Nuevo ciclo escolar: entre la corrupción y la esperanza/Erik Avilés
Durante los últimos años, hablar de los asuntos públicos en México ha implicado invocar una torva sombra que camina abrazando prácticamente cada ámbito, proceso o recurso: la corrupción. Es definida como el abuso del poder en beneficio propio, según la Secretaría de la Función Pública.
Tanto los indicadores en la materia como la percepción ciudadana coinciden a plenitud en que la corrupción se encuentra enquistada en nuestra sociedad mexicana, lo cual se contempla especialmente desde las actuaciones de nuestros gobernantes hasta en muchos de los actos más aparentemente inocentes en nuestro entorno, por lo que podemos aseverar que este cáncer ha hecho metástasis en prácticamente todos los confines de nuestra nación.
Por ello, resulta especialmente doloroso que muchos recursos, personajes y procesos del sector educativo se encuentren herrados por la corrupción, ya que aspiramos a que la escuela sea un modelo de los más altos ideales que serán cotidianos en la sociedad futura, no una penosa sombra que padece los peores males contemporáneos.
Sin duda, de entre los vientos de transformación que soplaron el primero de julio y viraron la proa política nacional, inobjetablemente, el que más incidió en el nuevo rumbo fue el de la exigencia masiva de combatir la corrupción, conllevando el abatimiento de sus orígenes y el castigo a los abusos pretéritos y presentes.
La fiereza de la exigencia se hizo presente en el Foro Escucha realizado en Morelia hace unos días, en el cual fue evidente la enorme efervescencia que causó entre los michoacanos su amplia concurrencia, pero también queda claro que se deberá actuar con enorme sensibilidad política para poder hacer visibles las heridas abiertas de nuestra sociedad sin lastimarlas más, para cerrarlas sanándolas y poder reconciliarnos en torno a una nueva visión. Además de los incidentes ocurridos, que son del dominio público, quedó pendiente definir el seguimiento a lo vertido en el foro, especialmente en cuanto a la conversión de demandas, exigencias e injusticias en políticas públicas integrales, sensibles que solucionen efectiva y humanamente las dolencias sociales de Michoacán.
La exposición de abusos, por parte de las víctimas dejó en claro que, injustificablemente, en nuestra tierra, no había forma de hacer que las cosas sucedieran si no era torciendo la ley. De ello no se escapó, por supuesto, el sistema educativo. Por ejemplo, era imposible ingresar, permanecer o promocionarse en el servicio profesional docente si no era interactuando con los dueños de facto de la educación estatal.
La lucha contra la corrupción debe partir de visibilizar la situación ante los ojos de quienes consideraron que torcer la norma y asumir correcto lo incorrecto era un uso y costumbre. Por esa razón, en defensa del derecho a aprender, en este mismo espacio, hemos realizado decenas de denuncias públicas acerca de hechos que laceran el derecho a aprender de los michoacanos. Por parte de Mexicanos Primero Michoacán, se comentó en el foro organizado por el Sistema Estatal Anticorrupción, también realizado la semana pasada sobre los resultados e incidencias logradas, pero aún se dista mucho de que la sociedad civil organizada en Michoacán verdaderamente repercuta en el combate a la corrupción. Lo verdaderamente complicado es transformar la situación que aún prevalece dentro de las escuelas michoacanas y fuera de ellas.
En suma, es el momento de relanzar la lucha contra la corrupción en el sector educativo y lograr que se den pasos agigantados en el rubro, después de tanto tiempo en el que se han dado acciones aisladas. Es momento de que nos preguntemos todos cómo es que combatimos la corrupción en nuestra vida cotidiana y las acciones que deberíamos hacer para lograr que las escuelas se consagren a salvaguardar la esperanza en la sociedad del mañana, sin seguir viendo pasar interminablemente el tiempo sin que se acierte a generar medidas disruptivas que posibiliten que se hable más de educación y menos de corrupción, de pobreza y abandono.
Y mucho más allá del inminente combate entre la voluntad popular y la ley contra la corrupción, que tendrá como escenarios los tribunales, las sombras y la arena pública, no olvidemos que este día, más de 25 millones de estudiantes regresarán llenos de ilusiones a las escuelas mexicana. Más de un millón de michoacanos harán lo propio.
A muy temprana hora, los hijos de México están saltando de la cama, para vestirse con el uniforme nuevo y con la emoción de vivir una experiencia que les formará en todos los aspectos.
Llegarán a la escuela, con las pupilas dilatadas, atropellándose por reencontrarse con amigos y por presentarse con los nuevos compañeros, llenos de ansias por saludarse y contar lo vivido durante las vacaciones de verano.
El lunes, mucho antes de que logremos asimilarlo, nuestros hijos ya están abriendo un cuaderno nuevo en donde escribirán su vida académica, mientras su espaciosa conciencia se expandirá comprendiendo, conociendo, asociando y relacionando, abstrayendo y conviviendo. Estarán entregados de lleno a vivir la escuela.
Sostener colectivamente el diez de calificación durante el ciclo escolar es materia de disciplina, de constancia y de actuar a conciencia. Aspiremos a lograr aprendizajes, experiencias y satisfacción y nunca a cosechar lágrimas de quienes abandonan las aulas expulsados por la falta de oportunidades y condiciones para sostener el ritmo académico de lo que llaman aprendizajes esperados en los planes y programas educativos. Arropemos a quienes tienen mayores obstáculos para ejercer su constitucional derecho a aprender.
Este debe ser un ciclo escolar en el que en Michoacán construyamos un punto de inflexión en pro de un escenario en el que la esperanza en las generaciones futuras, el humanismo educador, el inmenso amor al conocimiento y a la evolución, envueltas con la emoción que infunde aprender prevalezcan sobre la estéril relatoría de vicios sociales; que este sea un periodo en el que hablemos más de logro educativo, de talento y de autopoiesis y menos de corrupción y degeneración. Que así sea.
Sus comentarios son bienvenidos en [email protected] y en Twitter en @Erik_Aviles