Monreal, reconfiguración del poder
Como se daba por hecho, la decisión de aprobar o no la ampliación de la presencia militar en tareas de seguridad pública, del 2024 al 2028, generaría una reconfiguración de los espacios y liderazgos de poder real de cara a la sucesión presidencial próxima.
Una vez que el presidente Andrés Manuel López Obrador vio finalmente una aprobación a la reforma militar por parte de ambas Cámaras del Congreso, viene la lectura de la letra chiquita de lo que hay detrás de esa determinación, sin duda histórica, pues representa el otorgamiento de mayores espacios de acción, de decisión y de control por parte del Ejército en tareas de combate a la delincuencia.
La reconfiguración de los espacios de poder comienza con el senador Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara Alta, quien desilusionó a más de uno en Palacio Nacional al lograr el consenso, a contra reloj, en una reforma vital para la presidencia de la República y, lo más importante, generando fuertes fisuras en eso que se llama la oposición.
En una especie de columbio político, mientras el Frente Va por México se iba al sótano y queda prácticamente desmembrada al no lograr mantener el rechazo a las iniciativas de la 4T, Monreal se reposicionaba frente a otros actores políticos pertenecientes al morenismo.
Muchos actores políticos, en los equipos de las “corcholatas”, comenzando por Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard Casaubond y Adán Augusto López, apostaban por el fracaso de Monreal Ávila en las negociaciones.
Se frotaban las manos para saborear como se hundiría el zacatecano si no cumplía con se papel de coordinador morenista en el Senado y sacaba adelante la reforma militar.
Hay quien dice que el propio López Obrador no apostaba a favor de Monreal e incluso daba por hecho su supuesta falta de liderazgo para lograr un consenso.
No esperaba con que Monreal sí lo lograría y no sólo eso, sino que iría más allá al neutralizar a otros personajes y senadores que se las estaban dando de muy independientes tanto del PRI, como del PRD, entre ellos el yucateco Carlos Ramírez Marín, Manuel Añorve y el exjefe de gobierno, Miguel Mancera. Silvana Beltrones la hija del priista Manlio Fabio también voto a favor de la militarización del país.
Tan en Palacio Nacional querían ver perder a Monreal, que mandaron al secretario de Gobernación a, supuestamente, cabildear los votos a favor del dictamen aprobado en diputados y reformado en senadores para que fuera posible la ampliación del Ejército en tareas de seguridad pública, es decir que sigan en las calles, al menos, hasta el 2028. Se utilizó el camino de la presión, más que de la negociación.
Lo que ahora se sabe es que Adán Augusto se creyó su papel de cabildero y promovió reuniones y encuentros, pero en realidad el trabajo fino, la alta política, la hizo Monreal.
Fue quien propuso, cabildeó y convenció a los opositores de que la incorporación de “controles constitucionales” daba certeza sobre el tiempo, la rendición de cuentas, la certidumbre y la legalidad de la participación militar en asuntos de seguridad Pública.
Quienes lo apoyaron en el Senado vieron en las propuestas de Monreal no la posición del gobierno, sino de un senador ponía por delante legalidad y constitucional en una decisión que no podía ser sólo política, como equivocadamente se creyó desde las oficinas gubernamentales donde se armó la iniciativa y cuya autoría finalmente se adjudico el jefe de la 4T, Andrés Manuel López Obrador.
LOS EFECTOS
Adán Augusto evidencio su pequeñez política, por más que diga en corto y a quien quiera oírle que el triunfo es de él. Como posible “corcholata” para la sucesión del 2024, Adán Augusto redujo a la Secretaría de Gobernación a un triste papel de cabildera, generando con ello que la fuerza institucional de esa dependencia quedara fisurada.
Seguramente el presidente López Obrador no cambiará su trato ni su percepción hacia Monreal, sin embargo, algo que quedó claro en el contexto de la reforma militar, que está por concretarse al cien por ciento, una vez que los cambios de Monreal sean ratificados en Diputados y avalada por 18 Congresos locales como mínimo, es que Monreal tiene mucho más oficio y estrategia de lo que pensaban y por tanto lo coloca como un aspirante presidencial con muchos recursos políticos.
Muchos dolores de cabeza les ahorró con su trabajo de negociación política, entre otras cosas porque ya no es necesaria una Consulta ciudadana simulada para que “el pueblo” opinara si el Ejército debe permanecer en tareas de Seguridad o no.
Sobre todo, Monreal sumó puntos en la oposición, dentro de Morena, con el propio presidente de la República y, lo más importante, lo que muchos no logran discernir, es que los altos mandos militares saben que el trabajo a realizar, al menos hasta diciembre del 2028, es por obra y gracia de Ricardo Monreal.