Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Una demanda permanente e inútil hicieron ante Mikel Arrriola Peñalosa. muchas organizaciones de la sociedad civil- el Barzón entre ellas-, para exigirle el cese a la promoción de alimentos chatarra, pero el actual precandidato del PRI a la CDMX, permaneció sordo. Ahora sale a relucir una seria acusación sobre la autorización que dio para la vacuna del dengue a personas que no habían sido infectadas, protocolo que está prohibido por la gravedad de las reacciones.
Las primeras demandas que exigían limitar el consumo de azúcar de los refrescos, se iniciaron en 2011 y siguieron durante los casi cinco años en los que el señor Arriola permaneció al frente de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris). Las encabezaban organismos como Salud Crítica, Alianza por la Salud Alimentaria y otras que se apoyaban en los reglamentos de la Organización Mundial de la Salud, para exigir cambios formales de la mencionada comisión al uso de empresas mexicanas y transnacionales, respecto al etiquetado, los porcentajes de consumo de azúcar y grasa y la eliminación de la promoción a destajo de alimentos chatarra. Los datos han sido traídos a colación y publicados en los últimos días por medios de comunicación como SinEmbargo, pero a la par se reproducen las cifras de diabetes y obesidad que agreden a México y que constituyen en el primer caso, una de las principales causas de muerte en el país. La propia OCDE, cercana al gobierno peñísta, hace hincapié en México, uno de sus países aglutinados, como el primer lugar en obesidad, en tanto que INEGI destaca el aumento de las cifras de la diabetes 2, en un porcentaje que casi llega al 10 por ciento. Todos esos márgenes de aumento en la salud de los mexicanos, se dieron cuando el señor Arriola estaba en la Cofepris, en la que duró del primero de marzo de 2011 al 8 de febrero de 2016 cuando arribó a la dirección del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). En este, impulsó medidas administrativas, la famosa Unifila entre ellas, que no aporta nada a la hora del desahogo de citas. En ese inter de 22 meses, Arrriola visitó varios estados, en los que sus premisas eran muy diferentes a las del IMSS, -ya se notaba su aspirar político-, e inició la búsqueda de mejorar la situación financiera de la institución que ya estaba encaminada por la anterior dirección. Hubo además una larga campaña, muy costosa, en los medios de comunicación que ahora le dan cobertura como precandidato, para anunciar mejorías que no siempre se evidencian. La revista Proceso publicó el pasado 11 de diciembre, una información sobre la autorización de Arriola en su paso por la Cofepris, al uso de la vacuna del dengue, que había sido refutado por el Instituto Nacional de Salud ante la peligrosidad de aplicarlo a personas que no han sido infectadas, pero que el funcionario no tomó en cuenta. Se trataba según el medio, de darle cobertura a la venta masiva de la vacuna de origen transnacional, Dengvaxia. Ahora, acorde a los destapes priístas, que se vale de hombres invisibles en la política -tecnócratas y burócratas-, Arriola sale de la nada en experiencia política, y es uno mas de esos personajes creados en esta campaña electoral, que no toca lo esencial de su carrera administrativa: la grave omisión de enfrentar una enfermedad mortal como la diabetes, que podría llegar a cien mil muertos al año. Y los datos que se le sumen por la vacuna del dengue.
EL HOMBRE INVISIBLE
El dominio ineficaz de un conocimiento lleva a resultados desastrosos. Ese puede ser uno de los principales mensajes que envió Herbert George Wells al escribir su novela de ciencia ficción El hombre invisible (Editorial Anaya 2005, muchas editoriales). Publicada por entregas desde 1897, ha sido desde entonces un clásico de la teoría del científico que no logra concretar su experimento. Wells, escritor inglés, desaparecido en 1946, también incursionó en la política y usó la ciencia ficción para exponer lo que realmente era su posición sobre la ciencia y la técnica. En su biografía se destaca la confianza que tenía en el ser humano para que utilizara esos recursos en beneficio de los demás. Por desgracia, no todos piensan igual y lo estamos viendo en muchos que transitan en la política mexicana. Griffin, el joven científico que se aventuró a ser invisible sin dominar la fórmula que el propio Wells sintetiza en su novela, va por los pueblos ocultando su fracaso y intentando revertir los resultados. Solo lo consigue con su muerte. Impresiona contemplar -así solo sea en las letras de Wells-, al joven Griffin tirado en su defenestración, pálido, exangüe, con el pelo blanco de un albino. La lucha había terminado. Novela corta, un poco repetitiva, con pocas esperanzas para el personaje -pese a la conmiseración que causa-, Wells es determinante al juzgar a Griffin. La situación lo ha hecho egoísta, abusivo, insultante y ha perdido el respeto absoluto por la vida de los demás.