Miscelánea, salud y política
Los abrazos no frenan a la delincuencia
¿Dónde puedo encontrar un hombre gobernado por la razón y no por los hábitos y los deseos?: Khalil Gibran
Faltan 880 días para que finalice el sexenio del presidente electo más democrático en la historia de México, sin duda el más prometedor, quien logró encarnar en su momento las aspiraciones de 30.1 millones de mexicanos deseosos de acabar con la corrupción, la mafia del poder, el neoliberalismo, la desigualdad y muchos lastres más.
De los 56.6 millones de personas que votaron en las elecciones federales de 2018, 53.19% lo hicieron por Andrés Manuel López Obrador, y llegar al poder con ese respaldo era un asunto sin precedente.
El presidente, sin duda, tenía un plan ambicioso, quizá demasiado, no sólo quería gobernar la vida pública, sino también invadir la privada. Comenzó por autoproclamar a su gobierno como la "Cuarta Transformacion" histórica y, para recuperar la moral pública, adoptó la Cartilla Moral de Alfonso Reyes (quien la escribió en 1944, ¡hace casi 80 años!) que predicaba el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a la patria. De este escrito ordenó repartir 8.5 millones de ejemplares entre los beneficiarios de programas sociales.
Pretendió encabezar una revolución ideológica, desde el púlpito de Palacio, con una narrativa alterna a la realidad, con un enemigo principal: la élite neoliberal y sus aliados,creyó que bastaba para sus fines demandar sólo la lealtad de sus seguidores, pero ignoró que tan grande empresa demanda de inteligencia y talento, características muy escasas en la Administración de AMLO.
Quizás el liderazgo carismático del mesías tropical, como lo bautizó Enrique Krauze, presenta por sí mismo carencias: falta de preparación, pues siempre ha manifestado su desprecio por la educación formal, el manejo de conocimiento científico, de idiomas y viajes al extranjero. Como en cualquier liderazgo fallido, su principal enemigo ha sido AMLO vs AMLO. Es su propia caracterología individualista y autoritaria la que le impidió integrar un mejor equipo gubernamental.
En 2019 renunció, primero, Germán Martínez, a la dirección del IMSS: poco después Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda; pasó un año y Jaime Cárdenas dimitió a la dirección general del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (IDPR). En todos estos casos --y muchos más que no abordo--, denunciaron anomalías graves que les impedían ejercer su función y causaban estragos e ineficiencias con recursos públicos. El jefazo ignoró los cuestionamientos y sólo pidió a sus subalternos lealtad incondicional.
A mitad del camino, hemos corroborado que los errores y horrores del pasado neoliberal no son la causa principal de la crisis que vive el país, como desde el principio machaca el primer mandatario. Pese a todo lo que el gobierno morenista ha apostado e invertido --de recursos públicos--, por ejemplo, en el programa Bienestar, la pobreza aumentó en cuatro millones de personas, ellas son parte del 43.9% de la población total en pobreza en 2020, según el CONEVAL.
Y la pobreza seguirá creciendo, al menos durante los años que restan del sexenio, pese al Plan anti-inflación presentado hoy por López Obrador con la presencia de las cámaras empresariales y su gabinete. La presión internacional y la falta de producción nacional de bienes y servicios harán difícil garantizar que los 22 alimentos de la canasta básica tengan un precio justo, pese a la alianza lograda con productores y comerciantes.
Qué decir de la violencia, no obstante la militarización del país, tenemos más víctimas que cualquier nación en guerra, gracias a la impunidad casi total de que gozan los homicidas. Se multiplican cada día feminicidios, desapariciones de niñas, niños y adolescentes y asesinatos de periodistas.
Hay indicios alarmantes de que los abrazos, señor presidente, no sirven para frenar la violencia y si hay que evitar que la delincuencia organizada tome el control total del territorio nacional. Por favor, ya basta, no nos distraiga más con inventar realidades alternas propias de su narrativa, ya no son efectivas para evitar que tomemos conciencia del cementerio en que nos hemos convertido, por violencia o por negligencia en políticas públicas.
Por ejemplo, el subsecretario Hugo López Gatell, a cargo de acciones de prevención de la pandemia de Covid 19, reiteró que ya es prescindible el uso de cubrebocas, recordemos que aceptó medidas de austeridad en la emergencia sanitaria y llegó a alabar la "fuerza moral" que hacía inmune al presidente López Obrador de contagiar a otros.
Su actitud, digna de entrar en un glosario de la zalamería, lo corresponsabiliza con la mortalidad excesiva: poco más de 320 mil muertes, en cifras oficiales; mientras que en la última estimación del exceso de mortalidad en el mundo, México registró 798 mil decesos por el virus SARS-CoV-2. Somos 4° lugar mundial. Por sus antecedentes, mejor ignore a López Gattell. Sigamos cuidándonos, usemos cubrebocas en lugares cerrados. La OMS llama a mantenernos alerta, una nueva ola de la pandemia apareció en Asia, aunque menos letal, todo indica que llegará al continente americano.
Es momento de analizar en forma razonada las acciones de los 1310 días del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, faltan aún sus reformas electoral y la correspondiente a la Guardia Nacional.
¿Qué podemos esperar?
Ojalá y se imponga el sentido común de los mal llamados "traidores a la patria" por las huestes morenistas que se someten sin chistar con YSQ, me refiero a los partidos de oposición PRI,PAN, PRD y MC, y logremos preservar un sistema electoral autónomo, a salvo del control autócrata y del crimen organizado, ambos al acecho.