Libre expresión
Corcholatas, que no funcionarios, visitaron Morelia.
“La corrupción de los gobiernos comienza casi siempre por la de sus normas y principios”. Monstesquieu (1689 – 1755) Filósofo y jurista francés.
La capital michoacana padeció en los últimos días la anticipadísima precampaña de Morena, el partido en el poder, que hace evidente su menosprecio a los valores democráticos.
No es un asunto menor. Tampoco es mejor que la época priista del “tapado” y el “dedazo”, se trata de un cambio que implica ausencia de honorabilidad, respeto y responsabilidad con las tareas que tendrían que ser prioritarias de quienes ejercen un cargo público o de elección popular.
Las actividades proselitistas implican dinero. Los acarreados cuestan, también los “souvenirs” y la renta de espectaculares. Viajan con recursos del erario, pero su único interés está en la grilla, en posicionar imagen y ganar adeptos. Es tan vergonzosamente evidente, que no quieren hablar de los temas que les competen o de plano, ignoran lo que sucede en el estado y lo que en otra visita comprometieron.
En días pasados, presuntamente visitaron Morelia los secretarios de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón y el de Gobernación, Adán Augusto López Hernández; lo que dejaron claro los acontecimientos es que no vinieron los funcionarios federales, sino las corcholatas de Andrés Manuel López Obrador.
Cada uno a su manera y con sus prioridades, procuraron encuentros con representantes de la sociedad michoacana y del sector empresarial.
El abuso de la función pública y el cinismo para violentar los marcos legales electorales se han agudizado gracias al inquilino de Palacio Nacional. Ante el fracaso de su gobierno en la mayoría de las áreas, López Obrador se autodenominó “el destapador” desde julio del 2021 y con ello, arrancó la batalla por la sucesión presidencial, donde también él, enumeró a las corcholatas en disputa y puso como su preferida a Claudia Sheinbaum.
Al estilo de “el rey del cash” como también se le conoce a López Obrador, hay un evidente y exagerado gasto de recursos de los que todavía no hay cuentas claras, como lo ha señalado el propio senador de Morena, Ricardo Monreal. Dichos recursos seguramente se manejan en efectivo, pero también es evidente que se obtienen del erario. Con el pretexto de ser funcionarios, sus gastos y los de su comitiva, de menos, lo paga usted, estimado lector, con sus impuestos.
De ese tamaño el cinismo. Violentar marcos legales con tal descaro implica un alto riesgo para la democracia de cara al 2024, por eso insisten en debilitar al Instituto Nacional Electoral (INE), quieren ser juez y parte, quieren regresar a la época de la dictadura blanda.
Para colmo, el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, en el pleno del Poder Legislativo estatal y en el marco de un evento que debió ser netamente institucional, optó por su faceta de matraquero electoral para lambisconear a la corcholata López Hernández y externarle que podría ser el próximo presidente de México. No era el lugar ni el momento.
De ese tamaño el cinismo, la ausencia de honorabilidad y de respeto por la tarea que desempeñan; de ese tamaño la ausencia de valores democráticos que los motive a hacer lo correcto.
Como ciudadanos estemos alertas. Desde nuestra trinchera insistamos para que haya división de poderes y se respeten las instituciones, especialmente las electorales que hoy están en la mira del inquilino de Palacio Nacional, el mismo que ha evidenciado sus preferencias dictatoriales.
Estemos alertas y evitemos que una dádiva gubernamental o el pragmatismo nos impidan ser ciudadanos responsables.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.