Nudos de la vida común
Respondiendo al entorno VUCA
“En la adversidad conviene muchas veces tomar un camino atrevido”
- Séneca
El acrónimo VUCA se popularizó a raíz de la pandemia como un descriptor de las circunstancias socioeconómicas de nuestra vida común. Se refiere a las características de volatilidad, incertidumbre (en inglés, uncertainty), complejidad y ambigüedad que experimentamos como el contexto de la toma de decisiones tanto sociales como organizacionales. El reto es qué respuesta dar a este entorno VUCA.
La volatilidad se refiere a la cantidad de cambios que enfrentamos y la velocidad con que éstos suceden. Trabajar o estudiar desde casa, el distanciamiento social, realizar compras y pagos en línea, usar cubrebocas y gel todo el tiempo, son algunos de los ejemplos que trastocaron nuestra forma de vida. Sin embargo, estos derivaron en cambios más profundos, como el cambio en nuestros usos y costumbres de convivencia tanto con familiares y amigos y la irrupción de la tecnología en todas las áreas de nuestra vida.
Estos cambios súbitos, mermaron nuestra capacidad de predecir cómo se desarrollarían los eventos cotidianos, lo cual dió paso a la incertidumbre en nuestras vidas. Decisiones tan importantes como contraer matrimonio, cambiar de trabajo, emprender, realizarse un cirugía, vender o comprar una propiedad, resultaron complicadas de tomar, pues era prácticamente imposible tener algún tipo de seguridad de que habría condiciones adecuadas para llevar a cabo tales actividades con posibilidades de éxito. De ahí que seguimos viviendo en constantes incertidumbres, pues el entorno económico, político y social sigue siendo impredecible, dadas circunstancias como la inflación, los debates políticos sobre la conducción del país en los próximos años y la polarización social.
La crisis de la pandemia nos hizo también conscientes de que la cantidad de variables que afectan nuestra vida común es enorme, lo cual hace que el entorno sea tan complejo. Por ejemplo, la guerra en Ucrania tiene efectos importantes en la economía mundial, impidiendo la recuperación de la misma y por el contrario, profundizándola con el fenómeno inflacionario y la crisis energética que se ha derivado de la misma.
Por último, cada vez más nos enfrentamos al dilema del huevo y la gallina, pues se hace difícil distinguir entre causas y efectos, para saber cómo atacar los problemas comunes que nos atañen. Por ejemplo, ¿la radicalización de posturas sociales es consecuencia de un enojo social, o éste es producto de la primera?. La relación entre los sucesos cada vez es más difusa, lo cual nos pone en un escenario de ambigüedad.
Para responder a este entorno, podemos utilizar las mismas siglas VUCA con nuevos conceptos: visión, no ortodoxia (del inglés unorthodoxy, para conservar el acrónimo), colaboración y agilidad.
Cuando las situaciones de nuestra vida son volátiles, hay que mantener la visión de futuro, perseguir con firmeza lo que queremos lograr o a dónde queremos llegar. Mantener la mirada en el objetivo mayor, permite manejar con mayor facilidad los obstáculos e imprevistos que se nos presentan, pues nos permite redirigir las tensiones y emociones de lo inesperado hacia un propósito superior.
Ante la incertidumbre, es útil buscar las soluciones que se salen de la caja, alejarse de respuestas ortodoxas e innovar. Al final del día, las fórmulas que nos han servido en momentos de estabilidad, no serán aplicables cuando las circunstancias han cambiado.
Cuando la realidad está siendo configurada por muchas variables, difíciles de identificar y predecir, lo que conviene es buscar alianzas y colaborar. Lo que yo no alcanzo a ver en una situación, puede ser visto por alguien más con una perspectiva diferente o con ojos más frescos. Sumar diferentes miradas no es solo obtener apoyo moral, sino que permite ampliar la comprensión del panorama.
Por último, la ambigüedad puede paralizarnos, pues la relación entre las personas o circunstancias carece de claridad, y eso nos lleva a actuar con tiento. Así, frente a ella, lo pertinente es ser ágil en las respuestas, dividiendo los retos que enfrentamos en pequeñas partes, para generar soluciones rápidas de alcance más corto que permitan reaccionar con rapidez ante la evolución de los eventos, sin apostar en ello la problemática total.
Estamos muy lejos de volver a tener un entorno estable, si es que alguna vez sucede. El regalo de las crisis que nos tocan vivir, es el reinventarnos, tanto en lo individual como lo social y lo organizacional. Lo que nos toca es aprender a navegar con el vaivén de la vida: ante la volatilidad, mantener una visión superior; ante la incertidumbre, romper paradigmas; ante la complejidad, colaborar y frente a la ambigüedad, responder con agilidad.