Nudos de la vida común/Lilia Patricia López Vázquez
Había una vez un pobre con miedo a la pobreza
Primera parte
NUDOS DE LA VIDA COMÚN
La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba;
la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo
- Eduardo Galeno
¿Cómo lograr mantenerse en la misma situación económica, ya no hacerse rico, sino evitar caer en la pobreza? Esta es una de interrogantes que han surgido en las conversaciones que se abrieron en entregas anteriores de esta columna con algunos de mis amables lectores. Sin duda, es una de las preguntas más difíciles que me han hecho y que más angustia me ha provocado por la falta de una respuesta contundente y por la apremiante necesidad que hay de la misma.
La pobreza es un estado de carencia que no se limita o condiciona únicamente por el nivel de ingresos, sino que está determinado por la falta de acceso a los derechos humanos básicos y la satisfacción eficiente de nuestras necesidades primarias. Es decir, no se trata solamente de cuánto ganamos, sino también de nuestro contexto y los satisfactores a los que tenemos posibilidades de alcanzar, ya sea por su disponibilidad o por nuestra capacidad de adquisición. En este sentido, que nuestro país sea pobre económicamente y pobre en la forma de enfrentar la pobreza, nos hace vulnerables a todos.
La forma en que se mide la pobreza en México atiende a lo anterior. Los indicadores que sirven de termómetro de la misma en nuestro país[1] comprenden: ingreso corriente por persona, rezago educativo promedio en el hogar, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a la alimentación nutritiva y de calidad, grado de cohesión social[2] y grado de accesibilidad a carretera pavimentada[3].
En este orden de ideas, la pobreza no es un adjetivo ni una condición, sino una situación. Este uso de las palabras tiene implicaciones muy importantes sobre cómo abordamos el problema.
Nombrar a las personas en circunstancias de precariedad como “los pobres” es un error crítico, pues se le da el rango de naturaleza a su contexto. Con esa mentalidad, es fácil caer en la falacia de que son pobres porque quieren o porque no se esfuerzan lo suficiente. Tampoco es una condición, pues eso implicaría que es una característica propia de la persona y eso lo convierte prácticamente en una condena perpetua. En ambos discursos, nos podemos separar del problema pues como tiene que ver con el otro, parece que no es nuestro. En este escenario, todo lo que hagamos por “los pobres” es caridad ... y hacer caridad nos hace “buenos” y legitimiza la pobreza.
La pobreza es una situación lacerante de nuestra vida común. En la pobreza no hay un “ellos” ni un “otro”. En la pobreza solo hay un “nosotros” porque es una situación social. La falta de acceso a los derechos fundamentales es comunitaria. En las zonas de pobreza extrema, se carece de alimentos suficientes en cantidad y nutrición, agua potable, servicios médicos y vivienda digna. Pero el estar fuera de estas zonas no nos exenta de la pobreza. Al final del día, todos padecemos lo mismo: una educación de baja calidad de manera generalizada, seguridad social limitada y ausencia de cohesión social. Así es, somos un país pobre y eso nos hace a todos estar en una situación de pobreza.
La pobreza es comunitaria, lo cual exige el trabajo conjunto para transformar esta situación. Eso no significa que los esfuerzos individuales sean en vano. Mi padre solía decir “un pobre menos en la familia nos hace a todos un poco menos pobres”. Esto es cierto cuando la mejora en la calidad de vida de uno transforma el entorno comunitario de todos. Por ejemplo, si un miembro del grupo social, llámese familia, comunidad, colonia, municipio o estado, adquiere una mejor educación, tendrá herramientas que lo pondrán en la posición de ampliar el panorama cultural de todo el grupo y de tener una participación social más consciente que busque influir en las políticas públicas para garantizar el acceso a los derechos básicos de sus congéneres. Como en todo grupo social, cada individuo es responsable de sí mismo, pero corresponsable de la colectividad.
Si me lo permite, amable lector, le invito en la siguiente edición continuar con algunas reflexiones sobre acciones que podemos realizar en lo individual y en lo social para terminar con nuestra situación común de pobreza. Hasta entonces.
[1] Según el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social https://www.coneval.org.mx/Medicion/MP/Paginas/Metodologia.aspx.
[2] Evaluada por el CONEVAL por el índice GINI (desigualdad en la distribución del ingreso), el grado de polarización social de la entidad federativa o del municipio, la razón de ingreso de la población pobre multidimensional extrema respecto a la población no pobre multidimensional y no vulnerable y el índice de percepción de redes sociales.
[3] Por ser un condicionante de la movilidad para acceder a fuentes de trabajo, servicios sanitarios y educativos.