Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Libros de ayer y hoy
Las aceras son para caminar
Teresa Gil
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La situación en la que Miguel Ángel Mancera dejó la ciudad -saqueada y alterada en muchos aspectos-, ha orillado al nuevo gobierno a tomar decisiones que no siempre agradan a la comunidad. Una de ellas la de dar a las aceras, pasos peatonales o camellones, una nueva utilidad cuando ya de por si esos espacios destinados para uso peatonal, tienen todo tipo de ocupaciones, expansión que se ha ido ampliando en pueblos y ciudades y que los gobiernos parecen no tomar en cuenta; el peatón es el elemento más olvidado de las poblaciones. La Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México ( Semovi), contrata empresas como Mobike y Ubike, que instalan bicicletas y patinetas, entre otros adminículos, en los espacios mencionados. Por lo general las instalaciones de las bicicletas que convierten a los gobiernos en copartícipes de la transacción cuando se supone que la empresa es privada, se hacía en uno de los carriles de la calle, pegados a la banqueta. No invadía ésta. Algunas constructoras ya dueñas de la ciudad en el sexenio de Mancera, maniobraban a su antojo para quitar y poner tales instalaciones si les estorbaban en sus negocios. En muchas alcaldías -la panista Benito Juárez un ejemplo que viola todas las normas- esa invasión tiene mucho tiempo, igual que el uso que dan a fonderos, vendedores y restauranteros a espacios destinados al transeúnte. Deben recolectar mucho dinero esas alcaldías -o debajo del agua-, porque por más que los ciudadanos se quejen no hacen nada. La movilización en varias colonias la última semana de enero, rompió ese esquema ante la amenaza de mayor expansión de esas empresas, que avanzan para quitar al espacio público su carácter de tal. Al respecto, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum reconoció la situación y anunció que las empresas pagarán una contraprestación por el uso del espacio público”. Pero eso contrapone la definición de acera.
LA CDMX LEE LA PLANA A LOS LINGÜISTAS. LA ACERA ES PEATONAL: LAROUSSE.
Puntual, el diccionario Larousse dice que acera, es “ la parte lateral de la calle reservada a los peatones”. El diccionario de la lengua española es por su parte, un poco oscuro -como ahora lo es su gobierno en torno al golpe en Venezuela-, porque habla de “particularmente” reservada a los peatones. Acera, define es la ”orilla de la calle o de otra vía pública, por lo general ligeramente elevada y enlosada, situada frente a la fachada de las casas y particularmente reservada a los peatones”. Cuando la academia española fijó esta definición quizá en España ya se estaban usando las banquetas para los vendedores o para todo tipo de adminículo y dejó abierta la posibilidad “particular” que también se interpreta como “especial”, para que funcionarios como Andrés Lajous Loaeza, titular de la Semovi, pudieran usarla. Pero un paso peatonal o reservado para eso -tal como otras reservas como los espacios para discapacitados, etcétera-, son eso, espacios concretos que no pueden alterarse. Podrán ser pequeños como en algunas colonias y más amplios en otras, pero tienen una función específica, así el gobierno haga un reglamento para justificar otro uso. Esos funcionarios no han pasado por los centenares de puestos que hay en las colonias Cuauhtémoc, Benito Juárez y otras, en los que en las banquetas, hasta la comida que engullen los clientes parados ensucia la ropa de los transeúntes.
PÁEZ: LA ACERA LACERA. RECORRE EL POETA LAS ACERAS DEL ABANDONO
El poeta, escritor y periodista Pino Páez, autor de varios libros algunos presentados en Bellas Artes, un amplio poema como Luz Patibularia, entre ellos, usa la acera como un punto de partida plagado de poesía, para describir a los que han sido orillados -en el estricto sentido de la palabra-, a vivir en la calle. Personajes, todos singulares que ejercen los oficios más dispares y se nutren del día y de la noche, para acariciar cuerpos en acompasados masajes, atrapar sombras para aliviar dolores o invocar al Che Guevara, con el radiante vestido color naranja que se cae a pedazos. Hermoso libro, La acera lacera (cronicario de un transeúnte sin destino) fue publicado en el 2005 y tiene la reserva de los derechos del Municipio de Ciudad Nezahualcóyotl. En su lenguaje, Pino, describe lo que pasará con las aceras en la CDMX: “La acera lacera, van convirtiéndose las banquetas en un receptáculo de improntas que se adivinan flageladas, desconocidos peregrinajes que los siguientes camineros verán con el temor de tropezarse con el vértigo”.