La hija del Coronel/Sara Galeote
“Morón y cuenta nueva…¡ay ajááááá!”
¡Vaya, vaya! con las cosas que una despierta, entre la caravana que se convirtió en sí en un propio acto casi proselitista que pareciera conveniente al profesor Raúl Morón Orozco, quien está a unas horas de recibir el dictamen del Tribunal Federal Electoral (TFE), en torno al ya sonado asunto de la negativa del INE sobre el registro de su candidatura al gobierno michoacano, donde tal pareciera no habrá “sustituto”, como bien se dice en términos electoreros que uno de repente desconoce; y las campañas que se viven de modo distinto, donde la tecnología hace todo lo que esté en su poder para lograr alcance.
Un escenario donde los cubrebocas son los protagonistas de reuniones con poca asistencia a las se deben sujetar los candidatos por la modalidad derivada de una pandemia que nos puso de luto y nos transformó, campañas que corren en medio de la sana distancia donde ya no se permite aquella aglomeración asoleada que esperaba a ritmo de “caminos de Michoacán” la llegada del candidato, mientras el susodicho arribaba al escenario entre la multitud que lo apoyaba cual buki cuando dice aquello que “me gusta estar así, en este ambiente con esta gente”, tras dos horas de mitines llenos de banderas y seguidores que asomaban la cara para que el candidato supiera de algún modo de su apoyo, buscando ser considerado entre su equipo de colaboradores, si se obtenía el triunfo.
Pero si de sana distancia hablamos, me parece que gran parte de la ciudadanía ya anteponía de por sí una barrera hacia los políticos en los que poco se cree, porque así anda el excalde moreliano como si después de esto sólo se tratara de un “Morón y cuenta nueva…” ay ajáááááá, dicen las voces, como si al unísono y de un momento a otro ya nadie recordara el perfil del docente que dirigía concentraciones sobre la avenida Madero por lo menos cada quince días, plantones, cierre o quema de espacios de las oficinas centrales de la Secretaría de Educación estatal.
Si no me equivoco el despacho principal de quien asume el cargo de secretario de educación, aún conserva los numerosos pasadores y candados sobre la puerta de acceso (o al menos así fue durante mucho tiempo) porque muchas veces hubo que buscar salidas alternas al titular de la dependencia para impedir que fuera atacado por la base magisterial antagónica, porque era “común” que se atentara a golpes contra maestros y maestras que no militaban en sus filas; porque así se mantenía entonces el poder del magisterio democrático que durante mucho tiempo movió los hilos del Estado, sin que hubiera sanciones; muchas de ellas encabezadas por seguidores ahora de eso que llaman “la Cuarta Transformación”.
En medio de este escenario, habrá pues que mover las patitas, poner oídos atentos y dejar de tener los ojos y sonrisa distraída cual niño popular del Oxxo, ante las votaciones que se avecinan y cuyos resultados marcarán pues el futuro de la entidad.
Y es “por eso” (como dijo la India Yuriria) que yo como muchas otras veces, sólo le escribo un poco al coronel, que me responda…¿quién sabe?