Nudos de la vida común/Lilia Patricia López Vázquez
La amistad emprendedora
Una amistad reanudada requiere más cuidados que la que nunca se ha roto
-François De La Rochefoucauld
En esta era en que tanto se ha promovido el emprendimiento como opción ocupacional y de desarrollo económico, ha surgido una tendencia peculiar en la forma de asociarse: crear empresas entre amigos. La razón de ello es la natural identificación y afinidad que normalmente dan pie a una amistad. Conforme ésta va consolidándose, crece la confianza y se empiezan a compartir no solo buenos momentos, sino también la intimidad de las luchas personales, los desafíos de la vida y los sueños más acariciados. Se van construyendo trayectorias paralelas que caminan muy de cerca una a la otra. De pronto puede surgir la posibilidad de coincidir en un proyecto de vida: crear un negocio juntos.
La empresa entre amigos comparte características muy positivas con la empresa familiar, como la confianza, la comunicación y la apuesta común. Normalmente, la alianza se realiza entre personas que ya se conocen en un ámbito laboral o profesional, donde existe un antecedente de cómo trabaja el otro. Es decir, el criterio para convertirse en socios, no se basa únicamente en el afecto, sino en la confianza, fundamentada en el conocimiento mutuo, de que las partes cuentan con la capacidad necesaria para el negocio. Es decir, no hay sesgos emocionales tan marcados como en la empresa familiar.
Sin embargo, la relación de amigos y socios, no está exenta de las desilusiones de toda relación, pues aún cuando los implicados ya tienen un recorrido juntos, los nuevos retos que enfrentan permitirán que afloren facetas que probablemente no se habían puesto a prueba anteriormente.
Otras diferencias importantes entre la empresa familiar y la de amigos, son: la ausencia de la jerarquía de sangre, una menor presión al compromiso de éxito y mayor facilidad para revocar las decisiones.
Por un lado, el hecho de que los lazos de los socios sean de amistad y no familiares, permite una participación más democrática e igualitaria y que haya mayor flexibilidad y agilidad en la toma de decisiones. Por el otro, en la empresa de amigos no se apuesta el prestigio de la familia ni su futuro, por lo que existe menos presión social y económica. Finalmente, el riesgo emocional que se corre en la empresa de amigos es menor, pues normalmente no habitan el mismo domicilio y las implicaciones de un desacuerdo no se llevan al terreno afectivo. Es decir, hay mayor claridad en la separación de los temas del trabajo de los de la amistad. Aunque, ante un desacuerdo en la familia, los nexos de cariño y de pertenencia familiar, facilitan más la reconciliación y la reparación de la relación, que en el caso de los amigos.
En un escenario extremo de una ruptura de la amistad debido al negocio, suele ser menos grave que cuando sucede con un miembro de la familia. Ante un conflicto de dimensiones irreparables, es más sencillo expulsar de la vida, a un amigo que a un padre, una madre, un hijo o una hermana. Restaurar la confianza en la amistad es exponencialmente más complicado que en la familia.
Como podemos ver, de alguna manera, la empresa de amigos conjuga características de las empresas familiares y de las no familiares, y potencialmente puede quedarse con lo mejor de ambos mundos. En la empresa de amigos, el verbalizar intenciones, anhelos, fortalezas y áreas de oportunidad personales, es el primer paso para construir acuerdos que permitan sentar bases de operación de negocios que les permita prosperar, poniendo la propia amistad al servicio del proyecto común. De la misma forma que se sugiere a la empresa familiar, conviene a los amigos que tienen negocios juntos, que desarrollen un protocolo de convivencia en el trabajo, así como los principios que regirán la toma de decisiones empresariales, antes de que se presenten contingencias que puedan tomarlos desprevenidos, poniendo en riesgo no solo a la amistad, sino también a la empresa.
Por último, esta tendencia ascendente a hacer empresa con amigos está empezando a tomar un espacio en el ámbito económico, por lo cual, comienza a ser un interés de la vida común. Así, la amistad puede transformarse, de un bien personal, en un motor de creación de valor económico y social para nuestra comunidad. Celebremos, pues, la amistad emprendedora.