México de milagros
Matar no cuesta nada. México se convirtió de pronto en un país donde, como decía José Alfredo Jiménez, la vida no vale nada. No conozco el mercado, pero hay quien dice que por 5 mil pesos no falta quien haga “un trabajito” y saque de esta vida a cualquier persona.
Sacando datos, los muertos por el crimen organizado tan solo de esta administración deben rebasar los 220 mil, entre muertos registrados y desaparecidos, según cifras oficiales. Este número es superior a muchos datos relevantes de la historia. Por ejemplo, supera en número a los muertos por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial. Es mayor al número de soldados estadounidenses que murieron en la Guerra de Vietnam e incluso más de los soldados vietnamitas muertos en combate (sin contar los civiles fallecidos). En cifras, son 10 veces más de las víctimas de la Guerra del Golfo. Más recientemente, rebasa los muertos que se calculan en el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Así podríamos seguir con la numeralia, en cualquier caso la comparación de cifras resulta espeluznante.
Hace unos días murió en México una joven mujer llamada Milagros Monserrat. Este caso aparentemente no tiene que ver con el crimen organizado y, hasta el momento, pareciera que es un crimen provocado por un robo común. Pero este asesinato, este homicidio callejero, vuelve a sacudir un poco de la conciencia mexicana. Matar por matar se vuelve cosa común en México. No hay sorpresas, se abarata la vida y matar por unos pesos a mansalva resulta sencillo. Así pasa todos los días, en cualquier parte del país, en el silencio absoluto de la normalidad de la violencia. Sin cámaras que lo registren para hacerlo visible y quedando en el anonimato de la impunidad. Pero en este caso fue un “trendig topic” y se registró en video, entonces el asesino se entregó solito, no fue capturado por la eficiencia de quienes tienen que procurar justicia.
En otro hecho, el fin de semana simplemente “desaparecieron” 5 jóvenes en Jalisco que salieron a divertirse. Luego aparecen imágenes donde los tienen secuestrados y amordazados, lamentablemente suponiendo que ya fueron asesinados, porque sus cuerpos aun no aparecen. Con la atracción mediática que ha atraído este caso, a lo más que llegamos es a suponer que los jóvenes fueron confundidos por algún grupo del crimen organizado. Pero ahí está la impunidad y los ciudadanos comunes nada podemos hacer al respecto. Si se confirma su muerte entonces se sumarán a las cifras y crecerá la impunidad en este país.
Mientras tanto, toda la atención del gobierno federal (y de los estatales) está puesta en las próximas elecciones del 2024 que sucederán en nada menos que más de 10 meses. El presidente se mofa de las preguntas de los reporteros al respecto. No es asunto relevante para el interés del gobierno federal. Todas las notas de los medios de comunicación enfocadas a hablar de corcholatas, taparroscas, corchos y demás objetos de contención político-gaseosas. La violencia, el crimen, los homicidios, la impunidad y toda la podredumbre social es mejor meterla debajo de la alfombra mediática y hacer como que no pasa nada. Así estamos y vamos al desfiladero de la conciencia social, del equilibrio institucional y de la dignidad político-institucional.
¿Qué sigue en México? ¿Qué milagro necesitamos para que no ocurran más casos como los de Milagros Monserrat o como los de los jóvenes de Jalisco o como los de miles de víctimas anónimas? ¿A dónde nos lleva esta indolencia desde el poder?
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