Narcoeconomía

“Ignorar el mal es convertirse en cómplice de él.”
Martin Luther King Jr.
En el mes de enero de 2009, poco después de la crisis financiera mundial (2007-2008), provocada en parte por el estallido de la burbuja inmobiliaria de los Estados Unidos, Antonio María Costa, Director Ejecutivo de la Oficina Contra la Droga y el Delito de la ONU (UNODC, por su sigla en inglés), dijo públicamente que "en la segunda mitad del 2008, la liquidez era el principal problema del sistema bancario y de ahí en más el capital líquido se volvió un importante factor", y que “el dinero de las drogas se volvió el único capital disponible cuando la crisis estuvo fuera de control el año pasado”.
Derivado de estas declaraciones, la leyenda urbana de que el dinero del narco había salvado al mundo del colapso económico, cobró fuerza, sin que, hasta la fecha, que yo sepa, exista algún estudio serio público del tema, ya sea confirmando o desmintiendo la hipótesis.
También en 2009, el experto en temas sobre narcotráfico, Edgardo Buscaglia, Director del Centro Internacional de Desarrollo Legal y Económico en México, aseguró que al menos el 65% de los sectores económicos del país tenían una influencia de los traficantes de drogas.
Mas de 15 años han pasado desde esas serias declaraciones, hechas por autoridades en la materia, con un alto nivel de credibilidad; y me atrevo a afirmar que nada ha cambiado, desde entonces, al menos en México, donde la inyección de narcocapitales en la economía incluso ha aumentado; salvo que usted tenga otros datos.
Los fracasos económicos de los gobiernos del primer cuarto de siglo en nuestro país, al menos, han provocado que la narcoeconomía genere base social a sus auspiciadores, lo que complica aún más la ecuación de la lucha contra el narcotráfico y sus actividades derivadas.
Estas reflexiones me llevan a considerar que, a lo mejor, nuestros gobernantes no hacen todo lo que esta en sus manos, como es su obligación legal y ética, para acabar con este cáncer, porque han medido que las consecuencias sobre la economía pueden ser catastróficas.
Probablemente, reducir a su mínima expresión a los cárteles mexicanos sea una operación tan peligrosa, que las probabilidades de supervivencia del paciente -México- sean mínimas, por lo que, quienes pueden tomar esas decisiones, aun y con mucho dolor ético, han preferido el mal menor, que es aceptar que tenemos una narcoeconomía; ello explicaría la defensa férrea de nuestra “soberanía”.
Podemos no compartir la visión, pero prefiero quedarme con esa hipótesis, de lo contrario, tendríamos que considerar otras dos hipótesis: 1. Que es imposible acabar con este problema; o, 2. Que el gobierno está coludido. Ambas me provocan aún más tristeza.
En fin, como sea, parece que sin reforma legal, ya cambio el nombre oficial de nuestro país, pasamos de ser Estados Unidos Mexicanos a Estamos Jodidos Mexicanos.
OTROSÍ: A 31 años del magnicidio de Luis Donaldo Colosio, seguimos en espera del hombre o mujer con su estatura política y ética, que nos saque de este socavón.