Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
El que piensa diferente y el que critica, siempre estorban. La similitud entre Oscar Wilde y Julián Assange nos lleva a la censura. Incluso al mismo país, Inglaterra. El primero tuvo una muerte temprana tras los trabajos forzados a que fue sometido en la cárcel de Reading y a la presión moral que se ejerció sobre él por tener una vida diferente. Las hipocresía victoriana se puso en marcha. Assange, certificado por la propia juez que negó su extradición, tiene problemas mentales, encerrado en una mazmorra y perseguido por un país implacable con sus críticos. Lo que está en juego en este caso, son los grandes intereses de Estados Unidos. Los peores crímenes de la humanidad se han cometido por la censura; por la doble moral que la contiene o por intereses que están en pugna. Tanto el país del norte, como el de la gran isla ponen cada uno su parte. Es la urgencia de eliminar, callar, desparecer, expulsar, despedir o anular al que no piensa como nosotros. Pequeñines como los que habitan el INE, prefieren los intereses en pugna y desde hace tiempo maquinan todo tipo de formas para bloquear el paso a la 4T. Las listas aprobadas por su Consejo el viernes 15 de enero, cercenan buena parte de las posibilidades de la Mañanera y exhiben una lucha por el poder que se expresa sin recato, incluso a partir del ridículo. Solo les faltó a los señores consejeros prohibir que el señor de la presidencia respirara. Aunque por sus mandatos y expresiones corporales, lo deseaban.
WILDE FUE CENSURADO POR DANDY, COMO LOS INGLESES LLAMAN AL REBELDE
Nacido en Dublín en 1854, Oscar Wilde asumió la nacionalidad inglesa, para donar en una sociedad victoriana en la que se expresaban no obstante grandes contradicciones, un talento que se manifestó en muchas expresiones del arte, la crítica, el cuento, el ensayo, la novela, la poesía. La suya es una obra que trasciende y se sigue leyendo y reproduciendo en filmes, escenarios, series, ediciones diversas. Su personalidad ingeniosa, cercana a los cánones de lo que se llamaba decadentismo, le dio una fama festiva que los estadounidenses quisieron ridiculizar en un largo recorrido que hizo en el país del norte para dar conferencias. El vestuario, su pelo largo, causaron el mismo escándalo que causaron los hippies en su momento. Las condiciones estaban creadas por la censura que le hacían las clases flemáticas y conservadoras, frente al jubilo que causaba en sectores abiertos, cuando fue llevado a juicio por sodomita, como lo tildó su acusador, el marqués de Queensberry. El juicio causó escándalo mundial. Ante él, Wilde no se amilanó, siguió actuando con su misma apertura de costumbres y su gran ingenio y talento. Eso fue lo que lo perdió dicen algunos analistas. Ante el triunfo de los censuradores de doble moral, Wilde fue enviado a prisión con trabajos forzados por dos años, a una cárcel a la que dedicó La balada de la cárcel de Reading, en pleno encarcelamiento. Ahí también escribió su famosa carta a su amante lord Alfred Douglas motivo de su encierro, De profundis.
WILDE ESCRIBIÓ SU LIBRO MODERNO EN LA PLUMA DE SU NIETO HOLLAND
Abandonado por su esposa, que le cambió el apellido a sus dos hijos, por el de Holland, Wilde se enfrentó a la ruina moral y económica y murió abandonado en París el 30 de noviembre del 1900. Usaba el nombre de Sebastián Melmoth. Hizo 120 años el pasado noviembre. Su único nieto, Merlin Holland, hijo de su hijo Vyvyan, editor, periodista y biógrafo, ha escrito varios libros sobre su abuelo y logró recuperar los documentos, que son históricos, de su juicio. En estos se muestra la gran personalidad del creador, la manera ingeniosa que recreó en forma permanente durante las audiencias y su actitud cuando callaba al fiscal acusador, con una simple frase de ingenio. “Cualquier cosa que induzca a pensar a cualquier persona de cualquier edad, es buena para ella”, es una de sus famosas respuestas, mencionadas por sus biógrafos. El recorrido que hace Holland por aquellos que juzgaron al gran irlandés, es en realidad, con todas las respuestas de su ingenio, la recopilación del último libro que Wilde creó en años recientes, se ha dicho. Su nieto lo reconoce así. Y su libro con un título irónico, El Marqués y el sodomita (Harper Perennial 2004), se suma a su novela El retrato de Dorian Gray, La importancia de llamarse Ernesto, El abanico de Lady Windermere, El príncipe feliz y muchos más. Busqué su poema Ravenna en español, con el que ganó el premio Newdigate 1878, cuando tenía 24 años y no lo encontré. Las bibliotecas digitales tan acuciosas, parecen haber aplicado la censura al poema y señalan que se necesitan más votos para incorporarlo, ¡142 años después! Su nieto ha dicho con toda certeza para señalar esas actitudes: “Cuando mandaron a mi abuelo a la cárcel por quebrantar la ley, también libraron a la sociedad de un rebelde”