NAIM: crónica de un fraude anunciado.../Luisa María Calderón
¡Y sí!
Hace cuatro semanas anunciaron la consulta para decidir si una obra que lleva el 30 por ciento de avance y que es de magnitudes extraordinarias, habría que suspenderla o continuarla.
Hace cuatro semanas también que el peso empezó a perder 'peso' frente al dólar, y hoy, consumatum est.
Todos vimos que fue una especie de muestreo, organizado por voluntarios de Morena que hacían filas igual que cuando se vota, pero antes, y ahí mismo, aleccionados sobre cómo votar; vimos en redes cómo una chica en la soledad de una "casilla de consulta" cruza y cruza y cruza pepeletas que al final contaron para la decisión que se anunciaría la mañana del lunes para decir que va Santa Lucía, y también para leer que los indicadores financieros anuncian retirada de inversionistas, caída del peso frente al dólar, disminución de confianza en México.
Todo eso ya lo sabíamos, y no porque tengamos bola mágica sino porque esa es la lógica financiera. Certidumbre es lo que atrae inversión, no al revés. ¿Y ahora qué sigue?
Me arriesgo a insistir diciendo que este numerito tiene detrás y ha puesto en la mesa, una disputa de dinero entre amigos del electo, que por lo pronto han ganado Jiménez Spriú y su grupo, pero que aún queda un mes de estiras y aflojas. Me resisto a creer que el electo ponga en los cuernos de un venado la economía de un país por cuyo gobierno ha luchado 18 años. Por cierto que en distintas ocasiones señaló fraude electoral y ahora permite burla a la ley, compra de voto, embarazos de urnas o tache continuo y repetido por la opción que su gente ha pedido.
Quiero pensar que seguirá esta disputa, le meterá calor, permitirá diálogo con fuerzas económicas y al fin, aceptará que cambiar de caballo a medio río no ha sido jamás una estrategia de ganar ganar, ni siquiera de ganar perder, es sólo perder perder.
MUERTOS DE HAMBRE
Quiero contar hoy también de una discusión de fondo en la que estoy metida ahora mismo y que es de verdad importante y estructural: nos hemos reunido más de 200 legisladores (yo ya ex) de 80 países para tomar decisiones sobre cómo disminuir las desventajas entre comunidades, pueblos y naciones que hacen crecer el hambre, la hambruna y el sobrepeso.
La relatora de Naciones Unidas ha puesto en la mesa la hambruna como estrategia de guerra —matar al adversario de hambre—, el cambio climático como agente que provoca estragos en las cosechas o en la tierra cultivable, migración por hambre. Guido Girardi, por otro lado, ha planteado que la mayor plaga es la obesidad que ataca hoy a 650 millones de habitantes del planeta y que crece a pasos agigantados por distintas razones, pero que debe ser atajada con una ley que permita a los consumidores saber qué comen, incentivar el procesamiento de alimentos sanos y enfrentar así esta pandemia que mata, mata más que los conflictos armados, el narcotráfico, la guerra, y que es la obesidad de la que debemos salvarnos.
Legisladores de tantos países han decidido luchar por disminuir el hambre y la malnutrición. Aquí están Zambia, Yemen, Siria, Guatemala, Italia, Ecuador, México —una legisladora—, en fin, no diré de qué 80 países estamos, pero tenemos un gran reto y lo hemos aceptado. No sé si eso sea más importante que la farsa de la disputa por tener mano en el negocio del aeropuerto. Y lo comparto porque acabar con el hambre y la malnutrición sí que me parece que dan sentido al ejercicio político.