Nuestro presidente está cañón
‘Está en marcha el Plan DN-III-E y el Plan Marina, en coordinación con el gobierno del estado. Acepten trasladarse a refugios, mantenerse en lugares seguros —cuando estaba yo escribiendo esto, pensé en decirlo más fuerte, o sea, viene cañón, o sea, algo así, pero dije: no, con esto basta…” Esto lo dijo nuestro “preocupado” el pasado miércoles ante los cuestionamientos sobre si había quedado corto en los avisos a la gente de Acapulco.
Él considera que con un tweet fue suficiente; sin embargo, dudo que los cientos de miles de damnificados de Acapulco estén de acuerdo con él. Quizá no dimensionó o no tuvo las herramientas para visualizar la magnitud del desastre, pero no justifica que ahora que se está descubriendo todo lo que dejó al paso el huracán Otis, haga comentarios tan indolentes y llenos de una simpleza hiriente.
Lo más preocupante es que muy probablemente crea que está bien lo que hizo, que la gente comulga con sus comentarios “graciositos”, pero está abusando de un recurso para comunicar porque no entiende que se trata de vidas humanas, y es natural que no lo entienda, pues si bien podemos encontrar fotos de él en batallas políticas, no lo vamos a ubicar en lugares de desastres naturales o recorriendo lugares peligrosos.
No entiende la realidad de la diversidad del México que gobierna, sólo así se puede entender tal ligereza de señalamientos. En este punto debemos recordar otra de sus frases más crueles, cuando en el 2020 señaló “Por eso vamos a salir fortalecidos, o sea, que nos vino esto como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación”, esto en el marco de la peor crisis de salud del mundo moderno.
Así que no podemos esperar mucho de él, pero debería tener empatía por las víctimas. Sería su obligación conocer el dolor que había en las casas donde moría gente, en donde no se podían despedir de sus seres queridos porque se desconocía el rumbo que tomaría la enfermedad, las lágrimas vertidas, las sillas vacías, los hogares rotos, no lo podían caer como anillo al dedo a nadie, sólo a gente que no le importa el dolor ajeno.
Hoy vuelve a pronunciarse nueva cuenta con esa insensibilidad. Pero lo hace desde su Palacio, un lugar donde no existen huracanes, donde el crimen organizado no anda armado y tiene un séquito de gente cuidándolo. En ningún funeral o búsqueda de personas de Acapulco entenderían que informó sobre la desgracia en un tweet.
También ignoramos por qué no va a las zonas afectadas, debería de perder el miedo a meterse a los lugares destrozados, quizá porque no anda en campaña o porque hoy no necesita el voto, aunque si va a ir para atascarse, y poner en evidencia un liderazgo caricaturizado, mejor que no lo haga, pero que ponga un filtro entre lo que piensa y lo que dice, porque en el camino, hiere a mucha gente.
Hace poco fuimos a Guerrero, a entregar algunos víveres que juntamos en la comunidad. Dolía profundamente ver familias enteras junto a las carreteras pidiendo ayuda, llegar a las comunidades y solicitar algo de agua, el elemento más básico para luchar contra las inclemencias. La ayuda sí está llegando, gracias a la gente y buenas instituciones. Estoy seguro que Acapulco se levantará, y será por la mano franca de todos los mexicanos, no por un presidente que está muy “cañón” .