Nudos de la vida común
El mejor ritual de prosperidad
Todo lo que el alma desea, el espíritu lo alcanza
Kahlil Gibrán
Las culturas se construyen de rituales y la celebración del Año Nuevo es una excelente ocasión para ello. En México, como en muchos otros países, iniciar un ciclo civil representa la esperanza de un nuevo comienzo, por lo que buscamos fijar esa expectativa a través de ciertos ritos que atraigan la buenaventura. Salud, dinero y amor parecen ser los deseos más populares y existe una amplia variedad de símbolos que utilizamos, tanto paganos como religiosos, para invocar nuestros anhelos.
Estas costumbres, sin duda, dan un sabor y un color especial a nuestras tradiciones, Son elementos que nos unen en la alegría y en la ilusión por el porvenir, lo cual nos mantiene colectivamente en una actitud positiva que sana el tejido social . Sin embargo, con el riesgo de parecer aguafiestas -por lo que me disculpo de antemano, amable lector -, nos estamos sumergiendo en una cultura del pensamiento mágico donde las aspiraciones se pronuncian, pero no se trabajan.
Queremos estar sanos, pero rehuimos a ir a revisiones médicas preventivas, a hacer ejercicio o a cambiar nuestra dieta. Deseamos paz y armonía en nuestras relaciones, pero nos negamos a ir a terapia, pues “no estamos locos”. Anhelamos que nuestro ser querido abandone sus adicciones pero no reconocemos nuestro comportamiento codependiente. Ansiamos ser amados tal como somos, en las buenas y en las malas, pero condicionamos el amor hacia los demás según juzgamos que se comportan con nosotros. Creemos en que Dios, el Universo, la Madre Naturaleza o el Todo está con nosotros o conspira a nuestro favor pero nos olvidamos ser recíprocos con aquello que consideramos nuestro origen. Queremos ser abundantes, pero no estamos dispuestos a ser prósperos.
Con esto no pretendo invitarle a disolver estas prácticas festivas por lo que ha de venir. Por el contrario, le invito a rescatar la claridad que nos pueden traer sobre nuestras metas, pero sobre todo, aprovechar esta emotividad del cambio en el calendario para examinar los deseos más profundos que subyacen a nuestros objetivos. Traer a la luz nuestras más íntimas aspiraciones - el para qué de lo que deseamos - y definirlas con , nos inyecta la motivación y perseverancia suficientes para emprender y mantenernos en el proceso de transformación que pretendemos.
Pero también necesitamos elegir los hábitos que nos apoyarán en nuestro proceso y hacer un plan para ello, puede ser el mejor ritual de prosperidad para convertirnos en lo que queremos ser.
Si nuestra intención es mejorar nuestra situación económica, hagamos nuestro presupuesto anual, anotando nuestros ingresos mensuales ordinarios y extraordinarios, ajustando nuestros gastos para no desembolsar más de lo que nos ingresa, e incluyamos apartados de ahorro. A lo mejor encuentra que su capacidad de ahorro es muy limitada, pero no importa, con que ahorre 10 o 20 pesos a la semana, el hábito se empieza a crear y este es el que le puede llevar a gozar la anhelada libertad financiera. Utilice su tarjeta de crédito solo como medio de pago, no como una ampliación de sus ingresos y evite compras a meses sin intereses, pues como hemos comentado en nudos anteriores, son solo un truco para embaucarnos.
La abundancia se ha convertido en una idea de moda, pues trae una imagen mental atractiva. Sin embargo, no se trata de ser abundantes, sino prósperos. México fue descrito como el cuerno de la abundancia y somos un país sumido en la pobreza. Recibir abundancia es algo muy individual, es cuestión de fortuna y se puede perder con facilidad. Ser prósperos, en contraparte, es cuestión de trabajo, estrategia y crear condiciones favorables para el desarrollo de todos, porque solo en comunidad se puede progresar y ser sostenibles.
Si la pretensión es gozar de salud, empecemos por hacer un recuento de nuestros hábitos alimenticios, de actividad física, de sueño y de consumo de estimulantes. Hay quienes ante la dificultad de resolver necesidades de orden superior como lograr el afecto de una pareja, el reconocimiento de un padre o una madre, la pertenencia a una comunidad o la elaboración de un duelo, buscamos la satisfacción inmediata que puede dar la comida, las bebidas embriagantes, el deporte excesivo, las horas frente a pantallas y videojuegos, entre otros. Quizás la ceremonia que tenemos que hacer en este Año Nuevo es reconocer con claridad nuestras necesidades insatisfechas y trabajar en resolverlas venciendo el temor de pedir ayuda profesional, en lugar de buscar satisfactores que solo sirven como remedio de corto plazo y que postergan una verdadera sanación.
Siguiendo el mismo aspecto de la salud, tengamos también presente que el cuerpo humano tiene mecanismos para autorregularse, lo cual es una buena noticia, pero a la vez, hace que muchas enfermedades evolucionen de manera silenciosa. La prevención es la clave. Hay que acudir a revisiones periódicas, aún sintiéndonos sanos, pues puede ser que nuestro cuerpo esté dando una batalla épica sin que nos demos cuenta. Ir al médico puede ser uno de los rituales más importantes y efectivos en el logro de nuestro bienestar.
Si nuestro anhelo es vivir en amor, con una pareja, con nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo, convirtámonos en personas amables, es decir, en personas con capacidad de amar y que den motivos para ser amadas. No se trata de buscar la perfección de nuestra personalidad, sino más bien de hacer un ejercicio de introspección que nos ayude a ver nuestras luces y nuestras sombras e integrar ambas en el servicio a nuestra vida común. Nuestras luchas y abismos hacen que nuestras cumbres y resplandores sean auténticos y no un privilegio que nos fue dado azarosamente. Atendamos nuestras heridas y dejémonos ayudar a sanar. Regalémonos el perdón como cicatrizante y desde ahí acerquémonos a las personas que son significativas en nuestras vidas. Ahí es donde reside la paz y donde el amor florece.
El mejor ritual de prosperidad está en el encuentro sincero y amoroso con uno mismo, Visitemos nuestra alma y permitámonos asombrarnos con que todo lo que necesitamos está ahí y muy probablemente, en ese viaje, nos encontremos cara a cara con quien es el origen del amor y la esperanza. ¡Próspero 2025 para todos y todas!