Mercado, cuerpo de mujer y maternidad subrogada
No es un tema nuevo, pero si es un tema que debería de legislarse y a generar condiciones para el diseño de políticas públicas; me refiero a la diversidad de nombres con que se podría enunciar: gestación subrogada, maternidad subrogada, vientres de alquiler, gestación por sustitución o útero de alquiler, son tan solo algunos nombres para denominar lo que comúnmente llamamos alquiler de vientre. ¿La denominación nos dirige a pensar si hablamos de madres o de vientres?, o hablamos de gestación subrogada o maternidad subrogada?, es decir, de que hablamos, del cuerpo de la mujer, de la madre, de la gestante, del vientre, del producto, de qué.
Hoy, la tecnología ha impulsado interesantes procesos para pedir a la carta un hijo, que no necesariamente podría ser de una pareja que lo desea, sino solicitarlo a partir de conseguir el esperma, el óvulo, la compañía que prestara el servicio de la inseminación in vitro, así como lo más importante que es el vientre, es decir, una mujer de un país pobre, frente a personas de una economía fuerte que pueden asumir cual contrato de prestación de servicios profesionales para cumplir su deseo de tener un hijo.
Esto que parece tan simple, tiene muchos debates, vayamos con calma; el lenguaje tiene poder, dice Michel Foucault, no es lo mismo decir maternidad subrogada que pocos saben a qué se refiere “madre sustituta”, o sea, la madre biológica termina siento la madre sustituta, o bien, vientre de alquiler, que de inmediato refiere a un acto mercantil en donde se utiliza el cuerpo de la mujer mediane un contrato que deberá respetar cláusula por cláusula, porque tiene una contraprestación que es económica, se paga por ello, es decir, termina vendiéndose el producto que se gesta, o sea, el bebe.
El otro gran tema es el deseo de los padres (Cristiano Ronaldo, Michael Jackson, Elton John, Ricky Martin, Miguel Bosé, Javier Cámara, entre otros que han alquilado vientres, hace mención Carmen Domingo en su libro Derecho a decidir) heterosexuales, o no, que desean un bebe, o unos bebes, frente a plantearse como un derecho, es decir, desear y un derecho no es lo mismo; en 2011 ya el Parlamento Europeo se pronunció porque se reconociera el grave problema de las madres de alquiler que constituyen una explotación del cuerpo femenino y sus órganos de reproducción y precisó que mujeres y niños son objeto de las mismas formas de explotación y que ambos pueden ser vistos como productos en el mercado reproductivo internacional y que ello genera nuevos acuerdos de producción como las madres de alquiler, quienes han aumentado la trata de mujeres y niños y el número de adopciones ilegales transfronterizos.
En el mismo sentido se pronunció el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, así como la Corte de Estrasburgo, es decir, no se puede confundir entre el deseo de una pareja, una mujer o un hombre, respecto de un derecho que le asiste a una mujer de procrear. Se cosifica el cuerpo del bebe, y también de la madre, y no hay ningún principio moral en el saltarse la ley y cometer un delito, son capaces de pagar por conseguir su deseo, aunque en su país sea ilegal. En esta compra pueden seleccionar el sexo, los embriones, la selección genética, con tal de cumplir el deseo de tener un hijo o hija o mellizos. Al estar vinculado con dinero el alquiler del vientre, a mayor costo, mayor exigencia a la mercancía que están encargando, o sea el niño, termina siendo una mercancía pedida a la carta y en la cual no se aceptará que venga con alguna discapacidad o deficiencia, de ahí el trabajo de la empresa médica que asiste el proceso de gestación.
Este proceso de gestación en vientre de alquiler, atenta contra la dignidad de la mujer y genera una violación a los derechos del niño, al no permitir que se conozca la filiación de éste o bien a que conozca a su madre biológica, toda vez que no esta considerado dentro del contrato que se firma sobre el alquiler del vientre, pero ello, de inicio contraviene las disposiciones de la Convención de los Derechos del niño.
Otro de los temas a tratar es el alquiler del vientre, es decir, los tipos de alquiler que existen: un alquiler tradicional, en donde la pareja comitante pone el esperma y la madre que alquila el vientre el óvulo, es decir ella aporta material genético, esto se realizó en las primeras etapas, hoy a evolucionado y existe otra formas que es el alquiler es gestacional, es decir, el esperma o el óvulo puede ser de la pareja que alquila el vientre, y la mujer que alquila el vientre recibe el óvulo ya fecundado para su desarrollo; ahora pueden intervenir hasta seis personas en el proceso, el vientre de la madre contratada, su pareja hombre, los padres comitantes (padre y madre), los donadores del óvulo y el esperma. En España, el Comité de Bioética ha llegado a la siguiente conclusión “la importancia de la gestación en el proceso procreativo y en la vida de cada ser humano o no debe relativizarse y que, en consecuencia, se debe proteger el vínculo de cada ser humano con su madre biológica”, lo que ha supuesto un argumento más en la defensa de la ilegalidad de los vientres de alquiler.
En relación con el cuerpo de la mujer, que es cosificado y que se vuelve mercancía en el mercado, porque no se compra su fuerza de trabajo, se compra una parte del cuerpo de la mujer que se deshumaniza y que puede ser comprada, vendida o alquilada, sus órganos reproductivos; por otro lado, al estar el cuerpo a disposición las 24 horas del día durante la gestación, estamos presenciando un proceso de esclavitud, a la luz de todo el mundo, sin que se pongan restricciones, porque finalmente el vientre de alquiler, entregara el producto o la mercancía encargada una vez que nazca el bebe. Y es que el costo del servicio de alquiler de vientre que incluye todos los servicios va de los 50 mil a 250 mil euros; estos vientres de alquiler serán comprados en países pobres donde la precariedad hace la necesidad de llevar a cabo estos actos de cosificación del cuerpo y del bebe.
En otras palabras, la escases, miseria, situaciones familiares extremas, explican por si mismas, el hecho de ser capaces del desgaste físico, mental, emocional incluso, que suponga gestar un hijo, para que al final se lo quede otra persona.
¿Quien gana en este proceso?, las compañías que se dedican a ello: Subrogalia, Interfertility, y Surrofair, que en el caso de España, reportan ganancias anuales de más de un millón seiscientos mil euros, entre otras muchas que ya operan en el mundo.
El contrato de vientre subrogado, nos plantea también un dilema, y es que un contrato en una sociedad moderna, expresa la libertad de individuos iguales, uno tiene medios de producción y el otro la fuerza de trabajo, pero aquí, se regula una relación de desiguales, porque el contrato redefine las acciones que habrá que realizar para llevar a cabo el embarazo en condiciones óptimas, y ello, genera condiciones leoninas, ilegalidad y porque no decirlo inmoralidad.
Países como EEUU, y algunos de sus estados, así como Rusia, Ucrania, India, Georgia, Armenia o Tailandia aceptan el alquiler de vientres; algunos países han legislado con mayor fuerza para el control como Nepal, Camboya, Tailandia, incluso últimamente la India, y aquí en México: Tabasco y Sinaloa, han generado legislación correspondiente, que solo procede para los mexicanos, y de manera gratuita, y para personas heterosexuales y que no puedan acceder a tener hijos.
En tanto que otros países como Reino Unido, Dinamarca y ahora Canadá, aceptar la subrogación siempre y cuando sea a titulo gratuito y de manera altruista. En tanto que otros países prohíben la subrogación gratuita u onerosa como Hong Kong.
Seguramente después de la venta de drogas, de armas, y de la trata de personas, habrá otros delitos internacionales de grandes impactos, pese a ello, se considera que al año el negocio de los vientres subrogados asciende a más de seis mil millones de euros.
La pregunta es simple, realmente, las mujeres tienen ese derecho a decidir sobre su cuerpo, cuando observamos que en este modelo económico que vivimos, existe un mercado, un patriarcado que facilita las condiciones para llevar a cabo contratos de alquiler de vientre, en donde las mujeres son sometidas, controladas y disciplinadas durante el proceso de gestación en un modelo de esclavitud, y donde entregaran al producto de la gestación como una mercancía pedida a la carta.