La balcanización guinda en la CDMX
El proceso electoral para renovar el gobierno de la Ciudad de México y su Congreso está abriendo un camino a la balcanización, que augura violentos enfrentamientos políticos y partidistas, especialmente en Morena, que está ahora en el poder.
Todo ello aparece como un espejo de lo que se vivirá también en la renovación de las Cámaras del Congreso Federal.
La balcanización que se avecina tiene su origen, principalmente, en los siguientes factores:
Un partido en el poder, Morena, con la mayor expectativa de triunfo a nivel nacional por la fuerza del liderazgo político-electoral que transmite día a día el presidente Andrés Manuel López Obrador.
La relevancia que adquieren determinados espacios políticos, como lo son el Gobierno de la Ciudad de México y su Congreso local; así como la nueva composición de las Cámaras de Diputados y de Senadores, en donde se dará la verdadera disputa por el ejercicio de gobierno a partir del 2024, como lo ha reconocido el propio presidente de la República.
La lucha soterrada, primero por las candidaturas y su aparición en los primeros lugares de las listas de candidatos plurinominales, y segundo por la búsqueda de un posicionamiento hegemónico de los distintos grupos políticos en torno a los nuevos liderazgos nacionales una vez que López Obrador concluya su ejercicio constitucional en la presidencia.
Por lo que corresponde a Morena, hay una larga lista de aspirantes a jefe de Gobierno. Esa lista se ha venido ampliado precisamente porque quienes anhelan la candidatura saben que es un territorio que garantiza el triunfo de quien pongan como candidato o candidata, tanto por el rol que ha jugado en el inconsciente colectivo el presidente López obrador, como por el hecho de que la aspirante presidencial de Morena es la exjefa de gobierno y ese espacio se vuelve prioritario en su proyecto.
Se apuntan para ese cargo, hasta ahora, Clara Brugada, alcaldesa de Iztapalapa, con gran arraigo y trabajo a nivel de tierra dentro de la izquierda tradicional; Omar García Harfuch, hombre de todas las confianzas de Claudia Sheinbaum y ex jefe de la Policía de la CDMX, pero muy cuestionado en lo personal; Mario Delgado, aun presidente de Morena. El senador de Morena Ricardo Monreal Ávila y el exjugador y exgobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco ya han dicho que declinan sus aspiraciones para ese cargo de elección, pero harán juego con otros candidatos.
Por lo que toca al resto de los partidos políticos, hay por lo menos una lista de quince aspirantes, entre los más sonados se encuentran: Santiago Taboada, Lía Limón, Margarita Zavala; Kenia López Rabadán, todos ellos por el PAN; así como Luis Cházaro por el PRD; Adrián Ruvalcaba, por el Frente Amplio; una amplia lista adicional donde aparecen Salomón Chertorivski, por Movimiento Ciudadano; Adriana Cuevas, por la Alianza; además Mariana Moguel (hija de Rosario Robles) y Cintia López, por el PRI.
LAS CAMARAS, LA BATALLA CENTRAL
Sin que se pueda decir que es demasiado tarde, el presidente López Obrador, dio a conocer que la lucha en los comicios del 2024 se dará en torno a las Cámaras del Congreso, más que por la presidencia de la República, porque es ahí, en el Congreso de la Unión, donde se encuentra la clave de una verdadera gobernabilidad.
Ello implica que Morena, el Presiente López Obrador y la candidata presidencial, Claudia Sheinbaum deberán enviar a los mejores perfiles para que disputen y ganen los 300 Distritos electorales para elegir igual número de Diputados al Congreso, lo que le permitiría tener una mayoría calificada a través de la obtención de la mayoría de las 200 diputaciones plurinominales.
Para el Senado, Morena requiere ganar las dos senadurías por cada entidad federativa, es decir 64 escaños; ello le permitiría tener automáticamente 32 escaños adicionales por el principio de primera minoría (una fórmula parlamentaria que en realidad es un disfraz plurinominal), en tanto que la oposición que quede en segundo lugar tendría 32 senadores bajo el principio de primer minoría.
El problema no radica en el tipo de elección, porque son las mismas que cada seis y tres años. Lo relevante en las actuales circunstancias es que habrá una lucha descarnada por las candidaturas y por ganar las votaciones para todos esos cargos, una lucha intestina que comenzará a nivel de partido (ahí está ya el caso de Marcelo Ebrard y su ingenuidad política) y luego se exteriorizará a nivel de la sociedad.
En la CDMX esa balcanización le puede costar muy caro a Morena. El tribalismo que ha sido el origen de Morena, antes PRD, le costó perder elecciones en épocas pasadas. Hoy no se ve cómo diversos proyectos, con orígenes, grupos, intereses, visiones y perfiles tan distintas vayan a cerrar filas. La división parece inminente.
Es tanto lo que está de por medio (un triunfo casi seguro) que los diversos grupos de interés morenistas en la CDMX echarán todas sus carnes al asador, aun cuando ello implique dejar muchos heridos en el camino. Lo mismo se verá en la integración de las Cámaras de Diputados y Senadores.
Carlos Salinas de Gortari, como dato de referencia, ganó la polémica elección de 1988, pero no logró la mayoría en las Cámaras del Congreso.
En Diputados hubo un triunfo importante de la oposición, y eso le costó que en sus primeros tres años su plan de gobierno no lo pudiera llevar conforme a lo planeado, porque a cada momento se le atravesaba la oposición.
Eso lo sabe López Obrador, por eso cobra relevancia lo que dijo la mañana del jueves, que el ve que la principal lucha y estrategia electoral de la oposición en el 2024 se dará para tener la mayoría o el control de las Cámaras de Diputados y Senadores, como una forma de acotar el poder presidencial que eventualmente obtenga Morena con Claudia Sheinbaum.
Eso lo expusimos aquí hace varias entregas, solo que ahora el presidente lo tiene tatuado en su mente.
