La piedra del maximato
Todos sabemos de dónde vino la piedra, aunque la mano permanezca oculta. La espuria y disciplinada mayoría calificada dio la espalda a la Presidenta por una “razón de Estado”, según argumentó el coordinador de Morena, Adán Augusto López, a los senadores oficialistas que dudaban de la instrucción. Curiosa forma de llamar al capricho personal del que sigue mandando desde la sombras, aunque su mandato ya expiró, y no le importa dejar a la CNDH en la irrelevancia y a las personas en la indefensión.
No hay manera de negarlo por más que Claudia Sheinbaum se esfuerce en minimizar el hecho, tome a broma el señalamiento de la mano que mece la cuna y nos haga reír al asegurar que los legisladores de su partido actúan con independencia. El hecho es que su favorita y titular de la CDHCM, Nashielli Ramírez, perdió frente a la reprobada Rosario Piedra -nadie obtuvo peor calificación que ella. ¿Quién puede vencer a la titular del Ejecutivo en los grupos parlamentarios del oficialismo y, además, con un perfil impresentable? La respuesta es obvia.
No solo se le impuso contra la voluntad presidencial, Piedra concitó un amplio consenso en contra. El rechazo a su continuidad por parte de organizaciones y defensores de derechos humanos, de dentro y fuera del país, fue contundente, lo mismo que en el debate público. Es sintomático que, por la falta de razones para sostenerla, tengan que recurrir al legado de la madre como si el mérito se transmitiera por genes; pero ni siquiera Eureka, fundada por Rosario Ibarra, la respaldó.
Hace cinco años no dudaron en pasar sobre la Constitución, pues la señora Piedra era dirigente de Morena en Nuevo León y, un año antes, había sido candidata. Tampoco en hacer fraude electoral para conseguir los dos tercios requeridos del Senado. Pero ahora fue peor porque reincidieron en imponerla a sabiendas que fue tapadera del poder y le dio la espalda a las víctimas.
La figura del Ombudsperson se pensó para gente con prestigio y autoridad moral, de tal suerte que incumplir sus recomendaciones trajera costo social y político a la autoridad responsable. Pero está visto que al régimen obradorista no le importan los derechos humanos ni la opinión pública.
Las consecuencias serán para las víctimas abandonadas a su suerte y para el Estado mexicano en su deteriorada imagen internacional. La visión integral no podría ser más desoladora: la captura al Poder Judicial dificultará la obtención de amparos para enfrentar abusos de poder, extienden la prisión preventiva oficiosa y mucha gente será encarcelada en lo que se averigua si es culpable, sobre todo de sectores pobres y marginales, y la militarización acrecienta las violaciones a DDHH que, por regla general, permanecen impunes. Eso explica porque el Ejército también presionó para que hubiera continuidad en la CNDH, no obstante que al hermano de su titular, Jesús Piedra, se le vio con vida por última vez en el Campo Militar Número Uno.
El retorno al autoritarismo, además de la concentración del poder, de la discrecionalidad y opacidad en su ejercicio, de la desaparición de la independencia judicial y de los demás contrapesos institucionales, del sometimiento del Legislativo e incluso del Constituyente Permanente, también está dejando en la indefensión y la zozobra a individuos y comunidades que pueden ser afectados por las arbitrariedades de cualquier autoridad. Muchos de los que aplauden el retroceso que llaman “transformación” no se dan cuenta que ellos también se han vuelto vulnerables y podrían, eventualmente, sufrir abusos sin tener la posibilidad de hacerles frente.
El costo político de la imposición de Piedra es insondable porque pegó de lleno en la autoridad presidencial, debilitándola. Es cierto que era lugar común sostener que el poder real residía en Palenque, pero ya hubo confirmación palpable en un asunto de mediana importancia en el que no se le iba la vida al régimen. Decir, como lo hizo Noroña, que se podía “descarrilar” al gobierno desde la CNDH es una estupidez colosal y no se diga si la encabezaba la propuesta de Sheinbaum. Si hasta para eso mete su mano López Obrador, imagínense en lo demás. Los diversos factores de poder ya saben a quién buscar.