Los pueblos originarios y las elecciones

Acaba de pasar un aniversario más de la invasión europea en América desde aquel 12 de octubre de 1492 y se sigue usando en algunos sectores e instituciones el término eufemístico de “encuentro de culturas”.
Ya casi nadie dice en América Latina “descubrimiento de América” así que el mismo acontecimiento recordado por siglos cambia de significado ahora con la toma de conciencia sobre los términos y consecuencias que tuvo el avasallamiento “evangelizador” y la destrucción a sangre y fuego de las culturas milenarias de todo el continente americano.
El mestizaje impuesto por más de 500 años no ha logrado extinguir los idiomas y las formas comunitarias ancestrales que han permitido la existencia e influencia cultural actual de decenas de pueblos originarios. De hecho, la identidad nacional en México y en Michoacán, no podría explicarse sin esa matriz milenaria y en el caso de nuestra entidad, el bajo número de habitantes reconocidos por el INEGI como población originaria nada tiene que ver con la decisiva influencia cultural que ésta tiene en el conjunto de la población.
Además de lo que representan históricamente los pueblos originarios también son hoy el ejemplo vivo de las formas de vida con las que la humanidad puede avanzar más allá del Capitalismo de nuestros días, el cual amenaza con su extremo individualismo, explotación, opresión y carácter depredador llevarnos al abismo de la extinción en un lapso históricamente muy corto.
Con esta visión entonces hay que abordar el asunto de las coyunturas electorales a nivel comunitario y local, radicalmente ajenas en su contenido y forma a los usos y costumbres ancestrales de estos pueblos. Hoy, en las cinco etnias que habitan Michoacán, hay una clara tendencia al rechazo a la instalación de casillas de votación en sus territorios y al mecanismo de promesas y dádivas que ofrecen los partidos y candidatos tradicionales a cambio de obtener el voto corporativo de los colectivos comunitarios.
Se ha pretendido por mucho tiempo cooptar dirigentes comunitarios para uncirlos a las prácticas clientelares hegemónicas y a los procesos de corrupción y poder individual que se impone sobre los intereses y formas de participación colectiva de las comunidades.
Ahora, en la marcha de la Cuarta Transformación se advierte un giro radical en las relaciones del poder formal que ha abierto Claudia Sheinbaum en su camino a la Presidencia de México.
La experiencia de Claudia en Cheranástico y su compromiso al recibir el bastón de mando de esa comunidad, fue gráfica y determinante. El poder formal se asume ahí como una instancia de servicio y respeto a la gente y hacia los pueblos originarios eso significa no pretender violentar sus formas de gestión del poder, ni chantajearlos con la entrega y manejo de los recursos públicos a los que tienen derecho a cambio de obtener los votos en las urnas para determinados partidos y candidatos.
Contrario a eso, la gestión del poder público en la Cuarta Transformación tiene que cumplir dos requisitos fundamentales con los pueblos originarios: 1) aplicar el principio esencial de equidad: por el bien de todos, primero los pobres, es decir, resarcir progresiva, pero, aceleradamente, sin regateos, el despojo que han experimentado estas comunidades durante más de cinco siglos llevando a su gente a la condición de ser los más pobres entre los pobres. Eso tiene que terminar y 2) respetar estrictamente la vigencia de sus usos y costumbres sin pretender aislarlos o segmentarlos del concierto social general.
En las elecciones, los partidos y candidatos deberán escuchar la voz y las demandas de los pueblos originarios buscando los consensos que permitan recuperar su unidad y fuerza política para ser interlocutores efectivos y respetados por el poder dominante. La participación electoral de estos pueblos debe ser, en su caso, bajo los términos que ellos resuelvan sin que sea factor de fractura en las relaciones interétnicas e intercomunitarias para constituirse en espacio de vanguardia para la transformación solidaria y sostenible de esta sociedad.