Las mujeres irrumpen en la sucesión presidencial mexicana
Una vez que a todo mundo le quedó claro que la voluntad ciudadana no se puede violentar con mandatos del INE o del TEPJF u otra autoridad electoral, dado el marco constitucional que prevé el derecho inalienable de manifestación y de organización ciudadanas, -diferente a las normas dedicadas a los partidos políticos-; la llamada Coalición Va por México del PRI, PAN y PRD se dio a la tarea de hacer lo mismo que MORENA, es decir, tomar el pulso del sentir ciudadano sobre las preferencias hacia personajes viables para dirimir la contienda que viene.
También un hecho claro que la fuerza determinante de MORENA en el escenario nacional dado el liderazgo consolidado de Andrés Manuel López Obrador y con una mujer como Claudia Sheinbaum encabezando desde hace casi dos años la mayoría de las encuestas serias, está marcando el paso de demás fuerzas políticas.
Si apareció en estos días Xóchitl Gálvez por parte de la Coalición Va por México como supuesta contendiente de Claudia, no será sorpresa que Movimiento Ciudadano cuya dirigencia aún debate si se une a esa Coalición, en caso de no hacerlo, lance a Patricia Mercado como su abanderada, evidenciando así el convencimiento generalizado sobre la victoria de Claudia en la contienda interna de MORENA para el cargo de Coordinador(a) de la Defensa de la 4T obligando a las otras fuerzas políticas a perfilar una contienda entre mujeres a resolverse en los próximos meses.
Con los hechos señalados, para quien dudaba si una mujer puede gobernar a este país, resulta contundente el triunfo de Delfina Gómez como Gobernadora del Estado de México y el propio gobierno de Claudia en la Capital del país, por no hablar de las otras 8 gobernadoras en funciones. Pero, lo interesante no es ya responder a la pregunta si puede una mujer gobernar a México, sino, cuáles variantes puede tener la dirección de este país en manos de una mujer que no se disfraza ni imita a los gobiernos manejados por hombres como ha sucedido en éste y en otros países.
Al revisar la actuación en solitario de antiguas gobernadoras como Griselda Álvarez en Colima, Beatriz Paredes en Tlaxcala o Amalia García en Zacatecas se advierte por el perfil y obra de sus respectivas gestiones que no se pudieron sustraer al esquema machista y patriarcal dominante en sus respectivas épocas y del cual no acabamos de salir.
Pero, hora, tenemos una corriente universal caracterizada por un emergente empoderamiento político femenino que se despliega junto con la insurgencia de los pueblos y clases subordinadas. Desde América Latina, hasta Estados Unidos, Canadá, pasando por la Europa de Merckel y hasta Paquistán, con Benazir Bhutto, por mencionar algunos de los países donde se evidencia este proceso.
En este período histórico, la presencia femenina en el poder político va acompañada de un vasto movimiento insurgente que pasa por las calles y las universidades y va construyendo fuertes acciones de resistencia ante la secular violencia que se ejerce en todos lados hacia las mujeres, al tiempo que se van asociando las reivindicaciones femeninas a las de otros sectores y espacios vitales para la sociedad como la cuestión ambientalista, la de las minorías sexuales y la reivindicaciones de los pueblos originarios y de los migrantes. De ahí que el empoderamiento político femenino ni es un asunto aislado, de un género postrado que se levanta, ni es de carácter pasajero o temporal. Toca las fibras más profundas de la problemática social y humana.
Mientras no se avance, por ejemplo, en la solución de problemas tan graves como el hecho que 9 de cada 10 actos violencia sexual contra las mujeres y niñas ocurren en el seno familiar, no se logrará la sostenibilidad de esta sociedad para alcanzar el desarrollo y armonía a los que todas y todos tenemos derecho. Esa es la importancia del nuevo protagonismo y empoderamiento de las mujeres cuyo paso por el poder político puede abrir caminos de emancipación humana que no hemos conocido.
Por lo señalado, podemos avizorar para los años venideros, nuevos e importantes avances en la gestión pública con la unidad de un inteligente y eficaz liderazgo femenino y un pueblo polítizado y alerta que no permitirá retrocesos. En 2024, veremos la reedición corregida y aumentada de lo que pasó en 2018: el encuentro de un pueblo hastiado de la corrupción y pobreza y de los excesos del poder oligárquico y el papel de un líder honesto y pertinaz entregado a la causa de ese pueblo. Ayer fue Andrés Manuel, ahora será Claudia. En efecto, vivimos ya en la época de Andrés y Claudia con un pueblo levantado.