Nudos de la vida común
Dime a qué generación perteneces y te diré qué tan sustentable eres
Cuando las generaciones futuras juzguen a las que vinieron antes respecto a temas ambientales, tal vez lleguen a la conclusión de que no sabían: evitemos pasar a la historia como las generaciones que sí sabían, pero no les importó
- Mikhail Gorbachev
El desarrollo sustentable hace referencia a la viabilidad económica, social y ambiental de un grupo humano, ya sea una pequeña comunidad o bien, el planeta entero. Sin embargo, parece que el énfasis en uno u otro aspecto de esta fórmula, está relacionado con la perspectiva de vida de cada generación dominante en su momento histórico.
La generación de los baby boomers centró sus energías en el desarrollo económico, pues al nacer en la devastación dejada por la Segunda Guerra Mundial, crece en un entorno de escasez y limitaciones, donde la obtención del sustento es una prioridad, y garantizar éste a través del tiempo, era un lujo en el que valía la pena dejar la vida. Así, para los miembros de esta generación, la disposición a trabajar arduamente era la forma natural como debían ser las cosas, es decir, era parte de su cultura. Esto devino en una alta productividad, incentivada a la vez por un mercado de consumo cansado de las limitaciones materiales y dispuesto a producir y adquirir satisfactores para compensar el contexto económico adverso de sus años de crianza.
La generación X, por su parte, gozó de la recuperación económica de las décadas de los 70s y 80s, por lo que ya no vio el trabajo como un medio de subsistencia, sino como un indicador de status y éxito social. Para esta generación, la valía personal se concentraba en las siglas que predecían a su nombre (Lic., Dr., Ing., etc.). Tanto era así, que las orgullosas madres de la generación X, dejaron de hablar de sus hijos por sus nombres, y los convirtieron en el título nobiliario que les había conferido la universidad: mi hijo el doctor, mi hijo el ingeniero, mi hijo el abogado (y, sí, difícilmente, mi hija con una profesión). No obstante, el acercamiento a los temas sociales en esta generación no estaba limitado al frívolo éxito que dictaba la cultura de esos años, sino que también estaba marcado por el haber crecido bajo la tensa sombra de la Guerra Fría y las amenazas nucleares, siendo testigos, aunque no protagonistas, de las luchas por la reconciliación de la humanidad como lo fue la caída del muro de Berlín y la abolición del apartheid en Sudáfrica. Esta generación no llega a concretar una conciencia social que la lleve a buscar el bienestar de la vida común, sino que canaliza sus energías en lograr un espacio dentro su grupo social y satisfacer sus necesidades con una tarjeta de crédito siempre al límite.
Por otra parte, los millennials, criticados y sobreprotegidos al mismo tiempo, se topan con la frustración de no satisfacer las demandantes expectativas laborales de los baby bommers y con la exclusión social a la que los relegan los X, quienes se muestran poco dispuestos a ceder los puestos laborales, políticos y sociales porque en ellos han apostado su identidad y autoestima. Esta generación, atrapada entre las culturas de las dos generaciones predecesoras, experimenta una alta frustración por la falta de oportunidades económicas (como la imposibilidad de adquirir una vivienda decente por sus propios medios o como la desesperanza de no poder acceder a una pensión digna al llegar a su vejez) y al acaparamiento de los puestos laborales que ofrecen mayor prestigio social por parte de los X, que se han atrincherado en ellos. Así, la generación millenial repudia a las anteriores, culpándolas del deterioro social y ambiental que les han heredado y que ha limitado sus opciones de vida. No obstante, encuentran significado abrazando, aunque tímidamente, causas ambientales, protección animal y la valoración e inclusión de la diversidad en la vida social.
Las condicionantes culturales de cada generación han llevado a que estas cohortes se enfoquen en una de las tres dimensiones de la sustentabilidad: lo económico, lo social y lo ambiental y no en las tres por igual ni simultáneamente. Sin embargo, no podemos recriminar tal actuación, pues en primera instancia, durante la etapa de crianza de estas tres generaciones, sustentabilidad era una palabra que no existía en la jerga popular ni en la académica, empresarial o política. La sustentabilidad se incorpora en nuestro lenguaje como resultado de un proceso evolutivo de la conciencia humana, que justamente se ha venido amasando con el contexto cultural de cada generación. Vienen ya las generaciones Z y Alfa, con una conciencia más clara de que lo económico, lo social y lo ambiental no son mutuamente excluyentes, sino que son dimensiones tan íntimamente entrelazadas que no puede haber un desarrollo real de la vida común, sin que las tres se desplieguen de manera integrada y simultánea.
Lo que nos toca a las generaciones boomer, X y millenial, es darnos cuenta de que los paradigmas que nos funcionaron en el pasado, ya no responden al contexto cultural del presente, para que al reconocerlo, habilitemos a las nuevas generaciones para construir ese futuro en el que nosotros no pensamos en el momento que nos tocó o nos toca estar a cargo de las grandes decisiones de la vida común.