La cárcel y su corrupción/Eusebio Pacheco Castro
Las prisiones en México han sido tema de controversia en muchas ocasiones debido a su falta de infraestructura, mecanismos de seguridad deficientes o inservibles, una corrupción increíble por parte de los custodios, subdirectores, directores y en general en todos los niveles de mando dentro y fuera de las cárceles, ya que será por una u otra razón los reos gozan de beneficios personales que llegan hasta la oportunidad sobornar para poder fugarse.
Esta semana nuevamente se da una noticia alarmante acerca de una cárcel, esta vez por una fuga masiva en Ciudad Victoria, Tamaulipas, donde el jueves se escaparon 29 reos a través de un túnel de los cuales las últimas noticias hablan de solo haber recapturado 10 de ellos y que se investigan a 17 custodios. Una cárcel que no es para reos de alta peligrosidad, pero que, como ya sabemos, algunos de estos buscan amparos para ser recluidos en cárceles de media o baja seguridad, y así tienen la oportunidad de darse a la fuga.
Más allá del peligro para la sociedad tamaulipeca y de todo el país que representa la fuga de estos 19 delincuentes que están huyendo de la ley, el peligro está representado en que estos hechos seguirán ocurriendo hasta volverse una constante, ya que el sistema para operación de cárceles está completamente roto y corrompido.
Podremos recordar los últimos hechos que han escandalizado al país y las autoridades como lo fue el motín que hubo en la cárcel de Topo Chico, en Nuevo León, donde murieron decenas de reos, o la fuga del Chapo Guzmán, la fuga del hijo de “El Azul” Juan Esparragoza Moreno en el penal de Culiacán, Sinaloa, sin olvidar los alarmantes videos del Reclusorio Norte que presentó Imagen Televisión y que se esperaba tuvieran mucho más impacto y eco social ya que se podía ver cómo se vendían drogas y cigarros sin ninguna restricción, o cómo se hacían extorsiones telefónicas dentro de la cárcel, todo esto en presencia de custodios; o cómo cárceles de varios municipios que tienen celdas “VIP” con salas, pantallas de televisión, cable, celulares, áreas de recreación, y muchos otros privilegios.
No es novedad escuchar que las cárceles son escuelas del crimen, pero hemos llegado a un punto en el que esto ha superado la ficción, donde los reclusos siguen gozando de su poder y dinero para obtener beneficios personales que son de todo tipo, incluso para seguir extorsionando e incluso operando sus células delincuenciales.
Sera motivo de revisión, del cambio de sistema, cambio de directores, pero no es posible que sigamos teniendo cárceles que no cumplen con uno de sus principales fines que es preparar a los reclusos para la reinserción social.