La Constitución ha muerto/Emiliano Martínez Coronel
La Constitución ha muerto
Emiliano Martínez Coronel.
La Constitución de 1917 en realidad no fue un nuevo ordenamiento, fue una reforma a la de 1857. No podemos hablar de una nueva Constitución que el pasado 5 de febrero cumplió cien años, sino de una reforma que en efecto, el pasado 5 de febrero cumplió cien años, aunque formalmente entro en vigencia el día 1 de mayo de 1917. Como sea, tenemos cien años que nos estamos rigiendo por la actual Constitución.
Ciertamente, no es lo mismo los cien años de la Constitución que cien años de constitucionalidad, lo segundo es algo que aún no podemos contabilizar plenamente, en eso coincido con el abogado Diego Valadés.
Nuevamente lo vuelvo a escribir; creo firmemente en la necesidad de un cambio en nuestro país, de modelo, de paradigma. Una trasformación que necesariamente debe iniciar con una gran reforma constitucional, o nueva Constitución que para el fin es lo mismo.
Hoy, la Carta Magna acumula más de 700 modificaciones; solamente en el periodo de Felipe Calderón Hinojosa se modificó 110 veces y lleva 73 en el actual sexenio.
El asunto ni siquiera es el número de reformas o modificaciones, sino como ha funcionado en la práctica. Basta revisar en forma superficial los tres poderes que emanan del mandato constitucional para tener una idea clara de lo que realmente tenemos en este país.
El legislativo actualmente se compone de 128 senadores y 500 diputados. ¿Realmente ocupamos tantos representantes populares? Por supuesto que no, inclusive hay iniciativas para suprimir diputados plurinominales y más de algún partido tratara de presumir sobre la reforma, cuando en realidad ha sido un clamor popular durante muchos años. También es importante preguntar ¿Senadores, para qué? Yo no creo que sea necesario gastar miles de millones de pesos en una cámara que bien puede suprimirse, Los más puristas dirán que es parte fundamental de un sistema Constitucional y de división de poderes, pero en realidad creo que la reforma debe ir encaminada en ese sentido: un legislativo ágil y austero, contrapeso de los demás poderes en forma autentica.
El Poder Judicial debe revisarse. Es necesario una Suprema Corte de Justicia donde sus integrantes se deban al verdadero esfuerzo académico y no a los compromisos políticos. Un poder donde la austeridad está ausente y donde los ministros no se llenen los bolsillos con sumas millonarias.
Como justificar ante la miseria del pueblo los excesivos salarios de ministros y magistrados. ¿Es esto democrático y posible en un sistema constitucional de derecho? Si, ha sido posible ante la apatía de todos los mexicanos.
Qué decir del Poder Ejecutivo si las acciones están a la vista de todos, no me refiero al titular en turno, es una decadencia de más de cien años, aún antes de la reforma de 1917.
El presidencialismo se ha entendido como un poder omnipotente y plenipotenciario, cuando en realidad se trata de un fiel representante de los intereses populares.
Por supuesto que no todo está mal, pero debemos entender que este país no funcionara como está diseñado constitucionalmente.
Es necesaria una reingeniería constitucional, una reforma de estado que permeé en todos los ámbitos de la vida política y social de este país, que modifique sustancialmente el sistema jurídico de México. Poner frenos efectivos a la corrupción es impostergable como también es necesario frenar la violencia y la pobreza. No lo lograremos con una reforma más, es necesario que pongamos manos a la obra para refundar nuestro país.
Lo creo, hemos avanzado pero con paso lento y nos hemos rezagado. De líderes de Latinoamérica y referente mundial de paz a país empobrecido, violento y con altos grados de corrupción. A eso nos han llevado nuestros pasos.
Los retos que vienen del vecino del norte nos obligan a reformarnos. Más nacionalismo, más mexicanidad, esa debe ser la premisa.
Un nuevo país, relanzado jurídicamente con una Constitución fuerte, con los contrapesos necesarios y las sanciones muy claras para los saqueadores, del partido que sean y donde se encuentren. No podemos esperar otros cien años, solo que sean de constitucionalidad.
Flores Magón en 1903 en ocasión de cuadragésimo sexto aniversario de la Constitución de 1857, señalaba “La Constitución ha muerto, y al enlutarnos con esa frase fatídica, protestamos solemnemente contra los asesinos de ella, que con escarnio sangriento al pueblo que han vejado, celebran con muestras de regocijo y satisfacción”
Quizás la constitución realmente no está muerta pero si mal herida, debemos reconocerlo para cambiar.