Los 100 días de todas y todos
Este fin de semana cientos de miles de seguidores y seguidoras colmaron el Zócalo de la CDMX ante la convocatoria para escuchar de la Presidenta Claudia su informe sobre los avances logrados en estos 100 días de su gobierno.
La concentración fue una demostración de fuerza de las bases de apoyo de la 4T y su dirigenta. Ella se encargó de dejar claro que el balance de estos primeros meses no es un tema personal y que el casi 80% de apoyo popular del que goza convierte el saldo del período en un verdadero logro compartido. La frase con el pueblo todo, sin el pueblo nada no es pose como en los períodos del priismo y panismo y no es casual que el reporte que dio Claudia Sheinbaum de la obra pública, el incremento de los programas sociales y el buen desempeño de la economía estuvo al nivel de las expectativas porque el empuje de la Presidenta ha coincidido con el buen desempeño de las estructuras del gobierno y el acompañamiento masivo de la gente en sus intensos recorridos por el país, además de la sintonía política pueblo-gobierno que mantiene la comunicación de las mañaneras.
En el marco anterior, la crispación social de las mayorías ante los embates del próximo Presidente de EEUU contra México ha derivado en indignación activa y airada. Las redes sociales dan cuenta de ese fenómeno y en el mítin del Zócalo este domingo fue evidente el respaldo a viva voz que le dio la gente y que se extiende por toda la geografía de México y de las áreas más pobladas por migrantes en EEUU.
Se puede documentar que el espíritu patriótico en México en los últimos meses no se veía desde la época del General Cárdenas con la expropiación petrolera.
Lo anterior anuncia un nuevo e inédito escenario político tanto en México como en EEUU porque se pone en el orden del día la necesaria organización social y política de millones.
Si la manifestación vía electoral de 36 millones de personas a favor de la 4T fue determinante para realizar cambios importantes en la vida pública y en la democratización de los poderes de la Unión, las agresivas y hasta ofensivas manifestaciones contra México y la población migrante durante la campaña por la Presidencia en el país vecino han encendido los focos rojos haciendo imperativo que esa gran fuerza política avance hacia niveles superiores de organización y de movilización, tal como sucedió en el sexenio cardenista y en diversos momentos de la lucha cívica y pacífica deAMLO, dados los embates del grupos y poderes imperialistas y de los sectores de la derecha aliados de ellos en México.
La perspectiva señalada tiende a escalar con Donald Trump, pero, en los poderes del llamado “Establishment” estadounidense no hay diferencias de fondo tratándose de política migratoria; ya Biden del Partido Demócrata lo demostró con una actitud hostil hacia México al expulsar el año pasado a más de 200 mil personas, repitiendo el trato de Obama y a pesar de la retórica de la Casa Blanca y de su embajador en México, se avalaron las represalias por las medidas restrictivas que el gobierno de AMLO aplicó a las agencias norteamericanas de inteligencia (FBI, DEA, CIA, etc.) que operaban en el territorio nacional con patente de corzo, sin control alguno de los gobiernos neoliberales.
No puede negarse que en esa línea el secuestro del “Mayo Zambada” fue diseñado y operado desde EEUU en una clara provocación violando las reglas más elementales de carácter diplomático y político entre países que se suscriben las normas del Derecho Internacional.
Dado lo anterior, la generación de un proceso de organización política y social de millones de personas afectadas en ambos países, destaca como una consecuencia positiva derivada de la agudización de las contradicciones en las relaciones EEUU y México. En ese proceso tendrá un papel central, sin duda, el avance cuantitativo y cualitativo del partido MORENA como fuerza de defensa y contención frente a los excesos del país vecino, pero, principalmente, como instrumento de un avance pacífico, histórico e irreversible de la Cuarta Transformación de la vida pública de México.