La Tierra o el mundo/Gerardo A. Herrera Pérez
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Las preguntas, qué significa existir en el mundo?, qué es el mundo?, puedo vivir en un mundo pluralizado, jerarquizado y diversificado social, cultural y sexualmente?, qué es la Tierra?.
Realizo una reflexión desde la posición que nos obsequia Hanna Arendt, filosofa judía, que vivió en los Estados Unidos y que murió en los años setenta del siglo XX. Ella plantea a partir de tres conceptos su posición teórica: la labor, el trabajo y la acción, cada uno de estos conceptos deviene de otro que permite su referente, la labor para la vida, para satisfacer las necesidades y vivir, como los alimentos; el trabajo para el mundo o la mundanidad, es decir de todo aquello que construirá el mundo en el que vivimos, las casas, edificios, transporte y; desde luego la acción para la pluralidad, es decir que queremos ser en ese mundo, como lo queremos ser, es decir la identidad de quienes seremos en ese mundo que construimos. Pero la acción como tal te permite presentarte ante el mundo que compartes con otros.
Dado que las acciones de la mismidad son un ejercicio de responsabilidad frente al otro, cuando te muestras en el mundo, te muestras en libertad, y esa libertad debe no generar presiones para poder existir en un espacio público, llamado la política; la libertad vista así tiene consecuencias. Es decir debemos de comprender no solo pensar en cumplir las normas y generar en consecuencia el comportamiento, sino reflexionar en base a nuestra moral social y los usos y costumbres si aquello que debemos hacer es lo correcto. Recordemos de Hanna Adrent su principal discurso en contra el totalitarismo que vivió ella durante la Segunda Guerra Mundial. Sera bajo este enfoque de la acción para la pluralidad que realizo esta breve reflexión.
Antes de dar respuesta a qué es el mundo y la Tierra, hablemos de quien permanece en uno y otro concepto: “el hombre” como animal humano pertenece a la tierra, en tanto que, “el ser humano” forma el mundo, es decir construye el mundo, todo lo que hay fuera de la naturaleza es invención del hombre, para hacerlo se requiere de distintos elementos, objetos, interacción, acción, discurso, dialogo, en fin.
Para Tomas Hobbes, recordemos, todos los hombres son un solo hombre, baste ver la iconografía de la portada del libro Leviatán, para comprender, que solo existe un gran hombre, constituido por individualidades que no tienen más razón y voluntad que la del estado; es decir, estar subjetivizados, ser sujetos sociales (Michael Foucault); otros teóricos contemporáneos como John Rawls, quien en la “Teoría de la justicia”, ignora también el hecho de la diversidad, de la pluralidad humana; pero más tarde, es decir, dos décadas después, Rawls incluye en su texto, “Liberalismo político”, la cuestión de la diversidad, el pluralismo.
Por otro lado al hablar del hombre, nos remite a una diversidad; recordemos que la pluralidad es fundamento de la política; es decir, la política como lo público. Para Hannah Arendt, la política se sustenta en el hecho de la pluralidad de los seres humanos, es prácticamente su posición. Es decir, los seres humanos como individuos son iguales, interactúan, generan un mismo lenguaje formas que homogenizan para ser considerados como iguales, realmente lo que es diferente, es la individualidad de cada uno de ellos, esto de conformidad con lo que ofrece Bauman en su texto “Vida liquida”.
Para Hannah Arendt, los seres humanos son a la vez semejantes y diferentes, como también sus culturas y las sociedades que habitan y han poblado nuestro mundo. Esto desde luego considera una diversidad o variedad enorme de formas de existencia, de pensamiento, organizaciones sociales para el trabajo, las creencias religiosas, gustos estéticos, incluidos los actos estéticos, los interés políticos, es decir, una diversidad en cuanto a posiciones culturales, sociales, pero igualmente hoy lo podemos advertir, situaciones diversas desde de carácter sexual (heterosexuales, gay, lesbianas, bisexuales, intersexuales, transgéneros, transexuales, travestis, queers) y otras.
En un palabra, el mundo de los humano, existe como tal, no como un universo, sino como un pluriuniverso o pluriverso, nos plantea Hanna Arendt.
De esta manera, el mundo en el que vivimos como miembros de la humanidad funge como un horizonte que engloba a las diferentes estructuras o jerarquías sociales que se han formado a través del tiempo y perviven o no en su totalidad, el mundo está ahí, presente, para los que nacen, y se admiran de él, pero igualmente para los que mueren y quedan en el recuerdo, así como para las próximas generaciones.
No obstante que existe un mundo como horizonte, la heterogeneidad social y sus jerarquizaciones es irreductible a uno de ellos o a una totalidad superior, la que detenta el poder, la que decide. Es decir, aquí yace la importancia de la política, que trata fundamentalmente acerca de estar juntos y en existir en común de los diferentes. Para que la coexistencia en el mundo entre los que son diferentes sea una verdad política, ha de estar organizada de tal manera que sea compatible con la igualdad sin negar la pluralidad.
La política solo es posible ahí donde se construye un espacio de libertad en la cual los diferentes se garanticen en reciprocidad, derechos y se reconozcan entre sí como jurídicamente iguales. La política organiza de antemano a los absolutamente diferentes en vista a una igualdad relativa. Y es la política la que da sentido al concepto de libertad, es decir, sin la política, no sabríamos los seres humanos qué es la libertad.
Surge otra pregunta que nos permite encausar nuestra reflexión, cómo es posible que las diferentes formas sociales y jerarquizadas puedan lograr entenderse entre sí, actuar en concierto y existir políticamente?, para su comprensión nuevamente Hanna Arendt nos ayuda explicando que entiende por “mundo” y “pluralidad”.
El mundo, a diferencia de la Tierra, es un producto artificial, cultural si se quiere, preparado por los seres humanos. La especie animal humana, junto con los animales y plantas, el agua, la tierra, el aire y la luz se encuentran en la Tierra, en contraposición de los seres humanos que habitamos el mundo cultural construido que poblamos de objetos, que no son cosas naturales y que se contraponen a las cosas naturales.
Por lo tanto, el mundo es un conjunto de artefactos sólidos, productos elaborados por las manos del hombre, el que construyo el mundo. Y el mundo está poblado por diferentes cosas, herramientas, obras de arte, instituciones, servidores públicos, computadoras, utensilios, y muchas otras cosas más, como los juguetes sexuales, el alcohol, el cigarro, las drogas sintéticas, el género, las masculinidades, en fin. El mundo ofrece a los seres humanos objetividad, continuidad, durabilidad y solidez que va más allá de la corta duración de las vidas individuales y que abraza a las generaciones entre sí. Si no hubiera mundo para los seres humanos, solo habría los movimientos de la naturaleza, es decir no existirían los seres humanos como individuos con su propia biografía, tal vez solo serían ejemplo de la especie animal humana.
Otro elementos adicional a esta visión de mundo que nos plantea Arendt es la factor de la realidad, sobre ella, nos comenta que es real aquello que aparece y una pluralidad de personas puede atestiguar con cierta confianza y seguridad como común y, por lo tanto, sobre lo cual pueden discutir, entenderse y en su caso llegar a un acuerdo. Por eso, solo puede haber realidad en el mundo.
Sí es real, entonces, existe con cierta permanencia como aparición en el mundo y se halla frente entre nosotros mismos. Lo real entonces es algo público, es lo que aparece como lo relativamente igual ante cualquiera sin que, en su multilateralidad percibida, pierda su identidad y la mismidad.
Estos objetos, o lo objetual no tendrían sentido si no existiera un constructo lingüístico que permitiera la comunicación o la construcción de un discurso y la interacción entre los humanos, con ello, se crea entonces la cosificación de los actos y las palabras mediante los recuerdos compartidos en una comunidad humana.
Es decir, tanto los objetos producidos como las palabras y actos construidos generan las condiciones para las relaciones humanas. “Solo en la libertad del dialogo surge el mundo como aquello sobre lo que se discurre, en su objetividad visible desde diferentes perspectivas. Vivir en un mundo real y dialogar con nuestros semejantes son, en esencia, una y la misma cosa” (Estrada Saavedra Marco: Pluralidad y mundo).
Aparte de la característica objetual, Arendt, expresa que el mundo también es relacional, es decir, resultado de la acción que se mantiene entre los humanos. A través de la acción y el discurso, los hombres crean el mundo humano estableciendo relaciones entre sí que cobijan la vida humana en el mundo. Estas relaciones poseen su propia realidad “objetiva”, es decir en palabras de Arendt “la trama de relaciones de los asuntos humanos”.
Por otro lado, la existencia de romper esas acciones entre los seres humanos, genera formas típicas al crear y reparar vínculos entre los hombres, sin tener que echar mano de elementos ajenos a la acción misma, estos elementos son la promesa y el perdón y vaya que en nuestra Posmodernidad las relaciones entre los individuos se descomponen permanentemente y es utilizada la promesa de cambio, en otros casos, con más enfoque dogmático, el perdón, el perdón y promesa entre padres e hijos, entre novios, entre amigos. Y es fundamental, porque el poder del perdón y la promesa resultan ser la manera adecuada de generar continuidad en relaciones que pudieran ser complicadas.
De esta manera tanto el perdón como la promesa son para los seres humanos mecanismos de control frente a la vitalidad que puede surgir de las acciones entre los humanos y que generen tensiones imprevistas. Así, reiteremos que lo real es algo público; es lo que aparece como lo relativamente igual ante cualquiera sin que, en su multilateralidad percibida pierda su identidad y mismidad.
Aparte de lo objetual y la realidad, también Arendt nos habla de la pluralidad, es decir, de que los hombres y no el hombre, vivan sobre la tierra y habiten el mundo. La pluralidad es una condición necesaria, pero también, es el medio que hace posible la acción. Igualmente señala que la pluralidad es individualidad originaria y diferencia activa: cada humano o hombre es único y singular en su identidad y en su biografía irrepetible, así lo expresa.
La pluralidad humana se compone de dos aspectos esenciales: uniformidad y distinción, que a su vez, se han de clasificar bajo la dimensión del entendimiento comunicativo entre los hombres.
Existe una pluralidad activa, es cuando el hombre expresa de manera activa o voluntariamente esta distinción en forma de un diferenciarse de los otros o de un distinguirse ante los iguales para hacerse escuchar, manifestar su singularidad y participar en un mundo común y compartido.La relación íntima entre pluralidad y acción se refleja en el vínculo inherente de éstos con el lenguaje: sin la palabra, toda acción seria ininteligible: sin el acto, todo discurso seria impotente. Así Arendt percibe en la acción y el discurso la cualidad de ser humano del hombre debido a que nos recuerdan la pertenencia al mundo.
Dedico esta nota a todas las familias que se encuentran en cuarentena, a quienes sin opciones deben salir a trabajar pero se cuidan al regreso a su hogar; a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que están aprendiendo nuevas lecciones de vida, lecciones de competencia para la vida Dedico también la nota a Francisco Garcidueñas y Fredy Pamatz. .