Masculinidad y machismo/Gerardo A. Herrera Pérez
Los hombres en sus diferentes brechas generacionales, han de aprender su mandato de masculinidad, y en su momento, habrán de ejercer ese mandato, pero al llegar a ser viejo, pierden ese poder, la autoridad y la jactancia, situación que los hace andróginos, y refuncionaliza ese poder y autoridad, en un tránsito cuasi perfecto que le sigue dando poder, valor, autoridad pero ahora por la vía de la sabiduría y la experiencia.
Los hombres aprenden a ser masculinos con un perfil hegemónico mediante el desarrollo de procesos culturales, aunque la violencia, el poder, la autoridad y la jactancia podrán ser de diferentes matices, derivado del tiempo, modo y lugar del que se hable (genealogía y arqueología del poder); ese aprendizaje, no todos lo llevan a cabo, no todos terminan la lección, y es que algunos desde las primeras etapas de la infancia lograr ser transgresores del género, es decir, se resisten a realizar las tareas que le tocan y legitimarse frente a otros hombres con la violencia que ejercen a través de su poder, del saber, de la autoridad, y desde luego de la virilidad.
Los hombres con masculinidad hegemónica, pero sobre todo en la zona de Iberoamérica, se ha generado un fenómeno en el cual existe un énfasis o exageración de las características masculinas y la creencia en la superioridad del hombre. En este fenómeno se considera que el macho es el verdadero hombre, cuyas características son la heterosexualidad, agresividad, violencia y jactancia.
El hombre machista expone su sexualidad mediante su heterosexualidad, cuya función será demostrar el tamaño de su miembro, su posición fálica más grande, y desde luego, un mejor rendimiento, mientras más grande el falo y la repetición de los contactos íntimos en la relación sexual en una sola ocasión, será más macho.
Ningún adolescente es considerado un verdadero hombre o macho, hasta tanto no pueda alardear de haber poseído una mujer, de ahí la urgencia de los padres de llevar a probar a los hijos con prostitutas, cerrando los ojos, mediante el abuso que se comente en contra de las trabajadoras domésticas o bien dar facilidad para que mantengan relaciones sexuales con sus amigas o novias.
Por otro lado, el hombre casado debe mostrar su machismo, pero también su potencia, a través de la fertilidad, es decir, engendrando un hijo tan pronto sea posible, sino, en la sanción de la sociedad y la aplicación de mecanismo de opresión se le considerara que tiene una pistola con balas de salva, hiriendo su virilidad, por no demostrar la jactancia en la reproducción. Que la mujer o esposa este embarazada o criando niños permite mantener el control sobre dicho cuerpo a través de someterla en la casa
La potencia expresada en su jactancia debe ser conocida por su grupo relacional, debe alardear e inventar historias con relación a su potencia y conquista de mujeres. El macho conquista y engaña a todas las mujeres que pueda, pero al mismo tiempo defiende a sus hermanas de que puedan caer en conquistas de otros hombres, puesto que las mujeres de su familia, iniciando con la madre, quienes deben de permanecer vírgenes para el matrimonio, y en el caso de la madre una virginidad marital, únicamente de su padre.
Los hombres son sexualmente libres es una verdad cultural, pero el matrimonio no es una limitante para la búsqueda de otras mujeres, quien se casa es la mujer, los hombres permanecen libres, este será otro signo del machismo; el hombre casado será más macho si busca una “querida” además de andar a la caza de mujeres, que lo lleva a poner en ocasiones casa chica para la querida, aun en condiciones de mucha precariedad, se observan varones con intercomunicación íntima con dos o más mujeres, es decir, la pobreza o precariedad no para el machismo.
El macho en su relación con su mujer es la de ser el dueño y protector, acompañado de la superioridad no-sentimental y completamente alejada sobre todo en las clases con algún nivel de pobreza. El macho muestra su masculinidad diferenciándose de la mujer, porque ella es sentimental y afectiva y él es frio, nada cariñoso. Ella, claro lo ama, pero él la conquista. El desapego emocional es parte de la superioridad del macho sobre la mujer.
El macho y su mujer creen en la superioridad del hombre en muchos aspectos. Los hombres pueden humillar, golpear a sus mujeres y diversas dimensiones de violencia, porque son suyas y porque ellas consideran que son sus maridos.
La jactancia del macho los hace tener muchas aventuras extramatrimoniales, que justifica la mujer y acepta, al final ellas son las esposas; y es que el lugar de la mujer es la casa y del macho la calle.
El macho no tolerara que su mujer se atreva a levantarle la mano o a pegarle o desobedezca sus mandatos, toda vez que es el jefe de la casa ante su familia y ante sus amigos hombres debe de evidenciarlo para no perder la fama de macho, es decir, también el macho construye su fama. El macho puede pegar en la casa, pero sabrá respetar y no abusar socialmente a la mujer, es decir el macho simula de buen trato.
La esposa del macho no debe mostrar independencia, sobre todo independencia económica, porque perderá la supremacía del poder el macho, ni mucho menos deberá de hacer quedarle en evidencia de falta de poder frente a otro hombre, porque le pegará para que aprenda quien es el jefe de la casa. Expresaba Eduardo Galeano, la mato por dirá que es su mujer y no porque le tuviera miedo.
El macho como dueño de su mujer, no permite libertades, pues de lo contrario se rebaja, los celos son un rasgo común de macho. Los celos y la agresividad es el componente para que la mujer reciba golpes, violencia física, o cometer feminicidio por celos o infidelidad.
El uso del lenguaje obsceno es otra característica del macho, con ella se reconoce su carácter fálico y sexual, dicharachero, y expresivo de todo lo relacionado con la sexualidad y su falo.
Cada hombre trata de demostrar el más macho el más hombre, el poderoso físicamente, en reciprocidad cada mujer espera que su hombre sea el más macho, el más guapo, quien la protegerá y defenderá de otros hombres. Los machos no piensan, actúan frente a un conflicto con sus manos, sus piernas serán las armas, pero no el diálogo, y estará listo para atacar cuando sea ofendido verbal o físicamente.
Los machos no tienen emociones, fueron castradas, salvo el amor que pueda tener por su madre. El macho también ingerirá grandes cantidades de bebidas alcohólicas sin emborracharse necesariamente. Ser macho para los mexicanos es considerado como un rasgo nacional y del cual algunas personas sienten orgullo, incluso escuchamos como existen padres que expresan que sus hijos son “bien machos”.
Si no tienes una identidad de macho, entonces, serás un hombre débil, un hombre amanerado, un cuerpo que no responde a las expectativas del género; la debilidad con que actúes estará fuera de los estándares, no pueden hacer uso del poder, de la autoridad y de la jactancia sexual, dicho de otra manera están feminizados, y su conducta, comportamiento y trato de los otros hombres será bajo el enfoque de ser otra mujer por no demostrar su valía de macho.
Me pregunto, y les pregunto, qué tanto somos machos, qué tanto nuestro comportamiento exagerado nos hace daño. Estas preguntas las comentaba con el grupo de Escuela para Hombres, en donde dirijo el proceso académico formativo de deconstrucción del mandato de masculinidad. Pero también son parte de las reflexiones que mantengo con personas importantes en su construcción de masculinidades positivas como Toño Heredia mi compañero y amigo del doctorado de género y derecho, o bien Fernando Reyes Pedraza extraordinario pater familia padre de un hermoso bebe, o con el mismo Xosee López buen esposo y padre de hermosas niñas, Santiago Orozco, ejemplar padre de tres niñas y niños, Carlos Flores padre de un hermoso bebe, Oscar o Juan Manuel Loeza padres también, Gerardo Armando Alanís padre de dos niños, Sergio Calvillo padre de una niña talentosa, y otros amigos más que están generando las condiciones para evitar violencia.