La sociedad paró, el planeta respiró/Gerardo A. Herrera Pérez
A través de los medios electrónicos, veo imágenes que me sobresaltan; aquí en México, en Michoacán, en Morelia, aun cuando hay actividad humana, continúa habiendo personas que transitan en la calle, así como los vehículos, personas que no han dejado de vender y otras de salir a comprar; observo también fotografías de otros países occidentales, donde las calles están prácticamente solas, no hay murmullos, tal vez en algunas fuentes tradicionales, los patos que graznan por el alimento, o perros deambulando por comida, pero no hay personas, no hay vehículos, los humanos están en cuarentena, están en sus casas, conviven en familia, con sus hijos, en valores.
El haber estudiado el doctorado en Ecoeducación, me dio la oportunidad de observar mi contexto de una manera diferente a como yo lo apreciaba, me dio las herramientas para enfrentar desde mi mismidad estrategias para contribuir a sanar el mundo, la ocasión que vi el video la “Historia de las cosas”, comprendí, vaya que comprendí, lo que significaba muchas de las personas cercanas a mí en una sociedad de hiperconsumo como dice Lipovetsky, en donde vivimos a partir de la seducción de los medios para el consumo y la formación hedonista, narcisista, individualista, en la búsqueda del placer, el éxito y el lujo, en una sociedad moderna liquida, viviendo de manera líquida igualmente, es decir, de manera inmediata e inestable.
Los humanos, lo he repetido en infinidad de conferencias, charlas, conversatorios, cursos, talleres, somos tridimensionales, es decir, somos únicos e irrepetibles en lo individual, somos seres sociales con obligaciones y derechos en lo colectivo, pero al ser género humano, somos planetarios, somos seres universales que nos regimos por un mismo pacto civilizatorio que en mucho no ha podido avanzar en crear y desarrollar conciencia social, o mejor dicho ecoconciencia de lo que vivimos y hacemos al atacar impunemente a nuestra casa, es decir a nuestro planeta.
Existen diferentes agendas que nos deberían hacer pensar sobre lo que hoy estamos haciendo como género humano para salvar la tierra; desde la ONU, tenemos la Agenda 2030 los Objetivos del Desarrollo Sostenible; en la OCDE la Agenda 2050, y además, la Carta de la Tierra, un instrumento ético para el cuidado y protección de la Tierra.
Diferentes teóricos de la ecoeducación: Goleman, Félix Guattari, Capra, Boaventura de Sousa Santos, entre otros, han planteado posicionamientos relacionados con la importancia de la comprensión de las crisis que estamos viviendo. Capra comenta en su libro “La trama de la vida”, que nos enfrentamos a una serie de problemas globales que dañan la biosfera y la vida humana de modo alarmante y que podría convertirse en irreversibles en breve. Cuanto más estudiamos los problemas de nuestro tiempo más nos damos cuenta que son sistémicos e interdependientes, por lo que resolveremos los problemas si los vemos y atendemos planetariamente, como el caso de la pobreza y la desigualdad social.
Hoy nuestro planeta está enfermo, como enfermos estamos miles de hombres y mujeres que somos género humano, y véalo usted ahora con la pandemia del COVID-19; pese a ello, esta sociedad liquida en nuestro país, en México, muchas personas en fiestas en casas privadas, en compras, en los supermercados; pero más allá de ello, para hacer frente a estas problemáticas requerimos de un cambio radical en nuestra percepción de la vida moderna, de la vida liquida, un cambio en nuestro pensamiento, en nuestros valores, una percepción que nos indique la importancia de los valores en comunidad y en solides y estabilidad.
Permítame, compartir con ustedes la posición de Félix Guattari, que plantea a través de su texto “Las tres ecologías”, una reflexión importante con relación de lo que está sucediendo en estos momentos con el Planeta Tierra, en donde se aprecia un desequilibrio ecológico que amenaza a corto plazo, sino se le pone remedio; pero esta misma situación ya tensa las relaciones con la vida humana, tanto individual como colectivamente; y lo hace en el espacio familiar, como en los espacios relacionales, o bien, los públicos. Y es que estos tiempos, son tiempos de la Posmodernidad, del Neoliberalismo y la Globalización, que lo importante es el mercado y la ganancia, donde también hace su irrupción la corrupción, el narcotráfico, el agiotismo, como nuevos modelos de acumulación de capital.
Al reflexionar respecto de los problemas actuales que vivimos: la pandemia del COVID-19, el robo de combustible, la destrucción de bosques, el cambio en el uso del suelo, la drogadicción, el desempleo, la pobreza, la desigualdad social, las enfermedades como el cáncer, es necesario acudir a una revisión desde la perspectiva de las tres ecologías: medioambiental, social y mental o humana.
Nos preguntamos frente a este escenario, como vamos a vivir la sociedad (más de siete mil quinientos millos de personas, o bien ocho mil millones como se expresa ya para este 2020) de aquí para delante si continua esta presión a la naturaleza, al medio ambiente y a la biodiversidad para mantener un hiperconsumo, que genera hedonismo, narcisismo, e hiper individualidad y libertad afianzando cada vez valores personales, pero no valores comunales, de solidaridad.
Hoy la revolución informática y robótica aplicada en los procesos productivos, traen como consecuencia el desplazamiento de fuerza de trabajo (en su momento la armadora Fiat, de contar con un mano de otra de 140 mil operarios paso a ocupar tan solo 60 mil operarios en un periodo de diez años, y en ese mismo periodo la productividad aumento en un 75%), es decir se libera fuerza de trabajo y se libera a la vez una mayor actividad humana potencial, al no tener que hacer alguna actividad productiva. Tendremos ahora más depresión, soledad, ociosidad, angustia neurosis, hay muchas cosas por las que hay que trabajar desde el diseño de la política pública. Incluso, hoy existe un segmento de población que no estudia o trabaja pero que vive muchos de ellos en la ociosidad, pese a la existencia de programas diseñados para la atención de este sector poblacional, es decir no alcanza para darlo a todos y todas.
Guattari, explica que solo se podrá atender la respuesta a la crisis ecológica en un diseño planetario, con una revolución política, social y cultural que oriente la producción de bienes materiales e inmateriales; esta revolución también atañe a la sociedad, a la inteligencia y al deseo; pero que hacer si hoy lo que vemos es un consumo desmedido y sin control, un mercado abierto y con una complicidad fuerte de los medios de comunicación para entrar en las psiques de la población y hacerlos dependientes del consumo. Puede ser una posibilidad una revolución planetaria social, pero también puede ser una posibilidad hacer cambios más acotados o pequeños, como nos plantea Boaventura de Sousa Santos (2015) en sus “Epistemología del Sur” la comprensión desde lo local, desde lo glocal.
En este contexto, la lucha de clases obrero/burguesía, por la cual luchaba el socialismo para atender los desafíos de una sociedad capitalista que concentraba el poder y la riqueza en pocas manos, esto ya está extinguiéndose, para dar paso a nuevos desafíos, cómo los que nos comparte Guattari, quien expresa lo que hoy vivimos en el marco de las tres ecologías (naturaleza medioambiental, sociedad y mental o personal) o lo que se llama la “ecosofía”; este antagonismo de la lucha de clases, también se expresa en las cuestiones de la migración a países de occidente y el racismo que se genera, pero también otro tema son las relaciones hombre/mujer, a nivel internacional la explotación del trabajo femenino sigue existiendo, el trabajo de niños y niñas (pese a la independencia sexual de la mujer, y el acceso al aborto y métodos de anticoncepción, continua creciendo la población). Otro tema es el de los jóvenes, en cuyo caso el mercado, la comunicación, y la cultura trasnacional de diferentes corrientes influye en su comportamiento; así como el otro gran tema, es el de los adultos mayores, que están pasando una situación crítica en el marco del Covid-19, principalmente en Italia.
De esta manera, al ya no estar funcionando los sistemas Capitalista, Socialista y Comunista; existe una alternativa, la cual plantea Guattari y la define como la ecosofia la que nos puede indicar las líneas de recomposición de las prácticas humanas en los dominios más variados, tanto en lo individual como en lo colectivo, en lo en la vida cotidiana y en la recomposición de la democracia, en lo urbano, en el deporte, es decir en todas las prácticas sociales.
Félix Guattari, expresa que la ecosofía social consistirá, en desarrollar prácticas específicas que tiendan a modificar y a dar funcionalidad a las parejas, la familia, lo urbano, lo público, el trabajo. Pero adicionalmente, tratará de reconstruir literalmente el conjunto de las modalidades del ser-en-grupo, pero también se trabajará en cuestiones de lo microsocial y lo macrosocial.
En términos de la ecosofía mental o personal, esta deberá trabajar para reinventar la relación del sujeto con el cuerpo, el fantasma, la finitud del cuerpo, los misterios de la vida y la muerte. La ecosofía mental deberá buscar antídotos o generar las soluciones a la uniformización, a la telemática, al conformismo de modas, a la manipulación de la opinión por la publicidad, a los sondeos.
De no impulsar la ecosofia, para la rearticulación de los tres registros fundamentales de la ecología, en términos de la naturaleza, la sociedad y la mente o el hombre, se presagia que continúen asuntos como el racismo, el fanatismo religioso, los cismas nacionalistas, el trabajo de niños, la opresión de mujeres, entre otras, como los feminicidios, los crímenes de odio.
Félix Guattari, nos plantea la necesidad de la recomposición de las prácticas sociales e individuales que ordena a través de tres cuestiones: la ecología social, la ecología mental, la ecología medioambiental, y desde luego bajo un enfoque ético-estético de una ecosofía. Este planteamiento deriva del deterioro que tiene la humanidad con la sociedad, la mente y la naturaleza, no solo por la contaminación y polución sino también por el hecho de un desconocimiento y de una pasividad fatalista de las personas y de los poderes respecto a abordar el problema en su conjunto; al parecer no existe ningún diseño de política pública que integre las tres ecologías y desde esa perspectiva se pueda atender y diseñar la estrategia para solucionar los problemas que hoy se tienen en la sociedad.
Hasta ahora se han separado las acciones de la psique (mente), la cuestión social y lo ambiental, los medios de comunicación han incidido en no presentarlos de manera conjunta en sus tensiones, que confina a una empresa de infantilización de la opinión y de neutralización destructiva de la democracia. Por ello, es importante ver el mundo a través de tres lentes intercambiables que constituyen los tres puntos de vista ecológicos (medioambiental, social y mental o personal).
Pero la humanidad ya no puede voltear atrás, ni reconstruir las anteriores formas de vida, tras las revoluciones informáticas, robóticas, ingeniería genética y tras la mundialización del conjunto de los mercados, el trabajo humano o el hábitat, las comunicaciones, los transportes, ya nunca volverán aquellos otros tiempos, espacios, que se tuvieron; por lo que hay que aceptar lo que se tiene ahora, pero que habrá de generarse nuevos objetivos y métodos del movimiento social.
De esta manera no podemos separar la naturaleza de la cultura (sociedad y humano) y hay que aprender a pensar de manera transversal las interacciones entre ecosistemas, mecanosfera, y universo de referencias sociales e individuales.
Así como existe una degradación en la ecología medioambientalista (que lo vemos en las minas, en los campos agrícolas, en los mares y en la polución de los centros fabriles), existe presión sobre la ecología social, las luchas de mujeres, de niños trabajando, de migrantes, de pobreza, la precariedad, han sido invisibilizadas por el poder y entran en una posición de desaparecer, de invisibilizar, porque forman parte de mecanismos de opresión con los cuales el planteamiento es simple lo que no está, no existe y lo que no existe no tiene derechos; y así, en la ecología mental, subjetiva o del hombre, donde vemos tensiones de violencia, angustia, culpabilidad, de ocio y otros supuestos que no permiten avanzar en cuidar sino en destruir. Es decir no hay un cuidado a la protección del medio ambiente, de igual manera en lo social desaparecen frases, desaparecen palabras (es decir, hay una ausencia en el discurso político como abunda en sus texto Boaventura de Sousa Santos), valores como la solidaridad y en lo individual, en la subjetividad, o en la singularidad, estamos en presencia de cuestiones como la angustia y la culpabilidad (baste leer los textos de Guille Lipovetsky).
De cara a estos procesos es importante que las luchas y causas de los grupos oprimidos o emancipadores contra el patriarcado, la neocolonización y mejores condiciones de trabajo, unan sus fuerzas y trabajen a favor de una relación con el capital y la actividad humana, la toma de conciencia ecológica, feminista, antirracista, que les permita alcanzar más rápidamente, como objetivo los modos de producción de la subjetividad, es decir, del conocimiento, de la cultura, de sensibilidad y de sociabilidad que dependen de sistemas de valor que desde ahora plantean nuevos agenciamientos productivos.
Las propuestas de la ecología mental, nos plantea trabajar en la transformación de ese hombre economicus, versus hombre social; la transformación de la ecología mental o personal, podrá generarse no necesariamente en función de la modificación de leyes, estructura o diseños de programas, sino más bien en función de conocer las experiencias, alternativas, practicas innovadoras, centradas en el respeto a la singularidad y en un trabajo de subjetividad, que se automaticen al articularse convenientemente con el resto de la sociedad.
En la ecología social, se han creado tres subjetividades que inciden en el campo social, una subjetividad serial que incluye a los asalariados, otra de masas que incluye a los no asegurados y que es el grueso de la población, y otra más, que es la elitista, y donde se encuentran incluidos todos los dirigente y gente de poder, con ello se separa a la población. En las elites encontramos cultura, lectura, escritura, competencia y legitimidad, en las otras dos subjetividades, éstas se encuentran abandonas del orden de las cosas, una pérdida de la esperanza de dar un sentido a la vida.
En este sentido la ecología social podría avanzar de transitar de esas sociedades fragmentadas y singularizadas a una vía de reagruparlos con una visión de resingularización, es difícil hacerlo, pero, el punto es que existe un desconocimiento de lo que se puede lograr: primero, las bruscas tomas de conciencia de las masas que siempre resultan posibles, segundo: la posibilidad de otras luchas sociales para la transformación, tercero: la evolución tecnológica de los medios en particular su miniaturización, la disminución de su costo, su posible utilización para fines no capitalistas; cuarto recomposición de los sistemas de trabajo y la creación de subjetividades creacionistas tanto individuales como colectivas.
En conclusión y para hacer una reflexión respecto de una problemática abordada por una comunidad de aprendizaje, sería conveniente que las tres ecologías, ambientalista, social y mental fueran abordadas en bloque de manera interdependiente, pero con un enfoque transversal de ética y estética.
Las tres ecologías deben de ser registradas a partir de reconocer su heterogénesis, es decir de procesos continuos de resingularización. Hay que generar las condiciones para alcanzar la confianza de la humanidad en sí misma, es decir ir paso a paso. No es fácil, nadie dijo que fuera fácil hacer los grandes cambios o transformaciones, que a la vista de lo local, podrían ser cuestiones más minúsculas.
Pero hoy, estamos frente al fenómeno que nadie se hubiera podido imaginar, estamos dando un respiro a la madre tierra, y es que la sociedad paro, lo tuvo que hacer, y es que aquí estamos nuevamente de frente a rescatar la humanidad, es decir al hombre, al género humano; más bien, tendríamos que decir que estamos trabajando para rescatar la vida, como centro de la tierra.
Las diferentes estructuras sociales jerarquizadas requieren de ayudarse mutuamente, requieren los de mayor empoderamiento y economía entender sobre los valores de la dignidad y la solidaridad, a decir de Milagros Otero en su libro “Dignidad y solidaridad”, es adherirse a la causa o empresa del otro, de aquellos que no tienen, que no pueden.
En este mar de cosas que nos suceden como sociedad frente al COVID-19, abordo una reflexión de Zygmunt Bauman en “Amor líquido” y “Vida líquida”, el amor líquido, la vida líquida, la sociedad líquida aquella que se vive efímera, inmediata, e inestable, parece que por un momento dejo de serlo, los padres están con sus hijos, el trabajo para algunos dejo de ser prioridad frente a la contingencia, la vida social, los antros, los cafés, el restaurante, la visita a los centros comerciales, las compras de banalidad dejaron de ser, creo que se entendió que necesitamos más de nosotros que de las prendas de moda, en la casa a nadie vamos a seducir, necesitamos más la comprensión y el apoyo de la otredad.
Existen miles de personas, que no tienen acceso a estas condiciones, ellas necesitan de estos procesos de solidaridad, de que los que tienen dinero, y no se acabaran sus generaciones futuras, es tiempo de dar, de entregarse, de hacer virtud social, es decir, en el manejo de la caridad, de la entrega al otro.