Milagrosamente, salva la vida Isaac Fonseca frente a público
Una pachanga en los tendidos de Las Ventas y, abajo, en el redondel, un torero pudo haber perdido la vida. Así se podría resumir lo acontecido el Día de la Raza en la plaza más importante del mundo, la del público más insensible, más vano y más polarizado. Sí, al menos el público que se retrató en los tendidos durante la Corrida de la Hispanidad, esa de la que un milagro hizo que Isaac Fonseca siga vivo.
Todo empezó mal desde días antes de la corrida, porque Morante de la Puebla se bajó del cartel, la elección de El Cid, el rechazo total del encierro de Núñez de Cuvillo, y la sustitución con toros de tres ganaderías. Garcigrande, Toros de Cortés y Victoriano del Río. Encierro parchado con más malo que bueno, con más feo que para el recuerdo. Y, en los tendidos, pancartas con letreros descalificadores, jolgorio, barullo, pitos y una falta de respeto total a la fiesta brava, a los toreros y a todo. Qué pinche pachanga.
NO PUDO
Isaac Fonseca nuevamente falló en su intentó de abrir la puerta grande de Madrid, aunque otra vez puso todo de su parte, con toro y sin toro. No se guardó nada el mexicano, pero no pudo desarrollar la faena que quería porque el público no le ponía atención, lo distraía y lo hizo desconcentrarse con el vacilón que había en los tendidos. ¿Reventadores? Tal vez o quizá no, pero sí gente que no debería llamarse taurina por su insensibilidad, por su irracionalidad, por su irresponsabilidad de pachanguear cuando el torero se juega la vida.
Que el público de la Las Ventas ha sido duro, no, que va, más bien fue injusto, sobre todo con el torero mexicano Isaac Fonseca que estuvo en entrega total y se sobrepuso a una paliza del sexto de la tarde para crecerse al castigo y meter la espada que bien merecían por lo menos el premio de una oreja, pero… Sí, pero, siempre el pero por un público que de bien a bien no fue capaz de entender la grandeza torera de ese joven hambriento de triunfo. Insensibilidad también de una presidencia que fue incapaz de premiar la honestidad, el arte y el arrojo del torero.
TODO MAL
Todo empezó mal, todo, y lo cierto es que empeoró en el transcurso de la corrida. Se puede hablar de que el torero michoacano está verde todavía, que Talavante no estuvo en su mejor tarde, de que El Cid quiso, pero no pudo. Claro que sí, a todos les faltó dar el do de pecho, pero lo pésimo de la tarde en la Plaza de la Calle de Alcalá fue un amplio sector del público. Por eso habrá que valorar desapasionadamente lo sucedido en el ruedo, porque la gente fue un factor en contra que lejos de colaborar estableció un ambiente no propicio para una buena tarde de toros.
EL CID
El Cid dejó ver su destreza con capote y muleta, pero no pudo redondear ni ante el de Garcigrande, ni frente al de Victoriano del Río. No hubo, en honor a la verdad, tela de dónde cortar. Y aunque estructuró buenas tandas a pesar de la poca colaboración de los astados, no logró ser quien es, quien ha sido, ni quien puede ser. Otra vez será, será otra vez.
TALAVANTE
Talavante corrió la mano, se gozó por momentos y conectó arriba por instantes. Mas, tampoco, logró ser el Talavante de las buenas tardes, porque no tuvo los buenos toros que colaboran para el triunfo. Sin embargo, nada que reprocharle, nada que haya quedado a deber. Venía de un triunfo resonante, pero acá no tuvo lo que allá. Ahora a ver qué hace mañana y qué realiza pasado mañana. Tiene dos corridas al hilo más.
FONSECA
Isaac Fonseca estuvo en su nivel, en su elemento, en su esencia. Le tocó el mejor toro del parchado encierro, el bueno, el que se espera para una faena consagratoria. Por eso el mexicano empezó a lo grande, saludó con dos largas de rodillas, verónicas y una media de antología; se lució con un quite por saltilleras que remató con una revolera. Le brindó a la infanta Doña Elena. El tercer terció lo inició en los medios con tres péndulos de rodillas que remató con el pase de pecho; luego una serie de derechazos con temple, con imán y electricidad, con seda y terciopelo, pero… su faena fue de más a menos y concluyó con bernadinas. Se dio el bajón porque arriba, injustamente silbaban, jugueteaban, traían una pachanga. Estocada caída tras aviso. Silencio.
Y salió el sexto, el cierraplaza, al que recibió con 2 largas de rodillas, le pinceló verónicas, chicuelinas y una media. Con el percal dibujó estatuarios, cambiados por la espalda y el pase de pecho, pero no conectaba, el público seguía distraído, pachanguero y sin respeto. El de Victoriano del Río empaletó a Fonseca, lo levantó por los cielos, le metió el pitón entre la chaquetilla, lo desmadejó, revolcó, arrastró y le perforó dos veces el vestido; lo tuvo a merced, por milagro no lo hirió. Por milagro, sí, de milagro sigue vivo el Huracán de Morelia.
Isaac Fonseca se levantó con la cara ensangrentada, desmadejado, sacudió su alma, sacó fuerzas de flaqueza, se enrazó y se colocó de rodillas para esculpir pases muy meritorios. Y, ahora sí, el grito de “torero, torero, torero” del público. El joven matador de la Escuela de Colmenar el Viejo pinceló una tanda de ceñidos derechazos, molinetes y manoletinas. Estocada que el toro escupió, concluyó al primer viaje de descabello. Un aviso, fuerte petición de oreja que el presidente ignoró y ovación.
RESULTADOS
MANUEL JESÚS “EL CID”: Palmas y silencio tras aviso.
TALAVANTE: Silencio y ovación tras aviso.
ISAAC FONSSECA. Silencio y ovación tras aviso y petición.
GANADO:
Garcigrande (1° y 2°), Toros de Cortés (3°) y Victoriano del Río (4°, 5° y 6°). Plaza de toros llena. Corrida parchada. El mejor toro le correspondió a Isaac Fonseca (3°, de la ganadería Toros de Cortés). Así sea.