Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
LA PIEL Y LA POLÍTICA
Mientras el país se envolvía en un largo proceso electoral que padeció de todo, situaciones ya de por si alarmantes se dejaban de lado. La Secretaría de Salud ha reconocido que la salud de los mexicanos tiene serias deficiencias y aunque se mencionan males cardiacos, diabetes, cáncer, enfermedades del higado entre los diez principales, hay casos como los de la piel que no entran en las prioridades pese a su aumento en los últimos años. Una de ellos es la dermatitis y principalmente la capilar ¿Que la está causando?, nada menos que un elemento que se usa cada vez con más frecuencia para mejorar el aspecto físico y en muchos casos exacerbar la vanidad: los tintes para el cabello. Hace tres años, la propia secretaría hizo reformas a los acuerdos sobre estos cosméticos y la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), pidió revisar los componentes de esas tinturas, les dio un plazo a las empresas fabricantes de esos productos para eliminar su acervo pero no se ha publicado el resultado de esas medidas. El propio IMSS en diagnósticos especificados en recetas, menciona directamente los tintes de pelo como causante de dermatitis capilar y da corticosteroides de uso prudente.
En México el uso de tintes va en aumento, mientras en países como Estados Unidos un tercio de la población femenina mayor de 18 años ya los usa y diez por ciento de los hombres que rebasan los 40. Los tintes son cosméticos que utilizan hasta 5 mil sustancias para su elaboración y no se tiene claro si algunas de ellas son cancerígenas. Esa industria generaba en el 2016 ingresos al país de 3 mil 600 millones de dólares y era considerado un sector estratégico porque además genera más de 200 mil empleos. Las disposiciones que regulan el uso de tintes en el país son muy especializadas y aunque algunas empresas hacen advertencias en sus cajas sobre el peligro de las reacciones cutáneas y efectos tóxicos, no hay control específico en su aplicación en estéticas y peluquerías. En años anteriores los efectos de los tintes eran visibles sobre todo en actrices del pasado que usaban agua oxigenada para aclararse el pelo y terminaban usando pelucas ante los resultados nocivos. El avance de la cosmetología si bien ha modificado fórmulas no ha podido desprenderse de sustancias, como el amoniaco, que son fundamentales para cubrir canas. Y esto produce peligro en la piel, todo para lucir reflejos multicolores en el cabello.
SIQUEIROS, LA PIEL Y LA ENTRAÑA, ¿DE QUE COLOR ES EL ALMA?
Cuarenta y dos años se cumplieron este mes de julio, del golpe que Luis Echeverría le dio al Excélsior de Julio Scherer García . Hoy, El periodista ha muerto y el ex presidente se debate en su ancianidad entre el descrédito y el desprecio, en un México convulso en el que los periodistas siguen siendo el blanco de políticos y grupos gansteriles. La semana anterior fueron asesinados otros dos. Recordemos a Scherer con el retrato aproximado -porque el gran pintor lo desdijo a veces como Scherer lo dice en el prólogo-, que hizo de José David Alfaro Siqueiros, en fechas que no se precisan en el libro, y que tuvieron que ser entre 1960 y 1964 años en los que el pintor estuvo en la cárcel. Muchas y a menudo fueron las visitas que el entonces reportero antes de ser director de Excélsior, hizo a Lecumberri donde se encontraba Siqueiros. Cincuenta y dos pequeñas semblanzas llenas de datos, color y poesía, se insertan en el librito La piel y la entraña (Ediciones Era 1974, de diez mil ejemplares. Primera edición 1965) del fallecido director de la revista Proceso. Cada semblanza encierra una historia, de pintura desde luego, de los pintores que acompañaron a Siqueiros en el muralismo -Diego y Orozco- de música, de vida, de explosiones diversas del carácter del pintor y de la descripción exhaustiva que realizó sin cansancio alguno el periodista. Libro tan entrañable, como la entraña a la que remite, que debería de ser reeditado y lanzado de nuevo como un baluarte del periodismo y de la pintura. En la semblanza, Pero, ¿de que color es el alma?, Scherer dice que pasaba en su largo transitar en Lecumberri por el pasillo donde estaban los reos peligrosos, cuyos pies colgaban de un tapanco mientras platicaban -algo insólito- del alma y se preguntaban de que color sería. Algunos la pintaron de color de nube, de agua, pero entonces pasó frente a ellos uno de los reos más peligrosos Romero Carrasco, y les dijo en una curiosa y sorpresiva muestra de poesía en un asesino: “...el alma es color tornasol, y cambia como la luuuz, como la sombraaa, como el maaar, como los anocheceres, como el amooor, como las rosaaas...”. Como cambia, el color del pelo de las mujeres y los hombres.