La plaza de las tres culturas
Desde los tiempos estudiantiles, en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, se vivía un clima álgido de inquietudes, pero también de solidaridad a las causas históricas. Morelia, por ejemplo, fue uno de los epicentros del movimiento estudiantil. Con esa retrospectiva, muchos fuimos formando una conciencia de lucha social que, con el paso de los años, se ha ido nutriendo más. En efecto, cada que se convocaba a una manifestación pacífica por el aniversario del 68, participamos de forma pacífica porque, claro está, estamos ante un hecho sin precedentes que, a la postre, mantiene el activismo por las causas justas.
Tlatelolco y el movimiento estudiantil de 1968, especialmente el 2 de octubre, será una fecha que vamos a recordar siempre. Aquellos episodios, incluso documentados, quedarán en la cronología ominosa de la barbarie de los gobiernos represores y autoritarios. La embestida, las detenciones, la masacre y la violación a los derechos humanos, para quienes encabezaban el movimiento, no se pueden olvidar tan fácilmente.
De hecho, hay autores que claramente expresan el clima que se vivió. Leí, hace un par de años, la narrativa de Francisco Pérez Arce. Se las recomiendo. Quizá fue uno de los motores que me impulsó a conocer el epicentro de los hechos ocurridos en Tlatelolco. Otro motivo fue, sin lugar a dudas, dos aspectos que considero trascendentales. La esencia, claro está, ser testigo del cierre de campaña del aspirante presidencial, Ricardo Monreal, pero, también, conocer la Plaza de las Tres Culturas, cuya impresión, de forma inmediata, me causó una sensación de lucha y resistencia.
Así lo describió perfectamente Ricardo Monreal desde el corazón de Tlatelolco. Aplaudo la determinación del zacatecano por decidir cerrar en ese espacio histórico, que, dicho sea de paso, fueron recorridos por miles de asistentes que se concentraron para atestiguar el cierre de actividades informativas. Como era de esperarse, una multitud abarrotó cada rincón de la Plaza de las Tres Culturas. De hecho, el grito ensordecedor y estruendoso que coreaba el nombre del Monreal, se sintió con mucha fuerza.
He viajado muchas veces a la Ciudad de México, pero nunca había tenido oportunidad de asistir a un cierre de actividades como la que vivimos ayer. Hubo, como todos sabemos, miles de asistentes de las 16 alcaldías que fueron a manifestar su respaldo. Quien convocó, claro está, fue Ricardo Monreal. Por ello, no dudé en ir y comprobar lo que hemos venido manifestado que se está construyendo con las propias condiciones sociales. De hecho, el éxito fue total; la concentración fue masiva y, en medio de esas arengas que lanzó Monreal, es muy visible descifrar el momento crucial que vive el zacatecano en la CDMX.
Y así, con esa efervescencia que se vivió ayer en la Plaza de las Tres Culturas, Monreal encontró el respaldo popular para una coyuntura que, todo parece indicar, el destino político le tiene reservado: la Ciudad de México. Y lo hizo, claro está, escogiendo un lugar emblemático de resistencia y lucha, como un gesto simbólico, después de lo que vivió hace seis años, cuando él, en ese momento, tuvo que ser el abanderado de Morena por decisión del pueblo.
Hablo de la candidatura para Jefe de Gobierno. Será un reto que, a la postre, lo puede llevar al antiguo Palacio del Ayuntamiento. De hecho, a estas alturas el escenario es muy claro y, como prueba contundente de ello, fueron los cientos de contingentes que, en una ceremonia democrática, se concentraron para cobijar a Monreal en lo que, no hay duda de ello, será la carrera por un hecho que se le negó en 2018.
Sí, la Jefatura de gobierno de la Ciudad de México, está en la mente de Ricardo Monreal. La plaza de las Tres Culturas fue testigo de ello.