La nueva realidad/Jorge Álvarez Banderas
Los tiranos se sirven de diversas técnicas para establecer la servidumbre de la población en los estados autoritarios y totalitarios; el poder tiránico intentará evitar libertad de pensamiento y de expresión, derechos fundamentales de una sociedad, la preparación intelectual, la información y la consecuente clarividencia que deriva de lo anterior son un mal para la tiranía y para su mantenimiento; así lo señalaba Étienne de la Boétie (1530-1563) en “Discours sur la servitude volontaire”.
El punto de partida para La Boétie es el valor positivo de la libertad que es atributo radical del individuo y el rechazo del poder de unos sobre los demás por considerarlo arbitrario e irracional; es un mal extremo ser súbdito de un señor, respecto del cual nunca se puede estar seguro de que sea bueno, porque siempre está en su poder ser malo cuando lo quiera.
La Boétie se preguntaba que cómo es posible que los hombres acepten estar sometidos a otro. En última instancia, su respuesta atribúyela a la propia responsabilidad de los sometidos que no reaccionan ante la servidumbre. En todas las páginas que La Boétie dedica a esa reflexión sobre los esclavos felices, sobre la sumisión o el miedo a la libertad, laten temas modernos -para su época- que suponen la intuición de la función esclavizadora de la sociedad del bienestar, de la necesidad de la seguridad que justifica y explica el régimen autoritario y las dictaduras.
Su crítica al poder es mucho más global y más amplia que la tradicional en la época, ceñida casi exclusivamente al monarca absoluto, aunque se sitúa en premisas individualistas propias de su tiempo.
Es el pueblo quien se esclaviza, quien se corta el cuello, quien pudiendo escoger entre estar sometido o estar libre abandona su franquicia y acepta el yugo, consiente su mal. Los tiranos cuanto más roban más exigen, cuanto más arruinan y destruyen, más se les acepta y se les sirve, y consiguientemente más se refuerzan y se convierten en más fuertes y más lozanos, para destruir y acabar con todo. Si no se les acepta, si no se les obedece, sin combatir y sin golpear, están como desnudos y desechos y no son nadie; así como la raíz que no tiene savia y alimento y se convierte en una rama seca y muerta.
La tiranía en última instancia es posible porque los súbditos se someten y este diagnóstico es la mejor justificación del derecho a la rebelión. Porque la libertad es la raíz de todos los bienes y la sumisión la raíz de todos los males, la voluntad de los hombres libres es la que tiene que impedir la tiranía.
La libertad es un bien tan grande y tan placentero que si se pierde todos los males se presentan en fila, e incluso los bienes que permanecen sin ella, pierden enteramente su gusto y sabor corrompidos por la servidumbre. La Boétie evidentemente no se refería al gobernante hoy en turno en México, su tesis es aplicable a nuestro contexto sin duda; para el la libertad es natural y por eso mismo no hemos nacido únicamente en posesión de nuestra franquicia, sino con la obligación de defenderla.
Del conjunto de los 10 consejos que el señor López ha enviado a la población mexicana “para salir del coronavirus y enfrentar la nueva realidad”, llama especial atención el noveno: “eliminemos las actitudes racistas, clasistas, sexistas y discriminatorias en general”; lo digo así, ya que resulta incongruente sugerir algo que no se predica y con ello, como bien lo señalaba La Boétie, se evita la libertad de pensamiento y de expresión. @lvarezbanderas