Libre Expresión…/Carlos Alberto Monge Montaño
02 de diciembre de 2020.
Libre Expresión…
Por: Carlos Alberto Monge Montaño.
¿AMLO aprobado?
“El Estado soy yo”. Luis XIV (1638 – 1715). Rey de Francia.
Me sorprende que tras dos años del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador, el promedio de las encuestas señale una aprobación del 61 por ciento y que, según sus propios datos, tras encuesta que realizó el gobierno federal vía telefónica a 2 mil 500 personas, la aprobación alcance el 71 por ciento.
Muy lejos de las expectativas que generó, López Obrador se ha evidenciado como un político más, muy parecido a los que tanto critica. El cinismo que ha mostrado cotidianamente, lo lleva a mentir sin el menor escrúpulo y acumula demasiadas promesas incumplidas, donde indudablemente destaca la de acabar con la corrupción, que lamentablemente prevalece y hasta se ha agudizado.
Seguro de que no se cree sus mentiras y discursos mañaneros, está claro que Andrés Manuel ha sabido utilizar el poder para decir lo que muchos quieren escuchar, a la par que logra mantener con cabeza gacha y comportamiento servil a la mayoría de sus colaboradores, incapaces de osar hacerle ver un error.
La única manera de entender que la aprobación de los mexicanos, como lo retratan las encuestas, es que la mayoría sigue esperanzada en un caudillo que le resuelva todos sus problemas, en un rey que les toque con su cariño para entregarle dinero a través de alguno de sus programas, a cambio claro, de más votos en la siguiente elección.
Tras dos años de gobierno, donde se acumulan mentiras y promesas incumplidas, los funcionarios que inclinan la cabeza ante el máximo líder, prefieren guardar un pragmático silencio que les permita estar de nueva cuenta en las boletas, ganar puesto de elección o alcanzar un cargo bien remunerado; las críticas las dejan con los amigos y advirtiendo que jamás las reconocerán públicamente.
Me sorprende, pero las mañaneras, una evidente estrategia propagandística en lugar de ser una rendición de cuentas, le sigue redituando favorablemente. Las frases elaboradas, verdades y mentiras a medias, críticas y descalificaciones a todos sus oponentes, justificaciones simplonas y constantes ante el fracaso, le han permitido, de manera increíble, que la mayoría de mexicanos, según las encuestas, lo respalden.
La ausencia de una oposición contundente, constante y con credibilidad, también ha favorecido que López Obrador siga bien evaluado. Y es que, por el momento, la abrumadora realidad y sus dichos del presente y especialmente del pasado, son sus opositores.
Sorprendente y lamentable que pueda más una mañanera, una ausencia de oposición, la entrega de dinero a través de programas sociales y electoreros, el pragmatismo de sus funcionarios y la conformista esperanza de que una sola persona, un caudillo, líder mágico o divinidad, resuelva de tajo todos los problemas, que percatarse de la irrebatible realidad.
Se fueron los primeros dos años de gobierno y considero que no ha sentado prácticamente nada de lo que López Obrador denomina la “cuarta transformación”. Ni siquiera ha logrado sacudirse la faceta de candidato opositor y ya está encarrerado a retomarla a plenitud con miras al 2021.
Sabedor de que Morena sin su nombre en las boletas es más débil, realizará campaña proselitista con mayor énfasis, a partir de ya.
Mientras tanto y a manera de colmo, López Obrador tiene sus propios datos, así que inconforme con lo que señalaron las casas encuestadores que le dan un promedio de 61 % de aprobación, se mandó hacer la suya, claro, con recursos federales, y el resultado es que la aprobación es del 71 por ciento.
Y, sin embargo, espero estar totalmente equivocado, me encantaría alguna vez percibir que López Obrador no es un político más, que su gobierno es honesto, transparente y que realmente está luchando contra la corrupción. Pero de momento no lo veo y ya se fueron 2 años, donde un gobernante suele sentar las bases de su administración.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.