Las becarias del régimen
Columna: La rebelión de Perséfone
En el régimen partidista mexicano no hay espacio para mujeres no sometidas.
Las obedientes prosperan y todavía manda aquella nefasta frase, “calladita, te ves más bonita”, contra la que hemos luchado por décadas para ser escuchadas.
A nadie debe sorprender que la participación social, empresarial y política de las mujeres sea todavía supeditada a las órdenes de un liderazgo masculino o patrón.
En el ámbito político apenas hará siete décadas que las mujeres tienen acceso al voto y unas cuatro en las que se ejerce con amplitud, el derecho a votar y ser votada. A la Paridad (50 y 50) llegamos hace menos de 10 años.
Es como llegar en los tiempos extras, que te pongan a tirar penales, jugar en cancha ajena y sin conocer bien las reglas, el árbitro te dio chance porque hubo bronca en la tribuna.
De ahí las escenas faranduleras que vemos en los congresos locales, en San Lázaro o el Senado de la República, donde las máximas tribunas del país se convierten en sets de novela chafa, pleitos de mercado, ring y palestra. No solamente por la falta de preparación para el perfil, (hay mujeres extraordinariamente preparadas) sino porque algunos liderazgos masculinos con más experiencia (léase colmillo), han encontrado una excelente forma de golpear, sin ensuciarse las manos, enviando las mujeres de sus fracciones a la batalla, sin argumentos.
En los ámbitos social y empresarial se llenan cuotas, se cumple con la Paridad, a regaña dientes, pero se impone perfiles que de preferencia no tengan problemas con seguir órdenes y dejarse “conducir”.
La lucha por la Paridad de nuestro país está empatada con el movimiento feminista, pero la gran mayoría de las mujeres que estuvieron en aquellas batallas fundamentales, intelectuales, ideológicas, nunca ocuparon un escaño en los congresos. Por eso decimos, “unas luchamos y otras llegaron”.
Hoy Hacemos el obligado corte de caja en México tenemos niveles históricos de Paridad, es decir, que por primera vez en la historia tenemos a más mujeres, gobernadoras, presidentas municipales, diputadas, senadoras, y hasta posibles candidatas a la presidencia. ¿Podríamos decir entonces que ya lo logramos? que la Paridad es un hecho y que impacta directamente en las políticas públicas a favor de las mujeres en este país.
La respuesta es contundente: ¡NO!
Incluso tenemos cifras negras.
En este México, aparentemente paritario, tuvimos una reducción histórica en el presupuesto para las instancias que atienden temas relacionados con las mujeres a nivel local, estatal y nacional.
Aumentó la cifra de feminicidios, violencia política en razón de género, se redujeron apoyos de cuidados dirigidos a las madres trabajadoras y se persigue a las activistas feministas desde el aparato de estado.
¿Diríamos entonces que quedó en una ilusión ideológica la integración y participación integral de las mujeres en todos ámbitos de la vida pública para mejorar la vida de las demás?
Definitivamente, es una pregunta obligada a contestarse con absoluta sinceridad.
La llegada de las mujeres a espacios de decisión, siendo más de la mitad de habitantes en México es obligada, necesaria y deseable para aportar una visión distinta, complementaria.
Sin embargo, el recelo de los liderazgos tradicionales y de las cúpulas de poder a integrar o recibir la llegada de mujeres no sometidas o libres de grupos, es evidente y puede llegar incluso al bloqueo y ataque directo.
Las obedientes son becarias del régimen, llegan al poder desprovistas de poder, llenan la silla perono el espacio, llegan ahí a través del parentesco, la amistad u otras relaciones personales pero sin la libertad de ostentar el poder del espacio que recibieron bajo protesta de silencio y obediencia.
Las becarias del régimen son un mal necesario para desvelar y exhibir las prácticas de simulación en el acceso igualitario al poder. Es decir nos expone que el régimen se protege a sí mismo y rechaza la llegada de nuevos perfiles que puedan hacer las cosas de otra forma que no les sea cómodo. ¡Lo cual significa que es urgente esa irrupción!
De ahí la importancia de la insistencia de brindar herramientas a las niñas para que se acostumbren a tomar decisiones, participar y desarrollar su liderazgo y a los niños para convivir en igualdad de fuerza intelectual y social. No más becarias del régimen, sino un nuevo sistema donde puedan participar al nivel que deseen y hasta donde su capacidad les lleve.