Nudos de la vida común
Solo podemos decir que estamos vivos en esos momentos en que nuestros corazones
son conscientes de nuestros tesoros
-Thornton Wilder
Lo grato de contar el tiempo es la posibilidad de darnos cuenta de cómo nuestras vidas se transforman en la secuencia de eventos que transcurren durante él. Esta entrega marca cuatro años de abrir conversaciones sobre los temas que laten en nuestra vida común, atentos a ser resueltos por nosotros y nosotras en nuestro rol ciudadano, con la invitación de hacer uso de nuestro poder individual para influir en lo colectivo, con miras a lograr una convivencia pacífica, constructiva y floreciente.
En esta ocasión deseo hacer el uso del espacio para expresarles a ustedes, muy amables lectores, mi gratitud por la oportunidad que me brindan con su lectura, de detenerme una vez a la semana a reflexionar sobre la realidad que nos circunda. Cada vez que veo una reacción o un comentario sobre el nudo de la semana, me sorprende y a veces me asusta, al gran compromiso que me crea el privilegio del regalo de su tiempo y de ocupar un espacio en sus mentes y quizás sus conversaciones cada septena. Por supuesto, no siempre tendremos que estar de acuerdo usted y yo en algún punto de vista, pues justo ese es el punto de riqueza, poder detonar la posibilidad de ampliar y profundizar en nuestros aconteceres sociales al apreciar la divergencia.
La experiencia que he vivido con los nudos, mucho antes que ofrecer perspectivas sobre las entremezclas de la vida, ha sido un ejercicio continuo de abrir mi mente a realidades diferentes a la mía, a tomar consciencia de lo limitada que es mi mirada cuando la restrinjo a mi contexto y a mi historia. La vida común es infinitamente más que eso. Se trata de un ciclo sin fin en el que nuestro entorno cultural nos moldea, pero que al mismo tiempo vamos construyendo con nuestros comportamientos, nuestras decisiones y nuestra esencia individual.
La vida común está construida ciertamente de la suma de todos nosotros, de todos nuestras tramas y todos nuestros traumas - los cuales nos enredan, pero que no por ello forzosamente nos obstruyen o atascan, sino por el contrario, nos dan la oportunidad de fortalecer nuestro tejido social, si los nudos quedan bien amarrados.
Así, esta su columna, me ha retado a dejar de observar lo que pasa en un lugar, en una persona o en una comunidad como algo ajeno y distante, y empezar a verlo como lo que nos pasa a todos y todas. Nada sucede en el vacío, sino que todo proviene de un entorno histórico y cultural que vale la pena evaluar una y otra vez, para alimentar su continuidad si significa nuestro bien común, o bien, para romper nuestros paradigmas personales y colectivos si nos lleva al fracaso comunitario.
Como dice Jorge Font, la vida no se puede alargar, pero si ensanchar, y los nudos, han sido ese desafío para expandir lo suficiente nuestra visión del mundo para que hagamos uno en el que todos entremos.
En fin, los nudos han sido como lo es casi todo en la vida, donde uno siempre recibe mucho más de lo que uno da. Por ello, no tengo más que agradecerles en esta ocasión a Postdata.news y a Quadratín por su confianza y por la oportunidad de conectarme con ustedes, muy apreciables lectores. Y por supuesto, mi agradecimiento profundo a ustedes, por darle vida a los nudos con su lectura y con ello, ponerme un reto siempre nuevo, que sin duda, es canal de mi propia transformación humana. Por todo ello, ¡gracias por estos cuatro años de seguir leyendo!