La travesía mexicana con Claudia al frente
Los poderes que debieron enfrentar las fuerzas populares en la Independencia, la Reforma y la Revolución, fueron inmensos. En la Independencia, el imperio español, en la Reforma, los conservadores y la invasión francesa con un país cercenado por el naciente imperialismo yanki y en la Revolución, el poder conservador porfirista apoyado por EEUU en la sangrienta etapa huertista. En ninguna de esas luchas el Pueblo Mexicano logró la emancipación de los de abajo. Hubo avances modernizadores en todos los ámbitos, pero, las élites nacionales y extranjeras se reacomodaron y continuaron hasta hoy medrando de las riquezas de este país y del trabajo de las mayorías.
En la actual Cuarta Transformación, al tocarse el Poder Judicial que es un arma privilegiada del poder de las élites en éste y en muchos países, la reacción de la derecha ha sido airada llegando a lo delirante. El colmo fue el emplazamiento directo del Gobierno de EEUU de consecuencias negativas en el plano económico entre ambos países si se realizaba la reforma judicial.
En estos meses últimos de la gestión de AMLO, los poderes de la oligarquía mexicana apoyada económica y políticamente por EEUU intentaron por todos los medios separar la gestión de Claudia Sheinbaum de la obra de AMLO buscando en esa fractura la oportunidad de anular o cuando menos quitar el filo a la inminente gestión de la primera Presidenta de México. No lo lograron, pero, los campos están definidos y es de esperar un sexenio de fuertes presiones de los vecinos del norte sobre el Gobierno de México.
Del lado de las fuerzas populares de la 4T ya se demostró que es posible avanzar por la vía pacífica y que sólo una oligarquía desesperada puede sacar de ese cauce al proceso de cambio. Hoy, la iniciativa estratégica la tiene el Pueblo con su gobierno democrático y el reto es pasar a un nivel de organización popular más consistente y activa de lo experimentado hasta hoy.
La comunicación cotidiana de la Presidenta Claudia con sus bases de apoyo a través de las mañaneras y de los recorridos por el país, son vitales porque así se logra neutralizar en gran medida al poderoso cartel mediático que monopoliza la comunicación tradicional y una parte importante de las redes sociales; pero, claramente no es suficiente.
Es previsible que la tenaz y directa comunicación presidencial con el pueblo también logre tener a raya a los poderes fácticos eclesiásticos, extranjeros, financieros, militares e intelectuales que respaldan a la derecha y combaten sin pausa a la 4T, sin embargo, se tendrá que avanzar haciendo de MORENA una fuerza organizada presente en todos los territorios y sectores porque a este partido-movimiento de la 4T le corresponde difundir, organizar, educar, promover y defender el proyecto cotidianamente. Sin la herramienta de MORENA como partido en movimiento, la concentración de la comunicación política en la Presidencia desgasta a esa figura y concentra en ella toda la presión que implica dirigir y defender este proyecto.
No basta el apoyo individual de millones hacia la Presidenta, por fuerte y cariñoso que sea el sentimiento hacia ella y no basta llenar el zócalo y las plazas para apoyar el proyecto; avanzar en el movimiento organizado en las bases permite también identificar a l@s mejores candidat@s quienes de verdad harán avanzar el proyecto en todos los puestos de elección popular local, estatal y federal y que alinearán su gestión pública efectivamente con el comando nacional de la Presidenta de México.
Sin la organización eficaz de las bases de apoyo diversos proyectos transformadores en países de América del Sur sufrieron derrotas y retrocesos a favor de las oligarquías apoyadas por EEUU. En aquellos países los partidos que triunfaron con el apoyo del pueblo, se convirtieron a lo más en agencias de colocación para los poderes clientelares.
En México, el Segundo Piso de la 4T requiere entonces un avance mucho mayor en la organización de las bases morenistas y sociales. La crítica situación mundial y la presión histórica de EEUU sobre México y sobre América Latina obligan a incrementar la eficacia del poder popular para avanzar pacíficamente en nuestro país en la irrenunciable lucha por la justicia social y la dignidad de las mayorías.