Monreal: teoría de la sedición
El gobierno de la 4T se asume como un “poder divino”, que emana del ser superior hacia sus hijos y cualquier forma o intento de rebelión, oposición o inconformidad debe ser castigada porque, desde esa lógica, ese comportamiento es blasfemo y atenta contra la “naturaleza del poder”.
El cambio de mesa directiva en el Senado de la República, Cámara que integra uno de los tres Poderes de la Unión, mostró la ruptura de la quiescencia constitucional.
Un grupo de senadores que representan al partido MORENA evidenció en esta transición directiva una mentalidad propia del medioevo, al hacer valer solo la voz de su jefe máximo. “No le regateemos nada al presidente”, se proclamó en uno de los episodios de mayor ignominia constitucional.
Exhibió, además, que Ricardo Monreal Ávila, coordinador de los senadores de MORENA y presidente de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) de esa Cámara, representa una gran preocupación para el Gobierno de la 4 T y de su líder máximo, el presidente Andrés Manuel López Obrador.
De manera subrepticia al darle a Monreal Ávila un trato como su hubiera cometido el delito de sedición, solo generó que su peso político, y por tanto estratégico de cara a la sucesión del 2024, sea hoy mucho más grande de que muchos pensaban, las “corcholatas” incluidas.
Como una cámara de resonancia, el evento de elección de mesa directiva senatorial, donde por fin pudo ser electo, después de tres rondas de votaciones el poblano Alejandro Armenta, cercano al propio Ricardo Monreal Ávila, también mostró la miseria política e intelectual de algunos senadores, como César Cravioto, del grupo de Claudia Sheinbaum, quien con su sumisión dejó corta la definición de abyecto.
Una sucesión de acontecimientos dejó en claro que Ricardo Monreal ha sido y seguirá siendo objeto de la presión de Estado, con todo lo que ello conlleva.
Solo así se entiende la orden que se dio a los titulares de Gobernación, Adán Augusto López; de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval; y de Seguridad, Rosa Isela Rodríguez, para que hicieran el vacío en la plenaria de los senadores morenistas, como un mensaje de que con Monreal el gobierno de la 4T no quiere ningún trato.
La horda de morenistas que siguieron puntualmente la instrucción de intentar diezmar la fuerza política y pretensiones presidencialistas de Ricardo Monreal, vieron como el tiro les salía por la culata, no solo porque no lograron restarle su fuerza dentro del Senado, sino que lo fortalecieron al aplicarle ataques desmedidos, políticos y de Estado.
Esto último, la evidencia de que fue aplicada la fuerza del Estado para intentar frenar o incluso acabar con las pretensiones de Monreal Ávila, cobra especial significado, porque nos remonta a los años 1648 -1680, más de 334 años atrás, cuando el Inglaterra el escritor Robert Filmer trascendió al postular su doctrina acerca del “Poder Divino” o también conocida como el “Poder Natural de los Reyes”.
En su libro “El Patriarca”, Filmer defiende hasta la ignominia el Poder natural, que deviene de los Reyes y del Poder Divino, en el ejercicio del gobierno. En su momento postuló que el pueblo, la comunidad, no puede ejercer ese poder y por tanto se ve obligada a conferirlo a uno o pocos hombres.
Como conclusión, Filmer escribió que el poder civil tiene su origen en la obediencia paternal, erigiéndose por tanto en institución digna. Para Filmer el Poder en manos solo de unos cuantos, sin mayor injerencia ni influencia, debería ser una normalidad.
Apenas el martes pasado, en el Senado Mexicano se volvieron a escuchar algunas expresiones de ese pensamiento paternalista que fue debatido en 1688, fecha de aparición de El Patriarca, y que llevó a otros pensadores, como John Locke, en sentido contrario, a plantear ideas opuestas que devinieron, con el paso del tiempo, en mayores estadios de la libertad intelectual de las personas y el florecimiento de la democracia y la división de poderes.
César Cravioto, al tratar de explicar por qué no acudieron a la plenaria de los senadores de Morena los titulares de Gobernación, Seguridad Pública, a invitación del coordinador Ricardo Monreal, espetó que no se trató de un desaire, sino de un mensaje político, lo cual es cierto, pero el mensaje no era de los funcionarios ausentes en su compromiso, sino del Estado hacia Monreal.
Mientras Cravioto defendía la idea de que haya un Senado “más cercano” al presidente López Obrador - ¿dónde quedó la División de Poderes y la vigencia de la Constitución? - al punto de decir que al presidente López Obrador no se le puede regatear “nada”, Ricardo Monreal le respondía al senador Cesar Cravioto: “A mí no se me da la abyección”.
Algunos sinónimos de abyección son: servilismo, bajeza, degradación, infamia, vileza, humillación, ignominia, indignidad, ruindad.
Se trata, a final de cuentas, de la confrontación de distintas formas de ejercer el poder público.
Los que pregonan un cambio, pero buscan regresar a épocas del poder absoluto, omnipresente y omnipotente, como en el viejo PRI, y los que apuestan por poner fin a los oscuros tiempos de lo políticos abyecto, que nacen, crecen y se reproducen en la abyección, esos que, como retrata el folclor, cuando el jefe Máximo le pregunta la hora, el servil político le responde robóticamente: “las que usted diga señor presidente”.