La peligrosa nostalgia de Trump y sus seguidores
Hay que recordar la nostalgia – revancha levantada como bandera de los nazis después de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial y el triunfo de Hitler en 1933 prometiendo hacer grande a Alemania otra vez, después de ser humillada por el Tratado de Versalles. La situación actual es similar y la frase vencedora de Trump en las elecciones de 2016 y 2024 tiene la misma promesa: hacer grande a EEUU otra vez.
Los argumentos de Trump no dejan lugar a dudas: la decadencia y derrota económica, moral y política de su país se debió a la pésima gestión del poder por parte de los demócratas izquierdistas y por el abuso de los países amigos y enemigos que se aprovecharon de la débil y permisiva política exterior norteamericana que financió a decenas de países a costa de su propio progreso; desde Europa y la OTAN subsidiada por EEUU y dedicada a gastar en guerras interminables, hasta el competidor más peligroso para su nación, China, que fue desplazando ilegalmente a la economía y al poder político del imperio estadounidense y tomando ventaja hasta en espacios como su patio trasero, América Latina.
Los factores anteriores además de la invasión de migrantes perniciosos, delincuentes y narcotraficantes -según Trump- explicarían la pérdida del american way of life o sueño americano tan preciado para las capas medias y dirigentes o wasp -blanco, anglosajón y protestante, en inglés-. Se trata por lo tanto de cortar de tajo todo lo que se oponga al restablecimiento de la economía, sociedad y cultura que disfrutó el EEUU de la posguerra y poner en su lugar a los causantes del retroceso de ese país.
Con esa retórica, y sin tomar aún el gobierno en enero próximo, Trump ha provocado ya un terremoto político y financiero que se expresa en el volátil mercado de valores y en la alarma expresada hasta en sus aliados como Corea del Sur, Japón, Canadá y Europa. Es cierto, mucho de lo que dice es sólo retórica, pero, ya se sabe que por convicción o por presión de sus seguidores que sí le creen y esperan la acción prometida por su líder y hoy son mayoría habrá de accionar en la dirección que dice.
Mención aparte merece la reciente y directa amenaza que dirigió Trump a los BRICS señalando que aplicará el 100% de aranceles a aquel país que se atreva a promover la desdolarización en las transacciones en el comercio mundial y lo dice cuando ya Rusia e Irán, por ejemplo, están operando su comercio sin el dólar de por medio. Un tanto infantil dice el Presidente electo que tales países perderán la posibilidad de venderle a la maravillosa economía norteamericana.
La confrontación de Trump con los BRICS quienes encabezan el proceso de desdolarización mundial es un tema central y está lejos de admitir que más allá de los BRICS la economía norteamericana agota ya sus márgenes de maniobra. No puede seguir imprimiendo dólares para cubrir su inmensa deuda y el déficit fiscal y comercial que ha acumulado. Toda moneda tiene que respaldarse en una economía sólida o pierde inevitablemente su peso como medio de pago y de reserva monetaria y es el caso de EEUU. El dólar no puede seguirse respaldando en la economía de otros países y progresivamente desde los 70s en la época de Nixon su papel de instrumento de reserva fue decayendo. Paradójicamente, ante la volatilidad de los mercados y la debilidad del dólar ahora, en los bancos centrales de diversos países se adquieren grandes cantidades de oro para el respaldo monetario y fortalecimiento de las reservas.
En el estratégico mercado petrolero surgen otras otras monedas respaldadas en el llamado oro negro. Los petroyuanes de China y el petropeso de Venezuela son una realidad y en un nuevo marco político en el que los BRICS son un poder real y significativo, las amenazas y exorcismos de Trump no es factible que dobleguen a esos países.
Tarde o temprano la visión retrógrada del programa nostálgico de Trump se evidenciará como un callejón sin salida y los sectores más cuerdos de esa nación habrán de admitir que si han de ser grandes otra vez, no será a costa del resto del mundo.
La situación, sin embargo, se torna peligrosa porque el inmenso poder concentrado que tiene y tendrá la Casa Blanca por un período prolongado y con presencia económica y militar en todo el planeta, obligará a tod@s los países a avanzar con el cuidado del caso, pero, sin renunciar a la construcción de ese otro mundo que ya se avizora y en el que ningún país por poderoso que sea podrá imponer a todos su voluntad e intereses.
México, como vecino de EEUU tiene el reto histórico de negociar con ellos desde la fortaleza de la economía y la sociedad de la 4T demostrando que sólo con la cooperación es posible construir un resultado de beneficio mutuo.
Cuando Roma entró en decadencia, no hubo manera de evitar su derrumbe definitivo y el surgimiento de otro orden sobre las ruinas imperiales. En los tiempos de cambio tan acelerado de esta época, es factible que esta generación sea protagonista y testigo del surgimiento del nuevo orden mundial.
La tarea es evitar que las mentes suicidas de quienes tienen el botón nuclear en sus manos, lo utilicen.