Las mujeres se empoderan/Gerardo A. Herrera Pérez
Diferentes acciones se realizan desde el ámbito político y de la política pública para el empoderamiento de la mujer; pese a ello, continuamos viendo la aplicación de medidas de opresión en contra de las mujeres. La invisibilidad, el estigma, la discriminación, violencia y la violencia feminicida forman parte de ese corredor androcéntrico que somete, controla y disciplina los cuerpos de las mujeres, y también el cuerpo de aquellos hombres que no lograron someterse al imperio del Sistema de Género.
Hoy, al igual que siglos atrás las mujeres continúan sufriendo la falta de igualdad, de equidad y desde luego de acceso a la justicia. Si bien debo reconocer los avances legislativos desde inicios de este siglos XXI con las leyes de igualdad, de no violencia y de no discriminación, así como las estructuras operativas que existen tanto a nivel federal, como local, incluso municipal y en distintos organismos políticos, los que impulsan la política pública de igualdad sustantiva, seguimos con la misma situación, mujeres violentadas principalmente en zonas rurales, mujeres en precariedad, discusiones de sus temas por hombres y no por ellas, en un largo etcétera.
El día de ayer tuve la oportunidad de conversar con un grupos de al menos 30 mujeres, son mujeres cisgénero, mujeres que nacieron en el cuerpo de mujeres; pero esta no es la realidad social, hay otro tipo de mujeres que no naciendo con el cuerpo de mujer, pero decidieron deconstruirse y construirse socialmente como mujeres, a ellas también se les reconoce el corpus jurídico como mujeres, las llamadas mujeres sociales.
Con ellas comenté, que aún tenemos cifras negras sobre el número real de casos de violencia de género que difícilmente podríamos saber, que si bien las encuestas dicen que de cada diez familias, en siete de ellas existe violencia, cuando preguntamos y precisamos la violencia que se vive, la mayoría de las mujeres expresan que fueron o han sido violentadas en más de alguna ocasión en su vida, y es que no solo hay violencia física, verbal, patrimonial, económica, psicológica, sexual, sino también la invisible, la estructural, la política, la laboral (acoso y hostigamiento), la educativa, familiar, la social, y entonces en algún momento de la vida han vivido violencia las mujeres en cualquiera de estas dimensiones.
Por otro lado, me parece que aun cuando tenemos en Michoacán una Alerta de Violencia de Género, es importante no solo la aplicación de los protocolos y los métodos para atender las problemáticas por las que viven las mujeres, sino que es también importante promover su autonomía, sacarlas del cautiverio en que viven y darles la oportunidad de tomar decisiones en libertad; todo ello en el marco de una agenda que esta fortalecida con recursos públicos para atenderla.
Desde hace muchos años soy un hombre feminista, un hombre que piensa y considera que las mujeres como los hombres debemos ser iguales ante la ley no solo como pronunciamiento sino en la realidad; pero debemos ser también iguales ante las oportunidades.
Los hombres debemos deconstruir nuestras prácticas violentas y construir nuevas prácticas sin violencias, más cercanas cada día a prácticas en la casa y para la familia; debemos construir con una actitud de fortalecer los valores de solidaridad y compromiso social. Debemos caminar sin narcisismos o hedonismos, debemos caminar pensando en el bien común de la otredad sin pensar en el género, y si pensar en las cuestiones de igualdad y no discriminación.
En la vida me ha tocado conocer grandes mujeres, desde quien me trajo al mundo y me enseño la vida en familia, mi madre, hasta mis hermanas y desde luego quienes han sido mis jefas en mi vida laboral, todas han contribuido a mi formación ética y de valores, como las docentes que me han formado profesionalmente como la doctora Mireya Toto, y muchas más intelectuales, como la doctora Marta Lamas, de quien he recibido diferentes conferencias.
Todos estos años han sido de importante crecimiento, desde 1983, que me sume a la primera acción pública del Gobierno de Michoacán para atender a las mujeres campesinas, me refiero a la Coordinación del Programa Productivo de la Mujer Campesina, dirigido en aquellos años por la maestra Clara Ochoa, quien fue mi Directora, al ser yo jefe del departamento de Capacitación y Organización de las Mujeres Campesinas en Michoacán; de esa fecha hasta ahora continuo en un trabajo permanente de atención del género.
Mucho aprendí de las mujeres y de su desarrollo, mi solidaridad está a favor de los cambios y transformaciones sin colonialismos, sin sometimiento y control de los cuerpos, necesitamos de más mujeres autónomas y emancipadas para la toma de decisiones, necesitamos más mujeres que no vivan en cautiverios y que tengan la libertad para decidir.
Michoacán, no puede seguir con tanto dolor de ver la violencia contra la mujer cisgénero o con identidad de género, y viviendo con hombres que cometen feminicidios. Todo esto debe terminar, todo esto debe de tener un fin, el mismo es la nueva masculinidad, trabajemos para hacerlo posible.
Podemos vivir un mundo sin violencia, aceptando que podemos transitar de lo privado a lo público, y de lo público a lo privado sin pensar en el género, pensando como humanos, pensando con tolerancia y asumiendo el respeto de la otredad.