y con la tentación de usar viejas mañas en su nuevo Nuevo Léon, que se acabó solamente en un nuevo novelón. Así que por lo visto no quedará más que decidir entre partidos conducidos por políticos tradicionales, todos viejos conocidos entre ellos, y la posibilidad de que alguno de los proyectos dé pie a cambiar, algún día, la realidad de la rancia política mexicana. Al menos así se ve.
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